Cuando una Revolución es verdadera tiene que ser Cultural. / Entrevista a Iván Padilla. Viceministro de Cultura de Venezuela



Yásser Gómez / Mariátegui
Foto: Merle Ramos
Desde Caracas
14/07/09


Regalar millones de libros de clásicos de la literatura como Los Miserables o El Quijote, recuperar espacios públicos culturales donde antes sólo eran utilizados por los que tenían amistades en el poder, para exponer obras, tanto de artistas plásticos, dramaturgos, músicos o bailarines. Crear una editorial para que todos los creadores tengan la oportunidad de publicar e impulsar un plan para convertir en críticos a simples lectores. Son parte de los cambios en la Venezuela actual. Aunque todavía falta para cumplir el ideal que todos anhelamos, el trabajo del Ministerio de Cultura ha sido inclusivo con millones de venezolanos. Por eso, la revista Mariátegui entrevistó a Iván Padilla Bravo, Viceministro del Poder Popular para la Cultura.

La sala de redacción del semanario Todos Adentro está ubicada en el Centro de Caracas, en la sede del Centro Simón Bolívar, -un espacio público recuperado- que está dividida en dos torres: la sur y la norte –donde nos encontramos-. Abajo tiene una plaza adornada con una fuente llamada Diego Ibarra, esta estuvo durante años invadida y destruida por vendedores informales. Era un lugar donde no se podía transitar, sitio común de asaltos y tráfico de drogas. Los capitalistas que manejaban a estos sectores informales eran dueños del espacio público. Por eso el gobierno bolivariano mediante el Ministerio de Cultura asumió que el espacio público debe ser para el uso público y los que están en manos de privados y que sirven para el usufructo de privados, tenían que quitárselo. Esa plaza la recuperaron en condiciones bien difíciles, tuvieron que persuadir a los comerciantes y a sus protectores, que no pusieron resistencia armada y salieron en paz. Se les convenció que permitieran que la plaza pública fuera para el disfrute de los ciudadanos que transitan o residen en Caracas. Esto forma parte del proceso de recuperación de los espacios públicos.

Cuando Hugo Chávez y el Movimiento Quinta República (MVR) ganaron las elecciones presidenciales en 1998, Iván Padilla venía de ser un militante de la izquierda revolucionaria, ex guerrillero, estuvo preso nueve años en la cárcel de máxima seguridad. Perteneció a la Juventud del Partido Comunista y a la organización Grupo de Comando Revolucionario, un pequeño grupo que realizaba acciones militares. Por eso secuestraron a un estadounidense de una empresa transnacional, para juzgarlo por delitos de injerencia en Venezuela, soborno a funcionarios públicos y traición a la patria. Entonces, para Padilla y los de su generación, que habían tenido a militares como carceleros -evidentemente- tenían dudas sustentadas con la aparición de Hugo Chávez en el escenario político. “Me preguntaba como voy a votar por un militar que pudo haber sido mi carcelero. No voté por Chávez cuando el postula en 1998. A pesar de que lo había encontrado en una librería del Ateneo de Caracas -recién salido de la cárcel en 1994- me acerque para decirle que quiero saludar a este trozo de nuestra historia que está vivo y que está aquí con nosotros. Conversamos un rato e intercambiamos teléfonos”, confiesa Padilla.

Sin embargo, en el acto de juramentación como Presidente de la República, Hugo Chávez impactó a los venezolanos cuando dijo: Juro ante esta moribunda constitución. “La Constitución sobre la que el estaba prestando juramento, tenía la convicción de que había que pasarla por encima, porque era letra muerta. Al poco tiempo de haber asumido la presidencia convoca a la Constituyente y el pueblo venezolano vota por ella. Ahí me inscribo en el registro electoral y dije esto va en serio. Empecé a asumir que podríamos estar transitando un camino extrañamente democrático. Porque se propone en la Constitución que somos una democracia participativa y protagónica. En Venezuela todo se vota. El resultado final se tiene que dar por votación popular”.

