Bolivia. “Hay que empoderar a la clase obrera dentro del proceso de cambio, no en ruptura con él”




Edmundo Nogales *
Mariátegui
21/08/16

En entrevista exclusiva para La Época, el viceministro de Coordinación con los Movimientos Sociales,Alfredo Rada Vélez, comparte sus apreciaciones respecto al reciente periodo de diálogos y desencuentros del Ejecutivo con la Central Obrera Boliviana a raíz del caso Enatex, que ha sido uno de los problemas más abordados por los medios de comunicación y la opinión pública en las últimas semanas.

Desde su perspectiva, el empoderamiento de la clase obrera en Bolivia no puede darse al margen del Proceso de Cambio, que ofrece condiciones únicas para un verdadero Estado de los trabajadores. Una reflexión pertinente, en momentos en que una oposición envalentonada por la derrota del 21F espera ansiosamente cualquier signo de debilidad por parte del gobierno.


La Época.- ¿Qué observaciones tiene al manejo del conflicto de Enatex por la COB?

Alfredo Rada Vélez.- Enatex había sido creada el año 2012 para preservar la última gran industria textil boliviana y mantener todas las fuentes de empleo, pero sin cargar al Estado la millonaria y fraudulenta deuda del empresario Marcos Iberkleid. Desde entonces se invirtieron en Enatex recursos económicos que permitieron primero alquilar y luego comprar maquinarias e infraestructura productiva, que constituyen hoy activos de mayor valor a sus pasivos. Pero la contracción de mercados para los textiles bolivianos afectó gravemente a la empresa, al punto de ya no ser sostenible económicamente en la escala y con los costos que tenía. Por esta razón la decisión tomada por el gobierno era duramente inevitable, más allá del juicio de valor que tengamos al respecto. Un gobierno popular puede fracasar en alguno de sus emprendimientos productivos, pero hay que decir al pueblo la verdad de por qué fallamos pues no tenemos derecho de llamar al fracaso un avance revolucionario.

Fue inevitable también la reacción de los trabajadores y de sus direcciones sindicales, con lo que entramos a un conflicto entre la COB y el Gobierno que abrió fisuras en el bloque social revolucionario que es la base de este proceso de cambio. No se llegó al punto de fractura porque, conforme pasaban los días y se acentuaba el desgaste, se neutralizaban las tendencias rupturistas de uno y otro lado.

No voy a generalizar porque tengo gran respeto por la Central Obrera Boliviana. Mis críticas están dirigidas a su actual secretario ejecutivo, Guido Mitma, que ha utilizado un doble discurso que le quita credibilidad: cuando está en reuniones con el gobierno proclama su “adhesión al proceso de cambio”, cuando está con periodistas arremete duramente contra el gobierno. Este doble discurso se debe a que Mitma no es un militante convencido del proceso, él está abocado a su proyecto político obrerista, por lo que cae en el mismo error de antiguos dirigentes sindicales que sólo entendían el mundo de los asalariados, sin comprender al mundo indígena-originario. Esto resultó fatal para la izquierda tradicional en Bolivia, que por ese camino solamente llegaba a conformar partidos de cuadros sin masas.

El proyecto revolucionario de hoy debe entroncar la lucha socialista de los obreros con la lucha comunitaria de los originarios, pero Mitma y su gente nunca aceptaron esta tesis socialista comunitaria, por eso recalan en posiciones ultraizquierdistas, esas que al caracterizar al gobierno actual como “burgués neoliberal” terminan asumiendo que el enemigo principal es Evo Morales. De esa forma se vuelven funcionales a los objetivos de la derecha.


¿En qué medida es real el actual distanciamiento de la COB con respecto del Gobierno? ¿Está en riesgo el reencuentro entre ambos?

Tomó más de dos años labrar el reencuentro de la COB con el gobierno de Evo Morales, luego del “gasolinazo” de fines del 2010. Se logró gracias a decisiones gubernamentales revolucionarias como la nacionalización del yacimiento de plata de Mallku Khota (julio de 2012), la nacionalización de los servicios aeroportuarios (febrero de 2013), la nacionalización de la mina Colquiri (junio de 2013) y la aprobación del doble aguinaldo para los trabajadores (noviembre de 2013). Estas medidas impulsaron un intenso debate ideológico al interior de los movimientos sindicales organizados en la COB, que en un ampliado nacional realizado en la ciudad de Santa Cruz a fines de 2013 aprobaron el pacto de unidad con el gobierno para la profundización del proceso de cambio.

