Italia: Después de Copenhague hacia una democracia de la Tierra fundada en el Buen Vivir / Entrevista a Giuseppe De Marzo

Giulia Pandolfi / Asud - Mariátegui
Traducción de Salima Cure
09/01/10


Salió hace poco su último libro “Buen Vivir”. Por una nueva democracia de la tierra” (Ediesse edizioni, pp. 165, euro 10). A Giuseppe De Marzo, economista, activista y portavoz de la Asociación A Sud, le preguntamos su opinión sobre los resultados del vértice de Copenhague. “Desafortunadamente dramáticamente negativo” - fue su primer comentario- porque delante a las desafíos puestos, la respuesta de la governance global fue completamente insuficiente, incluso contraproducente por muchos motivos”. En esta entrevista nos explica el porque.

- ¿Cómo seguiste y qué opinión tienes del vértice de Copenhague?

- Lo seguí con esperanza y duda, creo como todos. Sin duda era la cita más relevante de los últimos años para la suerte del género humano. El desafío de Copenhague no era de poco monto, cómo garantizar las condiciones para la reproducción de la vida, salvaguardando los derechos de los seres vivientes? Para hacerlo era necesario producir una profunda reflexión sobre cuáles son las causas que generan la crisis ambiental.

Analizar los nexos de la crisis ecológica con las crisis económica, alimentaria, financiera, migratoria, energética, democrática. Desde nuestro punto de vista, compartido por los movimientos y la sociedad civil global, es el actual modelo de desarrollo capitalista la causa productora dela crisis ambiental. Fino a que sigamos con un modelo que teoriza la posibilidad de un crecimiento económico infinito que no tiene en cuenta de los límites físicos del planeta y de su biosfera, basado sobre modelos de producción y consumo que utilizan la “sustitución” y la “compensación” para afrontar las cuestiones relacionadas con los “servicios ambientales”, no seremos capaces de dar respuestas útiles y eficaces a las grandes preguntas que la humanidad se hizo en Copenhague. Mi juicio entonces, desafortunadamente, es dramáticamente negativo porque en Copenhague delante a los desafíos puestos, la respuesta de la governance global fue completamente insuficiente, incluso contraproducente por muchos motivos. Me refiero en este sentido a las relaciones con los países del sur del mundo, irremediablemente comprometidos por la pobreza de las decisiones tomadas frente a los dramas ambientales y sociales denunciados por muchos países afectados precisamente por los cambios climáticos y que pedían mucho más.

- ¿Qué juicio tienes del documento producido al final del summit?

- No es otra cosa que una declaración de intentos que remanda compromisos sin tomar empeños precisos. El acuerdo no representa ni siquiera una pequeña mediación, sino algo peor. Esta vez todos eran conscientes de las dramáticas condiciones en las que se encuentra el planeta y de los efectos catastróficos que tendrá para millones de seres humanos si no se invierte la rueda. Nunca como antes las presiones de la opinión pública habían sido tan fuertes ni se había conseguido un terreno de consenso así de amplio sobre las cuestiones relevantes para nuestra sobrevivencia. En cambio, una vez más asistimos inermes a la victoria de la ganancia y de los intereses de las grandes transnacionales sobre la vida y el buen sentido. Algo entonces sucedió en Copenhague pero no en la dirección que esperábamos. Seguramente en algunos años este vértice será recordado por haber marcado el fin de la democracia como la conocemos, visto que de frente a una emergencia tan gigantesca este tipo de democracia dejó por fuera los intereses de muchos, para favorecer a pocos, poniendo incluso en riesgo las condiciones para la reproducción de la vida en el planeta.

De Copenhague salimos con una idea clara, no serán ni occidente, ni las formas clásicas de la política las que salvarán la Tierra. La esperanza de cambio está en los movimientos, en la sociedad civil, en las comunidades empeñadas en defender los bienes comunes y en todo el campo que constituye el ecologismo de los pobres los que pueden representar un elemento de liberación capaz de saldar los nexos y las prácticas entre los sujetos empeñados en la justicia ambiental y la justicia social. En este campo adscribo también las experiencias de gobierno de diversos países latinoamericanos come Bolivia, Ecuador y Venezuela, que han hecho la democracia más participativa y han aumentado el catálogo de los derechos individuales, colectivos y comunitarios. Un acercamiento plural en el plano cultural, jurídico, económico hace posible la individuación de soluciones para nuestros problemas complejos e interdependientes, y es esto lo que estos gobiernos están proponiendo en el debate internacional.

- Para Xie Zhenhua, el representante de la delegación china, “todo el mundo debería estar feliz por los resultados del vértice”. Para el primer ministro de la India, Manmohan Singh "cada acuerdo sobre el clima debe considerar las necesidades de crecimiento de las naciones en vía de desarrollo”. ¿Fue éste el vértice del triunfo de Cina e India?

