Los factores del fracaso de los EE.UU. en su Guerra contra las Drogas en América Latina / Entrevista a Pien Metaal


Yásser Gómez / Mariátegui
14/03/10


En Lima se realizó la conferencia Reformas en América Latina en la legislación sobre Drogas, ahí se debatió los factores del fracaso de la Guerra contra las Drogas que implementó los EE.UU. en América Latina y los cambios que hoy se producen en el sistema judicial de algunos países donde se ha despenalizado el consumo y la posesión de pequeñas cantidades de droga. Para conversar sobre este tema Mariátegui. La revista de las ideas entrevistó a Pien Metaal, investigadora, Master en Ciencias Políticas en la Universidad de Ámsterdam y miembro del equipo Drogas y Democracia del Transnational Institute (Holanda). Pien vivió durante siete años en América Latina, la mayor parte de ellos en Bolivia, trabajó en el tema de las políticas de drogas, en particular sobre coca/ cocaína.

- ¿Cuál es tu balance de 40 años de guerra contra las drogas de los EE.UU. en América Latina?

- Efectivamente en América Latina y con las doctrinas de los diferentes presidentes norteamericanos se inició una represión en los países productores de drogas. Y está bastante documentada que esta guerra fracasó, que no se lograron los objetivos fundamentales que fue el de reducir el flujo de drogas hacia los mercados de los países consumidores como EE.UU. y Europa, las drogas -la cocaína en particular- están disponibles en cualquiera de los mercados ilegales, son de buena calidad y no cuestan muy caro. Entonces en ese sentido la guerra para reducir este flujo de drogas no logró su objetivo principal. Aún más, la guerra ha traído muchas consecuencias y esta política ha causado muchos daño en los países donde fue aplicada con rigor como en América Latina, sobre todo en la región Andina.

Una de las consecuencias de esta mano dura es el problema de la sobre población carcelaria en casi todos los países de América Latina que tiene una relación directa con esta guerra contra las drogas, que por una legislación estricta y extremamente desproporcionada se ha encarcelado a mucha gente. Por el delito de drogas, la venta, el transporte, y la comercialización en los países de origen, siendo las partes más débiles de la cadena de producción. En los EE.UU. pasa lo mismo, su tasa de encarcelación es la más alta del mundo, ahí hay también una gran cantidad de personas están presas por delitos de drogas en menor escala.

Las otras consecuencias supuestamente no entendidas de la guerra contra las drogas tienen que ver con el medio ambiente con la intensificación de la marginalización de una población campesina que se dedicó al cultivo de la hoja de coca y que han sido tratados como criminales en casi todos los países. En cada país se ha desarrollado -según un único modelo- la represión a los campesinos.

- Uno de los argumentos que acompaña a la militarización en la región andina -para luchar contra el narcotráfico- es el desarrollo de cultivos alternativos, que los funcionarios de los países involucrados lo presentan como la solución inmediata. Sin tener en cuenta las diversas circunstancias de producción, comercio, transporte o mercados para que este tenga éxito ¿Esta es la salida?

- Esto tiene una historia muy particular que todavía es el tema que queda pendiente de una solución, los expertos ya están totalmente convencidos, la gente que ha estudiado el tema de desarrollo alternativo no solamente en la región andina sino también en países como Afganistán o Birmania y hasta los expertos y técnicos de las Naciones Unidas y el debate mismo refleja que todos saben que no tiene ningún sentido erradicar plantas y cultivos de la gente, sino existe alguna alternativa que pueda reemplazar la economía que produce este cultivo.

Después de treinta años de erradicación forzosa y de proyectos de desarrollo alternativo el número de hectáreas ha quedado igual que cuando empezó la guerra en Colombia, Bolivia y Perú. Es difícil reemplazar una economía ilegal porque obviamente los precios son más elevados, entonces quiere decir que poder enfrentar la pobreza rural que tiene raíces mucho más allá -de los que es la lógica- del narcotráfico, hay un problema que nos hace regresar a la Colonia en términos de la división de la tierra, de los conflictos que existen por la tierra, el uso y la distribución de la tierra. Por eso el tema del cultivo se insertó y aprovechó de esta coyuntura.

Lo que se ha hecho es enfrentar a la población, calificar a los cultivadores de hoja de coca como criminales y no reconocer su derecho y su reclamo al desarrollo. Porque al fin de cuentas ese es el problema, ahí es donde los Estados deberían actuar, porque los cultivos surgen en situaciones donde hay marginalidad, donde hay ausencia del Estado, donde no hay infraestructura básica y obviamente tampoco un desarrollo integral, que en muchos de los casos del desarrollo alternativo no fueron abarcados como tal sino como simple sustitución de los cultivos para otros. Sin poder garantizar los mercados ni la infraestructura, entonces esto fue ya desde el principio una receta para el fracaso con algunas excepciones como siempre existe, pero como respuesta al fenómeno se ha quedado muy corto.

- En cuanto a la fumigación de los cultivos que por ejemplo ha traído conflictos diplomáticos entre países como Colombia y Ecuador. ¿Este debe continuar?

- Estamos en contra de las fumigaciones, desde el principio hemos hecho bastante campaña y buscamos formas y más argumentos para demostrar que es un método inefectivo y contraproducente el enfrentar el problema de los cultivos. Es increíble que todavía existan. Ahora hay un doble discurso desde Washington, porque últimamente se declaró que en Afganistán las fumigaciones no serían una buena respuesta y están en contra de fumigar el opio, la amapola allá. Sin embargo, los EE.UU. continúa financiando y promoviendo la fumigación en Colombia. Está claro que daña el medio ambiente en forma inmediata, pero lo más importante es que no responde al objetivo final que es reducir los cultivos.