Iván asegura que, no es nada fácil que el pueblo decida gobernar y que lo haga además con mecanismos del enemigo. “Porque la historia nos ha obligado siempre a que si queremos gobernar tenemos que derrocar el poder que está en manos del enemigo -generalmente a tiros-, porque no tenemos muchas opciones para hacerlo. Aquí llegamos sin violencia y empezamos a construir un gobierno que a los diez años de recorrido, uno tiene que decir como autocrítica, que recién está empezando”.

- ¿Cuánto tiempo tiene el Ministerio del Poder Popular para la Cultura?

- En su conjunto como cinco años, aunque como Ministerio del Poder Popular para la Cultura tiene casi tres años. Lo cierto es, que en Venezuela no había quien asumiera la responsabilidad desde el Estado para desarrollar las políticas culturales. Incluso estando el pueblo en revolución con el Comandante Hugo Chávez como presidente, la institucionalidad que llegó más lento a incorporarse a la nueva gestión gubernamental fue Cultura. Existían en Venezuela algunas instituciones dispersas que se ocupaban de algunas áreas de gestión con los criterios con los que se desenvuelve el capitalismo generalmente en este tema, con los criterios del feudalismo enclavados en el capitalismo, bajo esa figura que es el mecenazgo. Es decir, agrupaciones de músicos, teatreros, artistas que por alguna razón de la división social del trabajo acceden a un puesto de privilegio y el Estado los reconoce con un recurso con una dádiva que les da. Desde que empezamos en revolución a asumir una política cultural del Estado, queríamos -entre otras cosas- revertir ese tema. Porque el Estado no debe ser un mecenas, los artistas no los necesitan y mucho menos en una sociedad que uno quiere, socialista, en equidad. Por eso el Ministerio nace bajo una consigna importante, que es definir al pueblo como la Cultura, el pueblo es la Cultura decimos en la gestación de esta gestión.

En Venezuela tenemos veintiocho millones de habitantes y eso lo traducimos en términos de la consigna que tenemos, porque para el Ministerio tenemos veintiocho millones de creadores y creadoras en nuestro país. No podemos decir que artistas, creadores o cultores son una élite, no, porque tenemos veintiocho millones de artistas y esto incluye a nuestros pueblos indígenas. Porque en Venezuela nos habían desaparecido. En los libros escolares con los que nos formábamos no aparecían los pueblos indígenas, solamente en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela reivindica la existencia de estos -alrededor de cuarenta - pueblos, reconocidos y diferenciados por sus idiomas, manifestaciones culturales y religiosas. Solamente empiezan a visibilizarse con la Revolución y con el liderazgo del Comandante Chávez.

- Respecto a la Cultura ¿Cuál es su balance a diez años de la Revolución Bolivariana?

- Nos toca hacer una resistencia, porque nosotros asumimos que cuando una revolución es verdadera tiene que ser cultural, porque tiene que ir a las raíces, tiene que cambiar nuestras costumbres, la moral. Tenemos que mirar el mundo de una manera distinta, pero eso no se decreta, eso tiene que irse construyendo. Y la construcción es difícil, porque la resistencia es inmensa. Cuando nace lo que hoy es el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, calificando al pueblo como sinónimo de cultura. Es decir, 28 millones de creadores y creadoras tenemos en nuestra Venezuela. Decimos el pueblo es la cultura, para reafirmar que todas las culturas están presentes en todas las expresiones, algunas veces por naciones organizadas como los pueblos indígenas, pero también por afrodescendientes que tienen mucho de las costumbres africanas para celebrar imposiciones hispanas, por ejemplo la Fiesta de San Juan Bautista en el mes de junio, que es una divinidad católica. Pero la celebramos bajo la impronta de los pueblos africanos que aquí estuvieron y que crearon encima de esta una divinidad que está mas cerca del pueblo y que se convierte en fiesta con aguardiente, tambores. Y esa son nuestras culturas vivas, latentes.