- Beh, seguramente es necesario ser un poco masoquistas para estar felices por los resultados del vértice, a menos que sea parte del cerrado círculo de personas que continuarán a sacar ventaja de la destrucción ambiental, de las guerras y de las carestías que seguirán. Este vértice es un fracaso para la humanidad y para todos aquellos que se arriesgan a venir al mundo en una situación de dramática escases de bienes y servicios ambientales no renovables. India y Cina seguramente en el plano de la geopolítica mundial representan, y desde antes de Copenhague, nuevos polos del poder económico sin los cuales el “capital” no puede decidir nada.

La mayor parte de la plusvalía mundial de la fuerza de trabajo se produce precisamente por estos gigantes “ejércitos de mano de obra” de países come Cina e India, necesarios al capital para reproducirse así mismo en su función de acumulación original. Si entendemos entonces que la Cina e la India salen de este vértice como vencedoras porque han demostrado que el capitalismo no puede no enrolarlos integralmente, podemos decir que han conseguido el objetivo de asumir el rol de grandes potencias económicas. Desde otro punto de vista, podemos decir que tanto India como Cina han traicionado las expectativas de sus pueblos y de centenares de millones de trabajadores, campesinos, indígenas, pescadores, pastores che más que otros pagarán el peso de una decisión equivocada que no se traducirá en más “desarrollo” para ellos. Crecerá el PIB de estos países pero no crecerá el desarrollo humano de la población.De hecho ya el PIB crece constantemente en estos países, pero la gente está cada vez peor y cada vez más pobre.

- El Ministro de Ambiente italiano Stefania Prestigiacomo criticó la decisión de Europa de presentarse al Summit con el paquete 20/20/20 definiéndolo un empeño “unilateral” que “puede” servir para el alivio de nuestras conciencias (nosotros contribuimos con el 25% de las emisiones globales), pero no resuelve el problema. ¿Qué opinión tienes de estas declaraciones?

- Al menos son algo arriesgadas. El gobierno de Berlusconi no llevo una propuesta a Copenhague, o mejor, la propuesta era ninguna propuesta. De otro lado encuentro escandaloso que un ministro del ambiente paragone el alivio de nuestras conciencias con la necesidad de intervenir para cambiar una situación de extremo peligro de la cual el propio modelo económico y social creado en Europa es el principal responsable.

La Prestigia como remueve las responsabilidades históricas y políticas de Europa y decepciona a aquella parte de la EU que quiere hacer más, manteniéndose aquel proceso de degradación y división política de Europa iniciado en la guerra de Bosnia, acelerado de la vieja idea de Europa de Rumsfield y Bush y continuada de gobiernos antieuropeos y antidemocráticos como desafortunadamente es el italiano. Alguno debería decirle a la Prestigiacomo che non puede existir economía sin ecología, mientras que esta última puede vivir sin la economía.

- En estos días estas en gira por Italia presentando tu último libro en el cual hablas de la necesidad de trabajar en la construcción de un nuevo paradigma de civilización, fundado en el “buen vivir”. ¿Qué cosa entiendes con este término?

- Buen Vivir indica otra idea de la vida, de las relaciones sociales, de la relación con la naturaleza y con las otras fuerzas vivas de este planeta. Una perspectiva que se declina a partir de una “ética de la Tierra” y que apunta a recocer la fractura entre derechos y responsabilidades que el modelo capitalista ha producido con sus continuas laceraciones internas y externas a la vida. Buen Vivir para los pueblos nativos, en particular para los pueblos andinos, significa la necesidad intrínseca de cada ser vivo de buscar la felicidad, entendida no solo en sentido individual sino colectivo y comunitario. Una armonía que está en la necesidad de imaginar sobretodo el desarrollo del ser humano dentro de un cuadro armonioso con la naturaleza. Una necesidad profunda que no se presenta solo en plano material. La piedra angular sobre la cual se puede construir en el plano práctico una sociedad que tienda al buen vivir, está propio en los derechos de la naturaleza. No por caso los derechos de la Naturaleza entraron preponderantemente en las nuevas constituciones de Ecuador y Bolivia que por primera vez en la historia indican como el objetivo del desarrollo deba ser el buen vivir para cada ser humano. Finalmente se analizan con un paradigma completamente distinto al capitalista las relaciones con la vida, la sociedad, imaginado un concepto de desarrollo, crecimiento y progreso no unidireccional tal como lo hemos heredado de la concepción iluminista. Es necesario que construyamos una nueva democracia de la Tierra, capaz de salvarnos a todos, ninguno excluido y de contenernos a todos. Para hacerlo, el buen vivir representa una sabiduría, mas que una evocación, irrenunciable.

Giulia Pandolfi
http://www.linkontro.info

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