Uruguay: La difícil segunda vuelta

Antonio Peredo Leigue / Mariátegui
07/11/09


Alrededor del 48% con una distancia casi 20 puntos con relación a su seguidor Lacalle, el Frente Amplio tiene por delante una segunda batalla. Pepe Mujica ha llamado a un esfuerzo más, porque estas elecciones, deben ser un mensaje para la América Nuestra: los pueblos avanzan por la senda del cambio.

La segunda vuelta se decreta, cuando ninguno de los candidatos alcanza 50% más 1, sin importar la diferencia que haya en la votación. Es lógica, en la lógica de los partidos tradicionales, la imposición de tales reglas. De esa manera, blancos y colorados, intentan sumar suficiente votación para desterrar al FA a una segunda posición. Según la corte electoral, Lacalle (blancos) obtuvo 28.54%, mientras Bordaberry (colorados) cuenta 16.67% a su haber. Esperaban, por supuesto, sumar una cifra mayor que Mujica, pero el resultado fue mezquino; sumaron nada más que 45.21%.

Algo importante que no deja lugar a dudas sobre la vocación del pueblo uruguayo: el Frente Amplio tiene mayoría en ambas cámaras, según el conteo final de la corte electoral. Aún así, Mujica pidió un esfuerzo más, porque nadie tiene derecho a dormirse en sus laureles; mal haría el FA si, calculando alegremente, concluye que no necesita otra campaña: siendo necesaria simple mayoría en el balotaje, ya está ganada la elección.

Lo primero que se aprende en política, tal vez mucho más cuando se la ejerce en la clandestinidad, es que el pueblo no es una cantidad, un número, una cifra que puede manejarse para cualquier mandado. Sólo cuando entendemos que se trata de personas, cada una de las cuales tiene ideas que desarrolla, que critica a veces en forma exagerada, que ofrece afectos y reserva reticencias, entonces y recién entonces podemos decir que estamos en contacto con el pueblo.

La prueba es el resultado de los referendos que se realizaron simultáneamente con las elecciones: uno para derogar la ley de impunidad sobre los delitos de la dictadura y otro para aprobar el voto en el exterior. En ambos casos, el FA propició el SI, pero la votación fue contraria en ambos casos. ¿Qué motivó esa contradicción? Pepe Mujica lo dijo con toda claridad: embebidos en la campaña electoral, le dieron poco espacio a los referendos. Fue una gran pérdida. Los crímenes cometidos por esa dictadura que se inició con Pacheco Areco y terminó con Gregorio Álvarez, recientemente condenado a 25 años de prisión por los crímenes cometidos durante su gobierno, no podrán enjuiciarse. ¿Cómo, el pueblo uruguayo, avala el mantenimiento de la impunidad? Ensayando respuestas, podemos postular la inclinación a no remover atrocidades, la preocupación por el desarrollo y la crisis económica o la tendencia a esperar que la situación política se aclare. La verdad, sin embargo, es que no se hizo el trabajo en forma apropiada.

Es importante tener en cuenta todos los resultados. Escuchábamos a Lacalle diciendo, poco más o menos, que ahora se trataba de unirse con el Partido Colorado. Como guiñando el ojo, el candidato perdedor hablaba de aquellos que tenían otro lema en sus autos, los que votaron por otro candidato y que, ahora, votarán por nosotros. Claro. El auto vale, no la persona. La pregunta real es si así ocurrirá o, los votantes harán una evaluación diferente. ¿En qué puede basarse esa posibilidad? Un 60% de los uruguayos aprueba la gestión del Frente Amplio con Tabaré Vásquez como presidente. ¿La legendaria figura de Pepe Jiménez los amilana? No parece ser así, si vemos la tendencia claramente contraria a los partidos tradicionales.

Por supuesto, la campaña es compleja. Fue mucho más difícil luchar contra el sistema con las armas en la mano. Fue cruel el aislamiento carcelario que sufrieron los líderes tupamaros. Sin embargo, de esas impresionantes pruebas salió adelante Pepe Jiménez sin odios. Esa es la personalidad que define el íntimo ser uruguayo. El 29 de noviembre estaremos pendientes del resultado que debe dar el triunfo a Pepe Mujica.

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