Esa cultura tiene que -de alguna manera- marcarnos u orientarnos hacia una conciencia. Por eso, la segunda gran consigna que asumimos desde el Ministerio es decir, estamos en el proceso de revolucionar la conciencia. La cultura tiene que conducir a la revolución de la conciencia. Es decir, que lo que hemos tenido hasta ahora como conciencia, que generalmente es una conciencia falsa, que es lo que llamaba Carlos Marx, la ideología como falsa conciencia. Nosotros estamos obligados a convertirlo en conciencia de nuestros pueblos y esa es nuestra revolución. Nuestra gestión cultural apunta en Venezuela para acompañar de manera cierta a esta revolución a transformar las conciencias a ser radical, a reivindicar la condición de seres humanos que tenemos, que logremos recuperar lo que nos intentaron quitar por siglos, en el caso del capitalismo. Pero que está ahí latente, que es parte de nuestra vitalidad humana. Nuestra gestión es revolucionaria porque apunta al corazón de los seres humanos y eso la convierte en una herramienta fundamental para el avance en la construcción de la sociedad que queremos, de la sociedad socialista.

- Para luchar contra la hegemonía cultural que impone el modelo neoliberal ¿Cuáles son los principales proyectos que está desarrollando el Ministerio?

- Todo lo que hacemos apuntan a eso. Por ejemplo, teníamos escritores, pero había -por supuesto- algunos que tenían un coqueteo con el poder o que venían de formar parte del poder y por lo tanto tenían acceso a las editoriales, a la publicación de sus libros a ser reconocidos, colocados en altares y recibir el calificativo de gran poeta o gran escritor. En el siglo XX en Venezuela hay dos escritores emblemáticos: Rómulo Gallegos, novelista y Andrés Eloy Blanco, poeta, ambos muy buenos. Pero si no hubiesen sido adecos,(militantes del partido Acción Democrática) sino hubiesen formado parte del poder de entonces y si hubiese habido una justicia y equidad para valorar lo que significaban como escritores, podían perfectamente haber conseguido a otros de igual o mejor nivel. Entonces, ellos van de la mano con el poder para convertirse en escritores.

Hoy con la Revolución Bolivariana empezamos a enfrentarnos y romper con eso. Cuando iniciamos esto, decíamos no tenemos muchas herramientas, entonces creamos una editorial a la que llamamos El Perro y la Rana, porque es el logotipo del Ministerio, que representa el arte indígena de la cultura Panare del Estado Amazonas, que según los antropólogos tienen pintado a un perro y una rana –de color rojo- ubicados verticalmente dándose la espalda.

Esta editorial –ya teniendo el Estado a dos como Monte Ávila y Biblioteca Ayacucho- se hace para incluir, para que todos tuvieran la oportunidad de publicar. Aquí se abren las puertas para los escritores. Tenemos 14 millones de libros publicados. Hubo un momento en que publicábamos dos libros por día. Es fuerte producir esta cantidad, porque estamos hablando de todo; diseño, edición y producción. Pero a través de la Red de Escritores, tratamos de captar a escritores nuevos, que es una red no gubernamental. Pero, todas las demás herramientas para llegar hasta el producto final son del Estado. El Perro y la Rana tiene cuatro años de existencia.

También organizamos mega exposiciones para que los artistas plásticos que jamás habían tenido donde exponer, entraran al Museo de Bellas Artes a la Galería de Arte Nacional y a los museos bajo la responsabilidad del Estado y exhibieran allí al lado de las grandes luminarias. Claro, produce un escándalo, pero el necesario para que la gente reflexione, porque unos sí y otros no. Quien dice que el denominado arte popular es un arte de segunda o inferior, eso dicen los capitalistas. En algunos casos jóvenes poetas, que son eufemismos que se utilizan, hay jóvenes poetas de setenta años porque no entran en el olimpo. No están entre los privilegiados. Cuando uno decide romper con eso, tienes que -además de hacer el trabajo perseverante que tiene que ayudar a construir espacios permanentes para que todos y todas nos sintamos reconocidos- también falta a veces chocar de manera efectista. No tengamos miedo en decir que son acciones de tipo efectista. Cuando decimos todos los poetas pueden escribir, es verdad debería haber un equipo que lea y decida a cual ayudar o darle herramientas para que use mejor el lenguaje, para que la rima sea más adecuada. Pero no le digas no a priori, tú no eres poeta, porque eres pobre, sucio o contestatario.

