Otra Mirada / Mariátegui
26/03/10
Hace unos días, entró en vigencia el Tratado de Libre Comercio (TLC) con China. Respecto de la política comercial aplicada en el país desarrollamos el infodiario: La “lógica comercial” del país puesta en discusión. Debido a la puesta en marcha del TLC con el gigante asiático retomamos el debate.
En este tema, de lo primero que hay que ser conscientes es de la dimensión de la economía china. Esta ha pasado de representar el 4% del total de la producción mundial en 1990 al 13% en 2009. Para este año, el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé una tasa de crecimiento en China de 10% y una proyección de 9,7% de crecimiento para 2011 apuntalándose así como uno de los principales motores de la economía mundial y determinante neurálgico en el proceso de recuperación económica luego de la crisis (cuyo fin aún no queda del todo claro). Asimismo, la economía china se ha consolidado como nuestro segundo socio comercial y constituye un mercado potencial de 1,200 millones de consumidores, por lo que se prevé que por el TLC pase a ser nuestro principal socio comercial en los próximos años.
Ahora bien, veamos ¿Cuáles son los principales productos que componen la balanza comercial con China y qué está detrás de los permanentes superávits comerciales con este país?
De acuerdo a las cifras de la Comisión de Promoción del Perú para las Exportaciones y el Turismo (PROMPERU), los productos minerales -especialmente el cobre-y los pesqueros representan aproximadamente el 70% y 10% del total de las exportaciones a China respectivamente. Es decir, ambos rubros primario-extractivos suman aproximadamente el 80% de la totalidad de nuestras exportaciones a China. Un estudio desarrollado por Torres (2010)1 muestra que los favorables saldos comerciales en estos dos productos son la principal razón de los recurrentes superávits comerciales con China. Ya que en el resto de sectores la balanza comercial con China ha sido deficitaria. Por otro lado, de China importamos esencialmente productos manufacturados con un creciente valor agregado y en sectores como el textil que es uno de los más sensibles para la economía nacional.
En síntesis, nuestra relación comercial con China se basa en exportar materias primas e importar productos manufacturados. Este patrón comercial fue estudiado y desarrollado por los economistas Prebisch y Singer (1949) quienes plantearon el modelo centro-periferia con la finalidad de entender esta lógica comercial. Estos economistas plantearon que la articulación de las relaciones comerciales entre países se basa en normas de subordinación entre ellos que involucran la especialización en específicas actividades productivas de cada país. Así, la periferia (países primario-exportadores) actúa como proveedora de materias primas para el centro (países industrializados). Mientras que el centro provee de bienes manufacturados a la periferia. Este régimen provoca la concentración de los resultados del progreso tecnológico en el centro que se traduce en mayores tasas de acumulación e ingresos, mientras que la periferia tiene bloqueado este proceso acumulativo con un consecuente estancamiento de los salarios reales.
La agro-exportación. Posible camino de reconversión
En los últimos años, ha sido indudable el protagonismo de las agro-exportaciones en la economía nacional que con el TLC con China recibirán un mayor impulso exportador. En ese sentido, hay que tener en cuenta que la actividad agrícola es una de las más intensivas en mano de obra y esta focalizada principalmente en las provincias del país. Además, los productos agrarios con fines de exportación generan entre dos y tres veces más demanda de mano de obra que los cultivos tradicionales2. Debido al mayor nivel de especialización de estos productos que conlleva a una cadena productiva más amplia que incluye: servicios de acopio y selección de producción, productos fitosanitarios y equipos de riesgo tecnificado. Por otro lado, el Perú posee excelentes condiciones geográficas y climáticas3 para la producción agro-exportadora y asimismo se ha consolidado una fuerte demanda mundial por el consumo de estos alimentos.
Es decir, el sector agro-exportador constituye una oportunidad para iniciar la reconversión del proceso de integración comercial de nuestra economía. Experiencias como la de Corea del Sur que -tras la guerra de Corea- debía especializarse en la exportación de arroz (llamada a pertenecer a la periferia), pero cuyo gobierno optó por centrarse en la adquisición de tecnología y especialización profesional, nos muestra que hay alternativas viables al modelo de apertura comercial que venimos aplicando.
La pregunta de fondo aquí es: ¿Cómo queremos llevar a cabo nuestro proceso de integración comercial?. Deseamos persistir en un modelo primario-exportador que nos mantiene en la periferia u optamos por redefinir nuestra relación con la globalización. Una alternativa es el modelo de Corea del Sur que tiene como prioridad la inversión en capital humano, innovación y tecnología, basado en la configuración de clusters y mayores eslabonamientos económicos que permita si un mayor acceso a mercados extranjeros, pero buscando romper el molde de país-periferia.
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¹Torres V. “El TLC Perú-China: Posibles Implicancias para el Perú”. Red Peruana por una Globalización con Equidad.
2 Revisar: Observatorio Sectorial del Servicio de Estudios Económicos del BBVA.
3 En la literatura económica se le conocen como ventajas absolutas.
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