Violencia enturbia campaña electoral boliviana, cruzada por fantasma de mercenario Rózsa y pasado de candidatos

Coco Cuba / ABI - Mariátegui
Foto: ABI
16/11/09


La violencia enturbiaba el panorama electoral en Bolivia, luego que grupos de inadaptados frustraran el jueves a pedradas un acto público en que debía ser proclamado, en Santa Cruz, el binomio presidencial Evo Morales-Alvaro García, en momentos en el espectro del mercenario croata Eduardo Rózsa, cabecilla de una banda terrorista de europeos que tramaba encender una guerra civil en el país andino amazónico, parecía cruzar la campaña boliviana, lo mismo que el pasado de los candidatos, a tres semanas de las elecciones.

Grupos de jóvenes atacaron el sitio del mitin, emplazado cerca de la pública Universidad Gabriel René Moreno, en el centro de Santa Cruz (900 km al este de La Paz), dejaron al menos 5 estudiantes heridos, destrozos en un equipo de amplificación y obligaron a la suspensión del acto de proclamación al que García no pudo llegar.

Se trata del primer hecho de violencia exacerbada en la campaña boliviana que estalló en octubre último y que hasta el jueves se había desenvuelto en los marcos del respeto, tolerancia y sin sobresaltos importantes.

La violencia perpetrada por adherentes del candidato a senador por Santa Cruz, German Antelo, del Plan Progreso (PP) que postula a la Presidencia al militar Manfred Reyes Villa, según denunció su homóloga Gabriela Montaño, del gobiernista Movimiento Al Socialismo, de Morales, retrotrajo el clima político reinante en Santa Cruz, donde grupos de vándalos se tomaron oficinas públicas y el aeropuerto en la órbita de un intento de golpe de Estado cívico prefectural en setiembre de 2008.

A poco más de tres semana de los comicios en que cerca de 5 millones de ciudadanos eligirán, en las urnas, a Presidente, Vicepresidente y a 166 miembros del congreso, la campaña boliviana expresaba el viernes síntomas de exacerbación indesmentibles.

Los equipos de mercadeo electoral de dos de las ocho tiendas políticas que terciarán en la elección se han enfrascado en una estrategia de desprestigio del adversario.

Mientras Morales recorre infatigablemente diversos puntos urbanos y rurales del país, de concentración en concentración, mitin en mitin, proclamación en proclamación, en medio de expresiones de adhesión popular y de sectores empresariales y profesionales, el PP, de Reyes Villa, ataca, en ácidos spots televisivos, a su contendor, el empresario Samuel Doria Medina, de la centroderechista Unidad Nacional, en un intento por separarlo de la carrera electoral, bajo el supuesto que él, en soledad, podría forzar al mandatario indígena a la segunda vuelta (balotaje), homologada, por primera vez en Bolivia, en la nueva Constitución.

Doria Medina ha devuelto gentilezas, por el mismo canal y el mismo mensaje.

En un cruce de fuegos, propios de la publicidad negra o "contracampaña", así signada por el mercadeo electoral moderno, ambos candidatos gatillan avisos pagados contra Morales que marcha primero en las encuestas, con un 60% de la intención de voto, frente a 24% de Reyes Villa y 16% de Doria Medina.

De mantenerse la curva de la intención de voto y plasmarse en las urnas el 6 de diciembre, Morales pasaría a controlar sin óbice las cámaras de Diputados y Senadores, en el período constitucional 2010-2015.

En el sótano de la campaña sobrevive un elemento impensado, el fantasma de Rózsa, un miliciano húngaro croata de origen boliviano, contratado, por financiadores locales en Santa Cruz, para encender una guerra civil en Bolivia y escindir del país andino amazónico a su pujante región oriental, donde se radicó la más radical oposición al progresista Morales, desde que asumió el timón del país en enero de 2006.

Rózsa y dos de sus tenientes, el irlandés Dwyer Michel Martin y el rumano Manyarosi Arpak, fueron abatidos en un intercambio de fuegos con la policía boliviana, en un hotel de Santa Cruz, el 16 de abril último.

La oposición boliviana ha acusado al gobierno de haber "ejecutado" a Rózsa, avezado jefe de un grupo que ejecutó tareas de limpieza étnica en la guerra de los Balcanes, a principios de la década de los ?90.

Pese a que Rózsa declaró a la televisión húngara que su misión en Bolivia, adonde llegó, subrepticiamente, entre setiembre y octubre de 2008, era provocar una guerra civil que promueva la secesión del rico departamento de Santa Cruz y que, también en un video, lamentó no haber volado por los aires con explosivos el barco en que Morales y todos sus ministros celebraban un gabinete en medio del Lago Titicaca, la oposición parece tratar de despegar de la campaña la acusación que se le ha endilgado a sus más prominentes líderes radicados: "separatistas".