Por ejemplo, nuestro Alí Primera ese cantor contestatario que se ha hecho universal con una capacidad para la diversidad musical venezolana. Todas buenas, sabrosas que expresan los sentíres populares. Y Alí Primera que tuvo una capacidad para crear y construir unas metáforas de lo cotidiano con mucha fuerza jamás lo dejaron escuchar en las emisoras de radio. Ahora ha sido reivindicado, se oye en las radios. En los tiempos cuando estaba vivo era un perseguido, una escoria, un carajo al que mejor joderlo, eliminarlo. Mientras en El Salvador los guerrilleros cantaban su tema Techos de Cartón, en Venezuela estaba prohibido en la radio. Alí tiene una canción en la que dice, La peor grosería la dice esta sociedad que es la explotación. Entonces, esos que nunca tuvieron la oportunidad de estar, están ahora o por lo menos con la posibilidad de tener las puertas abiertas para que estén. Y los que estuvieron por privilegios, pueden seguir estando porque no se les está echando, sólo que tienen que comprender que no son ellos solamente, sino que tienen que darle cabida a otros. Que el recurso del Estado cuando hay una gestión desde un Ministerio como el del Poder Popular para la Cultura, no puede invertir en un determinado tipo de artista, tiene que hacer que el recurso presupuestario que se ha planificado generalmente con un año de antelación, sirva para que atendamos a todas y todos los creadores. A nosotros nos toca oír al pueblo, en la medida que queremos fortalecer el poder popular decirle a los consejos comunales que sean los que decidan en quienes invertimos y a quienes les damos el recurso a quienes ofrecemos apoyarlos en un momento determinado.

Nosotros ahora nos vemos en la televisión, incluyéndome a mí mismo. Antes no nos veíamos y si nos veíamos, lo hacíamos con un número aquí abajo que decía: "Se busca". (Risas). Entonces, evidentemente que hay cambios. Y la gestión cultural tiene el reto de que esos cambios sean para la inclusión, por eso hemos llamado a nuestro periódico –semanario- Todos Adentro, que es una manera de decir, esta es la inclusión. En este periódico se van a visibilizar los que nunca tuvieron la oportunidad de aparecer, sino como perseguidos, malandros, pobres o marginales.

- Además hay políticas como el Plan Revolucionario de Lectura...

- Hace cuatro años la UNESCO -que no es un organismo chavista, revolucionario, ni izquierdista- declaró a Venezuela libre de analfabetismo. Somos el segundo país de nuestra América que consiguió liberarse del analfabetismo. Algo que ni siquiera, los administradores del gran capital a través del Departamento de Estado han conseguido para el pueblo norteamericano, porque los EE.UU. es uno de los países más analfabetos. Usamos un método diseñado por los compañeros cubanos llamado Yo sí puedo, en un tiempo récord con la participación de todas las fuerzas venezolanas formales y no formales, pero socialmente disponibles, haciendo una campaña con la que Venezuela quedó libre de analfabetismo. Hoy estamos lanzando el Plan Revolucionario de Lectura (PRL) que es una herramienta para alcanzar la definitiva ruptura con el analfabetismo, porque nos quedaba ese reto difícil que es el del analfabetismo funcional, seguíamos teniendo personas que no eran capaces de comprender lo que leen, que es lo que muchas veces complica más las cosas. El PRL propone que tengamos un instrumento para ser crítico frente a lo que leemos, para que podamos tener la oportunidad hasta de cuestionar lo que estamos leyendo y tener argumentos para hacerlo. El sábado 25 de abril del 2009 el PRL lo lanza el presidente Hugo Chávez en un acto realizado en la Galería de Arte Nacional.

