Perú. Gladys Basagoitia Dazza ya está en el empíreo



Winston Orrillo
Mariátegui*
21/12/16

purificada por el fuego sagrado/ tu palabra siempre me sacia/ la sinfonía de la esperanza/ aguas de luz par el dolor/ ya sin escorias de oscura pena/ cruzo el umbral pequeña y frágil/ crece el amor/ en el abrazo con lo invisible/ mi yo individuo ya no existe/ el cuerpo débil se vuelve fuerte/ emocionada vivo la gracia/ de una serena felicidad”.
    G.B.D.


El poema del epígrafe se llama “Serena felicidad” y a esto es a lo que yo le llamo la permanencia, el arribo de Gladys Basagoitia Dazza, al edén, (su libro se llama El empíreo de la rosa) ni más ni menos que al paraíso, luego de una vida signada por los dolores –naturales- que da el duro tránsito por la existencia, el paso –y peso- de la edad. Aunque hay, por allí, un texto “Esta añosa edad”, en el que, maravilla de maravillas, ella exorciza el paso del tiempo (y esto, lo confiesa el reseñador, le emociona más aun, pues él tiene un poema con una temática semejante).

Pero leamos, mejor, completamente, esta verdadera joya literario-existencial:

ni en mi sueño más audaz/ nunca he imaginado/ el llegar así tan joven /a esta añosa edad/ ni el estar aún en pie/ ni el caminar sin ayuda/ ni el leer sin anteojos/ y si bien vivo señera/ ni el pintarme los labios,/ ni el reir a carcajadas/ y sobre todo el amar.”

El arma, el ariete que le permite a nuestra autora el ingreso al empíreo es, a no dudarlo, la poesía (que ella identifica, como veremos más adelante, con el amor); así, una vida sosegada, en la medida en que el sosiego se conquista y no se tiene per se. Pero,  como blindaje y ariete fundamentales para  lograr lo que ha logrado, se halla, pues, el no renunciar a amar y a la esperanza de que, sea como fuere, el ser humano debe estar, enhiesto, frente a las vicisitudes naturales del devenir. Y todo gracias a la presencia de la creación,de la poesía, a la que ella denomina “la impronta” de su vida. Pero mejor leamos el poema completo en el que da cuenta de lo que parafraseamos:

La impronta de mi vida”:  viendo con el ojo interior/ entre mi yo y mis raíces/ entre mi yo y mi sitio natal/ se ha abierto un abismo/ me doy cuenta que gradualmente/ mucho de mí ha cambiado/ la impronta de mi vida/ ya no es la de antes/ la impronta de mi vida/ es la poesía/ que es el amor verdadero”.

La poesía es “el amor verdadero”,  con lo que llegamos a que ella es la que, a su vez, le permite arribar al empíreo, que es donde la poeta reside en este poemario de tanta significación en su proficua obra.

Y todo por haber aprendido a ver con “su ojo interior” y por ello logra:

la claridad del pensamiento/ la sustancia del corazón/ la esencialidad del espíritu/ la vitalidad de las sangre  el calmo respiro/ el despertar de la luz del alma/ el unirse con el universo/ la sagrada poesía de la vida/ la fuerza del que no se nombra”.

Una experiencia casi mística, unimismada la poeta con su obra, como adalid de la totalidad de su periplo vital.

Pero no se crea, por ello, que la artista propone una obsoleta torre de marfil, desde la que se pueda contemplar, au dessus de la melèe (por encima de la contienda), el discurrir del universo, de nuestro mundo trastabillante. No, jamás. Y esto nadie mejor que ella para decírnoslo; busquemos, luchemos por una paz que, por otro lado, es la única salida para no hacer que la humanidad entera sucumba. Leámoslo con sus propias palabras:

espero que al fin llueva/  la luz de la paz sobre la tierra,/ lluvia que se vuelva/ un río prodigioso que creciendo/ se difunda por todo el universo”.

todo lo oscuro y doloroso de la vida/ da fuerza a las raíces del árbol de la luz/ la voluntad   la esperanza y el amor/ nos ayudan a superar/ lo duro de la vida.”

El volumen que reseñamos, Empíreo de la rosa (Fara Editore) trae unas significativas palabras del entrañable crítico y peruanista,  Antonio Melis, cuya desaparición no cesamos de lamentar, quien, familiarizado con la creación de Gladys, enuncia conceptos diáfanos que nos permiten, aun más, decodificar una poesía que, por otro lado, no tiene nada de esotérico. Dice Melis:

“G.B. renueva sus poéticas gracias a la vida. Es una vida que transcurre en una alternancia de luces y sombras, pero que sabe siempre encontrar, en la poesía, el impulso para la renovación…El amor, como siempre, en la poesía de Gladys, es el antídoto más poderoso contra la muerte. Eso vale no solo en la experiencia individual, sino también en la vida colectiva”.

¡Totalmente de acuerdo!

Asimismo, como colofón del libro, se inserta, un breve texto de Alessandro Ramberti, cuyo título lo dice todo: “Poesía arte y amor”

La autora, Gladys Basagoitia Dazza, es una creadora peruana (de profesión -no es surrealismo- bióloga) residente en Italia (Perugia) desde hace varios quinquenios, donde ha seguido una producción literaria ininterrumpida, y publicada en Argentina, México, Nicaragua, Estados Unidos, Portugal, Colombia y la propia patria del Dante. 

Desde 1969, con Los peces ebrios, se proyecta una obra que no solo aborda la lírica, sino la narrativa, el ensayo y la traducción, por todo lo cual ha obtenido numerosos premios, que no reseñamos para no quitar el espacio a nuestro intento de ahondamiento en su vital mensaje poético, que, según sabemos, no se detiene. ¡Qué va! (Ya sabemos que tiene cuarenta textos nuevos que, febrilmente, corrige).

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