Además los campesinos han desarrollado técnicas para protegerse contra las fumigaciones y efectivamente no se han reducido la superficie de las plantaciones. Es impresionante porque el mismo gobierno colombiano lo ha reconocido, entonces ahora está realizando la erradicación manual que tiene otros riesgos, porque se trata de zonas de mucha inseguridad -a veces- con presencia de grupos levantados en armas. Entonces, en el caso de Colombia es un problema con más particularidades, las fumigaciones deberían acabarse de una vez porque está comprobado que son ineficientes.

- Con respecto al consumo de drogas ¿Por qué en la mayoría de los países de América Latina no se le trata como un tema de salud pública, sino como un tema que criminaliza, reprime y marginaliza a los consumidores?

- Es la consecuencia más perversa de la guerra contra las drogas, entrar al tema de estas sustancias que están estereotipadas como el mal y que es difícil hablar del tema porque se ha ido metiendo en el espacio público como una cuestión moral, emblemática del mal. Entonces, es difícl hablar de estas cosas en forma clara, porque es un tabú y esto no permite un trato como un tema más de la salud pública, a parte de que en casi todos los países latinoamericanos los accesos a los servicios básicos de salud no están del todo desarrollados.

Entonces, para verlo como un tema más de salud pública hay varios impedimentos y limitaciones que lo han causado: La moral. El trato de los consumidores, por ejemplo no pueden distinguir el consumo de la marihuana de un consumo recreativo como parte de la cultura de juventud porque es tabú y no se puede hablar de ello. Esto obviamente no ayuda, porque si hay casos que tiene problemas con el consumo, porque lo abusa, lo consume demasiado o le hace daño porque está con muchos problemas. Hay varias situaciones donde es mejor no consumir, pero como es tabú no hay información, no hay educación, la gente no puede tomar una decisión informada sobre sus consumos y esto obviamente le hace daño a la salud pública. Pero este es un proceso que creemos poco a poco se está insertando en la agenda pública, otro motivo es que la sociedad civil está poco organizada alrededor de este tema, como consecuencia de que es algo prohibido. Por ejemplo, el tipo de consumo más problemático en América Latina es el crack y en mi país (Holanda) y en muchos países europeos es la heroína, que tiene una forma de consumo vía inyección, lo cual trae otras consecuencias y riesgos para la salud.

- ¿Cuál es tu análisis sobre la despenalización del consumo y posesión de drogas que está ocurriendo en América Latina?

- Hay leves vientos de cambio, pero todavía no se consolidó, todavía enfrenta muchos desafíos políticos sin mucho debate. Pero sí, los casos de Argentina, Ecuador, Brasil e inclusive el de México son ejemplos de cambios en la legislación y en la práctica judicial donde se reconoce por vez primera que portar drogas para consumo personal no es un delito. Entonces se abre el debate, también está el trabajo de la Comisión Drogas y Democracia, se está tratando de superar el tabú y empezando a hablar del tema.

Sí, hay un aliento digamos nuevo que podría ir consolidándose en un cambio político sobre el tema. Acá en el Perú me parecen bastante limitadas las posibilidades hasta de hablar del tema, porque está muy controlado, pero hay otros países donde se ha avanzado un poco más, gracias a la actuación de las Cortes de Justicia que han tenido que cortar el peso de la represión que se ha ido desarrollando con esas legislaciones de mano dura. En Argentina por un fallo de la Corte Superior se dejó muy claro que está contra los derechos humanos y contra la Constitución el perseguir y criminalizar a un usuario que tiene en su posesión pequeñas cantidades de drogas. Y este es un tema que podría ser algo significativo, en el sentido que podría aliviar un poco el hacinamiento que existen en las cárceles del continente a parte de todo el significado ético, que es por supuesto otro avance muy importante que la gente no deba ser tratada como criminal sino lo es.

La mayoría de personas que están encarceladas por delito de tráfico ilícito de drogas sea en Perú, Argentina, Brasil o en México son gente de origen humilde que ha tenido un papel muy pequeño en este gran negocio y ha optado de participar por motivos económicos, es decir por ser pobre. Y no puede ser que ellos carguen con todo el peso de lo que es, esta cruzada moralista contra el consumo de drogas, ni tampoco los campesinos. El problema está obviamente en como el ser humano se relaciona a la sustancia y esto es una cosa que el paradigma que ahora reina no lo permite.

- Por eso el sistema judicial debería enfocarse más en lo que son los grandes narcotraficantes, los que manejan todo el negocio...

- Claro, los organizadores de los grandes tráficos son los que abusan de muchas de esas personas como las mulas (burriers) y obtienen grandes cantidades de dinero, en realidad hasta los narcotraficantes latinoamericanos no son los que más ganan. Son las mafias que están en el exterior las que ganan mucho dinero con el tráfico y el peso de la ley debería caer sobre ellos, pero no sobre la gente humilde. Entonces, es lógico que dentro de las sociedades y los sistemas judiciales que hay en esta parte del mundo sean las víctimas más fáciles de identificar.

Es fácil de demostrar que este sistema no está comprometido en la lucha contra las drogas. Y hasta los convenios bilaterales entre los países de América Latina y EE.UU. tienen a la cantidad de detenidos como una condición o una meta. De esta manera ellos pueden demostrar que están luchando contra las drogas porque supuestamente han detenido a los narcotraficantes. Todos sabemos que no son ellos los que deberían ser los perseguidos.

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