Con el lanzamiento del PRL nos han empezado atacar diciendo que es un plan ideologizador. Por supuesto, que tenemos argumentos para debatir eso y daría para una larguísima discusión, pero en verdad lo que estamos haciendo es evidenciando que todo acto de lectura auténtica es un acto revolucionario. Cuando tu alcanzas el disfrute de lo que estas leyendo, es porque lo has comprendido. Es porque críticamente te has conectado con el texto que estas leyendo, puede ser una poesía, un ensayo, un cuento, un texto escolar. El asunto es que cuando este leyendo no sea un recitador, sino sea alguien que me compenetre de tal manera con eso, que sea capaz de completar a quien lo escribió o de hacer un libro nuevo. Y eso se consigue con la lectura crítica y para eso sirve el Plan Revolucionario de Lectura para revolucionar la conciencia, para que tengamos las herramientas suficientes -una metodología- que nos permita acercarnos a la lectura, no de una manera sumisa como nos acostumbró el capitalismo, en la que terminábamos creídos a que la falacia que dicen todos los libros o periódicos es verdad.

Ahora nosotros queremos contribuir a darle a nuestro pueblo herramientas de libertad, contribuir a fortalecer la artillería del pensamiento. Nosotros tenemos en Venezuela a dos personajes que son de nuestra América, del mundo, sobre los cuales hace falta volver la mirada. Como un militar como a Francisco de Miranda se le ocurrió montar una imprenta en los barcos que venían a liberar a Nuestra América, también llevaba camiones y sabía que iba a echar tiros. ¿Qué visión puede tener un hombre que está pensando que la revolución la va a ganar no sólo con cañones sino con libros?, todavía en aquella época que era un lujo tener una imprenta. Miranda la llevaba porque sabía que tenía una herramienta de combate importantísima y unos años más tarde, Bolívar en Angostura crea el periódico Correo del Orinoco y además dice esa frase famosa en la que califica a la imprenta como la artillería del pensamiento. Otro soldado pensando en la imprenta. Era visionarios y por ahí va la revolución. En algunos momentos la revolución convoca a echar tiros a definir las batallas en el campo del fogueo de la guerra, pero hay una lucha mucho más prolongada, más profunda, determinante, que es la lucha en el terreno de las ideas. Sobre como conseguimos ser libres de verdad. También Bolívar decía: "Nos han dominado más por la ignorancia que por las armas". Una verdadera revolución tiene que apuntar a que el ser humano se sienta libre en el ámbito del conocimiento, del saber y de la lectura. Y por eso hoy en el Ministerio del Poder Popular para la Cultura tenemos la imprenta más grande del Estado venezolano. Todos tienen la posibilidad de imprimir en Venezuela. Además tenemos muchas herramientas de ese tipo: el cine, los libros, los artistas plásticos sin imponerles los contenidos, porque no queremos parecernos en ningún momento al nefasto realismo socialista de -nuestros predecesores en el campo de la construcción del socialismo- los compañeros soviéticos, que tuvieron sus méritos. Pero, por ejemplo, en el terreno de las artes ellos hicieron a formas bonitas imponerles contenidos abruptos, panfletos, consignas muy vacías que le hacían perder el sentido de la comunicación bella.

En Venezuela decimos que desde la gestión del Ministerio apoyamos la creatividad, pero no le damos el contenido, que lo da la vida y la historia. Ahí tenemos a esos grandes líderes de los procesos independentistas de Venezuela: a nuestro Francisco de Miranda a quien en nuestra escuela nos lo redujeron al papel de precursor de la independencia, pero fue un gran independentista, un gran luchador, al mismo Simón Bolívar y a tantos hombres que en Nuestra América nos dejaron tanto sudor, tanta calle, tanta tierra, tanta sangre, tanto dolor para acercarnos a la posibilidad de lograr la felicidad para todas y todos como un gobierno revolucionario, que todavía no es socialista, pero que sus gestiones apunta a contribuir a la construcción del socialismo.