En particular Reyes Villa y sus candidatos a legisladores por Santa Cruz acusan a la Policía de haber "plantado" pruebas en las habitaciones de hotel donde, afirman, en base de un vídeo registrado por los mismos policías que desplegaron el operativo en que Rózsa cayó muerto y que se filtró a los medios privados, que el mercenario fue "asesinado".

El debate se ha centrado estos días en el tema Rózsa, redivivo por la oposición boliviana interesada en desembarazarse, ante las opiniones públicas, de la tacha de secesionistas.

El pasado de los adversarios electorales es otro factor que también juega en esta campaña que alcanzará su cenit entre el 15 de noviembre y el 3 de diciembre, cuando la legislación electoral ordena el retiro de cualquier expresión proselitista que pueda contaminar la reflexión de los electores bolivianos en Bolivia y en una decena de ciudades de Argentina, España, Brasil y Estados Unidos, habilitados por primera vez para elegir a Presidente y Vicepresidente, mas no senadores ni diputados.

Dado alto stock de popularidad de Morales, la pugna boliviana está centrada en su bicameral Congreso, coinciden analistas locales.

Otros señalan a priori que, definidos como parece están los resultados de la elección de diciembre, las baterías de los partidos bolivianos se emplazan en dirección a los comicios prefecturales y municipales pautados para el 10 de abril próximo, cuando se discutirá el crucial poder local en la Bolivia que se ha dotado, por mandato de su nueva carta política de un régimen de autonomías departamentales.

El pasado de los principales protagonistas de las elecciones de diciembre juega, asimismo, otro papel clave en la perspectiva de la percepción del elector incauto.

Mientras Morales intentan convencer, a sectores de clase media, de las bondades de su proyecto de industrializar los recursos naturales que entre 2006 y 2008 nacionalizó de manos privadas sin escitar, Reyes Villa busca sacudirse de sus vínculos con la dictadura militar que gobernó Bolivia entre julio de 1980 y agosto del año siguiente.

Un semanario privado, Alerta, publicó la semana pasada un reportaje en que revela las implicancias de Reyes Villa, su candidato a vicepresidente Leopoldo Fernández, sumariado por la matanza de 13 campesinos en setiembre de 2008, cuando él gobernaba el amazónico departamento de Pando y el prefecto revocado de La Paz, José Luis Paredes, con la dictadura, el narcotráfico y la corrupción.

Siempre por la televisión, Reyes Villa y Doria Medina atacan a Morales, en una suerte de todos contra todos, con denuncias de haber gobernado sólo para los cocaleros del central Chapare, uno de sus más firmes bastiones políticos, y de haber incentivado, con su política opuesta a la "erradicación de coca y de los labriegos" el narcotráfico.

Reyes Villa no ha podido espantar los fantasmas de la más cruenta dictadura militar, más aún cuando una fotografía, disparada en 1980, lo muestra como escolta del ministro de Interiores de entonces, Luis Arce Gómez, que purgó en EEUU una pena de 16 años por narcotráfico y que ahora expía, cerca de cumplor 70 años, otra condena en Bolivia a 30 años de encierro sin derecho a indulto.

EEUU tachó a Arce Gómez como el "ministro de la cocaína".
Doria Medina, dueño del oligopolio del cemento en Bolivia, tampoco puede desembarazarse de su actuación en el gobierno del socialdemócrata Jaime Paz (1989-93) cuando, en calidad de ministro de la economía, prometió privatizar "una empresa por semana".

En medio de ese brebaje dirigido a los televidentes, radioescuchas y lectores bolivianos, otro factor acaba de aterrizar en el escenario electoral boliviano: el juicio por genocidio al expresidente liberal boliviano Gonzalo Sánchez de Lozada, aliado, en el período 2002-2003, de Reyes Villa.

Un juzgado de EEUU, donde Sánchez de Lozada y su ministro de Defensa Carlos Sánchez Berzaín se refugiaron en octubre de 2003, cuando 67 bolivianos fueron asesinados por la fuerza pública en medio de una insurrección popular, acaba de aceptar, como posible, juzgar al ex presidente y canalizar su extradición a Bolivia.

La justicia y cancillería bolivianas invocan la extradición del ex mandatario y sus colaboradores, también refugiados y asilados en Perú.

Uno de los hermanos de Reyes Villa, Erick, ex ministro de Sánchez de Lozada, ha sido incluido en el juicio por delitos de lesa humanidad y peculado que la Corte Suprema ha radicado contra el mandatario, un privatista por antonomasia.

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