Tiempo después, en el congreso nacional de la COB realizado a principios de este año en la ciudad de Tupiza, el documento político obrerista del grupo de Mitma fue derrotado en la discusión, en que se impuso la tesis política presentada por el sindicato minero de Colquiri que ratifica la unidad entre la COB y el gobierno para profundizar el proceso de cambio y evitar el retorno de la derecha. Guido Mitma, elegido en ese mismo congreso como máximo dirigente cobista, tenía la obligación de aplicar esa tesis, pero no lo hizo y trató de forzar la ruptura aprovechando y prolongando un conflicto puntual por el caso de la fábrica ENATEX.

Sólo otro congreso puede cambiar la decisión congresal soberana adoptada en Tupiza. Por esto digo que el reencuentro no está en riesgo, porque es una tendencia que viene desde las bases sindicales y políticas de la COB, esas mismas bases que no hicieron caso a las convocatorias a huelgas de los dirigentes.


¿No habrá un descontento más de fondo entre los trabajadores, por la pervivencia de modalidades de flexibilización laboral heredados del neoliberalismo?

Que hay logros y avances para los trabajadores en el proceso de cambio es innegable, por ello son absurdas esas afirmaciones de algunos dirigentes que dicen “nada ha cambiado, todo es lo mismo”. Pero también es cierto que aún perviven restos del neoliberalismo, como las formas de flexibilización laboral vigentes aún en el cooperativismo minero o en la construcción, por lo que es muy importante aprobar rápidamente una nueva Ley General del Trabajo acorde a la nueva Constitución Política del Estado, así como abrogar el Estatuto del Funcionario Público sustituyéndolo por una Ley del Servidor Público.

En todo caso, la peor de las respuestas a la situación actual es la confrontación y ruptura porque eso no va a fortalecer un nuevo proyecto más revolucionario, sino a las fuerzas políticas de la derecha en Bolivia. Si se resquebraja el bloque social revolucionario, del que es parte el gobierno de Evo pero también la COB, quienes se beneficiarán serán los derechistas que ahora claman por la “independencia sindical”. La ultraizquierda no ve este peligro y por ello es que termina alfombrando el retorno de los neoliberales. Sí ven el riesgo los obreros de base, eso explica que en todos los distritos mineros, en el propio sector fabril a nivel nacional, en los obreros de la construcción, en los petroleros, metalurgistas y obreros del sector eléctrico, ni por asomo acataron la huelga.


¿Será que la COB realmente es parte del poder? ¿No habrá descontento porque en los hechos no sienten que este sea un gobierno de los movimientos sociales?

Puede ser, pero repito: la salida catastrófica para la COB es erosionar este proceso de cambio que es el único que les abre posibilidades de mayor participación y profundización de las transformaciones. ¿O alguien cree que con un gobierno de la derecha los movimientos sociales tendrán mayores posibilidades? Saquemos las lecciones de lo ocurrido en Argentina: con todas las críticas que había al kirchnerismo, en ese período las organizaciones sociales y sindicales tenían mayores espacios democráticos y los derechos laborales se respetaban, hoy con Macri se vive la restauración neoliberal que está haciendo estragos con los derechos sociales de los trabajadores. Tampoco olvidemos lo que pasó durante el gobierno de la Unidad Democrática y Popular (UDP) hace treinta años, cuando la ultraizquierda anunciaba la llegada de un “gobierno obrero campesino” que nunca se materializó, en su lugar vino la derecha e instauró el neoliberalismo.


¿Cuál sería la forma ideal de restitución del pacto con la COB? ¿Qué rol tendrá la Conalcam en esto?

Nunca la Coordinadora Nacional por el Cambio (Conalcam) ha sido un espacio para suplantar a la COB, ni tampoco lo será en el futuro. Pero sí es una plataforma unitaria de movimientos sociales de matriz indígena, obrera y popular, del que participan las organizaciones afiliadas a la COB, que puede tener un rol decisivo para la profundización del proceso de cambio. No faltaran los analistas que, repitiendo el libreto de la derecha, dirán que Conalcam sólo sirve para la “cooptación” de los movimientos sociales por el gobierno. Lo que ellos llaman cooptación es en realidad un intento por construir una democracia con amplia participación social y que, en tal sentido, la Conalcam es un avance pues busca constituirse en un verdadero gabinete de los movimientos sociales, con capacidad de incidencia política, programática y estratégica dentro del proceso de cambio en Bolivia.

La COB y las Confederaciones y Federaciones que la conforman deben aplicar la tesis política del XVI Congreso, buscando el empoderamiento de los obreros dentro del proceso de cambio, no en ruptura con él.

Por el lado del gobierno hay que ser autocríticos para no cometer en el futuro los mismos errores que llevaron a esta situación.


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