- ¿En qué consiste la Misión Cultura?

- Se está haciendo desde hace diez años. El primer paso que se dio en Venezuela ante una institucionalidad caduca, pero además inmodificable, porque si decidimos hacer nuestra revolución por un vía gubernamental y con las estructuras del viejo Estado, no podríamos imponer muchas cosas a la fuerza. Teníamos que calarnos la estructura con la que había venido funcionando hasta el presente el Ministerio de Educación, pero pensando en términos de inclusión empezamos por crear la Misión Robinson, para romper con el analfabetismo, la Misión Ribas para acceder a la educación básica (primaria y bachillerato), la Misión Sucre para los estudios universitarios y a crear universidades o a potenciar algunas que existían, pero que eran elitistas. Había una universidad (UNEFA - Universidad Nacional Experimental de las Fuerzas Armadas) que era para los militares y se formaban con un diseño curricular perfecto, pero hecho solamente para la casta de los militares, para el pequeño grupo que podía acceder ahí. Hoy tenemos 52 núcleos de la UNEFA, allí van civiles y militares, se forman nuestros mejores ingenieros, técnicos. Tienen un componente de alta calidad, que para nada es discriminatorio, que es incluyente. Esos son caminos de acercamiento a la posibilidad verdadera de libertad.

Se hace Misión Cultura, que -en sus orígenes- es un convenio entre la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez y el Ministerio de la Cultura, para formar a aquellos activadores que tuvieron toda su vida dedicados a tocar cuatro a pintar a ser promotores culturales en sus comunidades y nadie les reconocía nada. Ahora el Estado venezolano les ofrece la posibilidad de oportunidad de inclusión de decirle ustedes tienen unos saberes, vamos a sistematizarlo y después ustedes contarán las historias de sus comunidades. Al final de ese proceso formativo reciben el título de Licenciado en Educación, mención Desarrollo Cultural. Tenemos 33 mil activadores de Misión Cultura y algunos han empezado a graduarse. Con esa metodología andragógica, no tienes un pupitre, una pared o una universidad en el sentido formal ni nadie dándote clases, sino un intercambio de saberes. Vamos con un facilitador y un tutor a ponerle forma a eso que tu sabes y que además me vas a ayudar a aprender a mí también. Y entre los dos construimos cosas.

- ¿Cómo se recuperó espacios culturales como El Ateneo?

- La recuperación de los espacios públicos no es sólo una tarea del Ministerio de la Cultura, aunque nos tocó muy de cerca el caso de El Ateneo. Uno de los gobiernos de esa dictadura llamada democracia representativa, para complacerse con los ricos de ese grupo familiar oligárquico y rancio de Caracas le construyó un edificio a fines de la década del ochenta (El Ateneo, ubicado al costado del hoy Teatro Teresa Carreño), en un espacio público con recursos del pueblo venezolano. Y ellos empiezan a enriquecerse con eso, en nombre de la cultura para exhibir los grupos que les interesaban. Todo lo privatizaron, los pasillos, las salas de exposición, teatro, de cine. Entonces, en un momento que uno dice ya estuvo bueno. Sobre todo porque en los últimos tiempos los espacios estaban siendo utilizados como centros de conspiración contra el gobierno revolucionario de Venezuela y ahí se reunían los golpistas, los terroristas, los planificadores de magnicidios. Todas las actividades que allí se realizaban lo hacían para usufructo económico-político real a través de un espacio público. No forzamos la barra, esperamos como gobierno que se le venciera el comodato de arriendo. Y les dijimos devuelvan al pueblo lo que es del pueblo, porque ahí se va a instalar la Universidad Nacional Experimental de las Artes -ya está instalada aunque todavía en construcción- que es un proyecto interesante que responde a las necesidades del pueblo venezolano de tener una universidad que atienda a los creadores y creadoras que no tenían espacio para su formación.

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