Argentina: Los Movimientos Sociales, la “Zurda Loca” que ve el Partido Justicialista en los territorios

Prensa de Frente / Mariátegui
27/11/09


¿Expresan las declaraciones del segundo de la CGT (“esa zurda loca de la Cuarta Internacional”, en referencia a la CTA) el pensamiento mayoritario entre los dirigentes de esa central? ¿Expresan las declaraciones del intendente Curto (“se me llenaría de zurdos el municipio”, en referencia a las organizaciones sociales que pugnan por entrar al plan de Cooperativas) el pensamiento arraigado en la estructura del PJ? ¿O las palabras del Ministro Aníbal Fernández, que afirmó que “están haciendo estalinismo”, refiriéndose a las organizaciones que acamparon 30 horas en la 9 de julio por el mismo reclamo? En todos los casos la respuesta es sí.

La CGT y el PJ son los pilares centrales de la estructura de gobierno y las expectativas de continuidad del proyecto K. El coqueteo oficial con sectores de la CTA, la cooptación de algunas organizaciones sociales que se desmovilizaron en su integración al Estado, o incluso las fotos o concesiones (cada vez menos frecuentes) que el gobierno montó en diversas ocasiones con las Madres de Plaza de Mayo, son apenas gestos “accesorios” que no afectan la estrategia central de montar un proyecto político de supervivencia en el gobierno, basado en las estructuras más conservadoras del burocratizado y reaccionario aparato político y sindical peronista.

Horacio Verbistky, en su columna del domingo 15 de noviembre, expresa el discurso oficial hacia el progresismo, que busca bajarle los decibeles a la confrontación expresada por la CGT respecto a los reclamos de libertad sindical. Resalta también Página 12, que Moyano habría llamado a Yasky, titular de la CTA, para tomar distancia de las voces maccartistas que emergieron de la conducción de la CGT, para culminar afirmando que “Moyano y Yasky preservan una relación estratégica”.

Sin embargo, como les gusta repetir a los sindicalistas de la ortodoxia peronista, “la única verdad es la realidad”; mientras el sindicalista camionero sigue acumulando poder gremial y económico a la sombra del gobierno, mientras se les amparan a los sindicatos de la CGT los negociados y la corrupción como en el caso criminal de los medicamentos truchos, mientras la UTA sigue siendo beneficiada por la negativa del Ministerio de Trabajo a los laburantes del Subte, por otro lado, a la CTA se le sigue negando la personería jurídica como Central Sindical.

Pero la estrategia de reflotar al PJ como actor protagónico del proyecto K, se expresa en diferentes planos por fuera de lo sindical; el anunciado proyecto de reforma política oficial apunta a anular las posibilidades electorales que, ya sea tras el partido de Sabattela o tras Pino Solanas, gran parte de la Central alternativa busca construir como proyección política de su construcción gremial.

Igual de nítida es la situación en lo que refiere a la construcción de poder territorial. En los municipios, el enfrentamiento que el gobierno dispone con las organizaciones barriales independientes que no se le subordinan, se complementa con el desprecio que el kirchnerismo manifiesta, cada vez con más fuerza, para con las mismas organizaciones sociales que habían optado por apoyar al gobierno.

Luis D Elía, dirigente ultra K que encabeza la Central de Movimientos Populares, fue el primero en levantar la voz para apoyar el acampe en la 9 de julio por el reclamo contra los intendentes del conurbano. El Movimiento 8 de Octubre, parte de ese mismo espacio oficialista, ya realizó dos movilizaciones con corte de avenida frente al Ministerio por el mismo reclamo. Esto evidencia que también se han reavivado las propias internas entre los grupos oficialistas: Gastón Harispe, del Movimiento “Octubres” del mismo espacio que conduce D’Elía, un día después de terminado el acampe por 30 horas frente al Ministerio, buscó copar la movilización de otros grupos de su espacio presentándola como de apoyo a las políticas oficiales, cuando en realidad se trataba de una marcha más de protesta.

Pero el caso que genera más tensión, en esta decisión del kirchnerismo de dar “todo el poder a los intendentes” excluyendo a los movimientos populares, es el del propio Movimiento Evita. Pocos dirigentes se han mostrado más leales a Kirchner que Emilio Pérsico, quien incluso a propuesta de Néstor integra el Consejo Nacional del Partido Justicialista como Secretario de Relaciones con las Organizaciones Sociales. Su movimiento es parte del gobierno, y con tensiones, aún ocupa un lugar central en el manejo del Programa de Cooperativas a través de Ernesto “Indio” Paillalef (aunque no se sabe por cuánto tiempo más), después de que en su inicio fue el propio Pérsico quien diseñó la primera etapa del programa.

Aún así, se impone la presión de los intendentes y del propio gobierno, que convalida a Alicia Kirchner a través del “monje negro” de su gestión, el Teniente Coronel Sergio Berni, formalmente Subsecretario de Abordaje Territorial y en los hechos encargado de cercar al Evita dentro del ministerio y evitar que las organizaciones independientes obtengan sus reclamos.

Que el kirchnerismo usó a las organizaciones sociales que se le sumaron en un principio y que ya no las necesita, no es una hipótesis de este artículo, es una confesión directa del gobierno nacional. El jefe de gabinete Aníbal Fernández despejó cualquier duda y diluyó las expectativas incluso de quienes, desde los movimientos de base, pretenden ser considerados aliados, cuando en respuesta al acampe de la 9 de julio, dijo: "Nosotros somos conscientes de que cuando comenzamos la gestión tuvimos que recurrir a las organizaciones sociales, pero hoy estamos en perfectas condiciones de poder asumir la ayuda", y no se refería sólo a las organizaciones que protestaron esa semana.

Alinear al PJ de ganador tenía sus dificultades. Luego de la derrota electoral de junio que lo tuvo como principal protagonista, la cuesta se hizo más pronunciada para Kirchner y las condiciones de sus aliados más ajustadas. Un amague de implementación de una agenda de centro izquierda encarado por el gobierno posteriormente a aquellas elecciones, hoy parece caer en un embudo en el que hay que volver a elegir. El nuevo presidente del PJ ya lo hizo, a sabiendas de que con eso no se garantiza ganar, pero sí permanecer.

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