Fútbol, pasión (y política) de multitudes


Diego Ghersi / APM - Mariátegui
10/06/10


El más popular de los deportes nunca estuvo desligado de los acontecimientos políticos. Algunos casos que parecen goles olímpicos

Sería extraño que una actividad tan universalmente popular como el fútbol y su máxima expresión, el Mundial, estuviesen ajenos de los avatares políticos internacionales.

Las anécdotas comienzan a acumularse desde la creación de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), en 1904, pero la primera intrusión grave aconteció durante la Primera Guerra Mundial. La “Gran Guerra” comenzó por reclutar jugadores para las filas combatientes> y dificultó cualquier intento de competición internacional.

Haciendo gala de un aceitado espíritu deportivo, los países vencedores de la confrontación europea creyeron que era una “buena idea” no competir con los derrotados, cuestión que prorrogó los problemas para organizar torneos.

Esa dificultad aún se mantenía para el Mundial de Uruguay de 1930 -primero de la historia- e impidió que Gran Bretaña asistiera. Además el agregado de la Gran Depresión puso un ingrediente hoy impensado: las delegaciones europeas no podían costear el pasaje hasta Sudamérica y aunque Uruguay se ofreció a solventar los costos, sólo cuatro países del viejo continente participaron, como fáciles presas para los equipos rioplatenses.

Cuatro años después, la depresión económica había abierto el camino a regímenes autoritarios europeos, con una idea muy concreta del formidable efecto del uso de la propaganda en combinación con el deporte de masas.

Así, Benito Mussolini vislumbró la ocasión de promocionar el poderío de la Italia fascista pero para eso debía organizar y ganar el Mundial.

La historia siempre recuerda el apoyo que el régimen fascista prodigó al equipo italiano; lo cuestionadas que fueron las decisiones arbitrales y las sospechas que despertó el resultado del partido final. Además, no fue un auténtico Mundial, pues sólo participaron tres selecciones americanas (y una africana). Uruguay, campeón reinante, se negó a ir como respuesta al boicot sufrido por los europeos cuatro años antes.

En 1938 también ganó Italia, esta vez en Francia. En esa oportunidad no pudo estar España, ensangrentada por la guerra civil. Alemania había invadido Austria, situación que aprovechó para reforzar la escuadra nazi con cinco estrellas del fútbol de ese país. Los alemanes llevaban la esvástica en la camiseta y hacían el saludo con el brazo extendido.

Juan Perón y Getulio Vargas acordaron que el mundial del ‘50 fuese en Brasil y el siguiente que tocara en Sudamérica sería en Argentina. Para ese evento la FIFA prohibió la participación de Alemania, como repudio a los crímenes de los jerarcas nazis, suspensión que se levantaría en Suiza ´54.

Ninguno de los países del llamado “bloque socialista” pudo entrar a un Mundial antes del de Suiza 1954, país con un conveniente estatus "neutral".

En Suiza ganaría Alemania, Ese año -recién moría Stalin- marcó también la primera participación de un país del Pacto de Varsovia. Sólo en dos oportunidades (Suiza `54 y Chile `62) equipos de países regidos por partidos comunistas llegaron a una final; ellos fueron Hungría y Checoslovaquia. China recién pudo hacer su primera participación en 2002.

El Mundial de 1958, en Suecia, fue el primero en transmitirse por televisión, aunque solo llegó de forma directa a sesenta y tres países. Suecia había sido neutral durante la Segunda Guerra Mundial y no había sufrido deterioro social o de infraestructura. Además contaba con doce estadios de primer nivel para ser utilizados.

Ese torneo registró un hecho curioso: el Reino Unido fue autorizado a presentar cuatro equipos nacionales: Inglaterra, Escocia, Irlanda y Gales dentro de los 16 participantes. Un país de cuatro selecciones cuando para toda Sudamérica hubo tres plazas y ningún equipo de Asia, África u Oceanía compitió. Aún hoy Gran Bretaña posee ese privilegio.

El Campeonato Mundial de Fútbol de 1978 organizado por la dictadura militar argentina, intentó distraer la opinión pública global de las graves violaciones a los Derechos Humanos y, a la vez, generar una imagen “impoluta” de país. La movida tuvo adherentes y detractores.

Henry Kissinger, invitado especial al evento, comentó cínicamente: “este país -Argentina- tiene un gran futuro en todos los ámbitos”. Berti Vogts -capitán del seleccionado alemán- declaró que “Argentina es un país donde reina el orden. Yo no he visto a ningún preso político”.

Por su parte, el premio Nobel de la paz de 1980, Adolfo Pérez Esquivel sostuvo unos años más tarde que "todos los presos políticos, los perseguidos, los torturados y los familiares de los desaparecidos estábamos esperando que (el técnico argentino) Menotti dijera algo, que tuviera un gesto solidario, pero no dijo nada. Fue doloroso y muy jodido de su parte. Él también estaba haciendo política con su silencio”.

Adolfo Pérez Esquivel permaneció detenido en una cárcel de La Plata hasta que la fuerte presión internacional logró su libertad, dos días antes de la gran final del mundial 1978.

Después de la Guerra de Malvinas, los partidos entre argentinos e ingleses se transformaron en mucho más que encuentros de fútbol. Con el aderezo de una marcada paridad deportiva, los espectáculos que ambos seleccionados generan suelen ser de muy alto vuelo emotivo.

En general, los mundiales de fútbol de los últimos años han servido como vidriera para “vender” al Mundo entero la imagen de un determinado país, y tal circunstancia tiene efectos políticos.

Polémicas por las marcas de los “gorritos” que usan los jugadores; por los “sponsors” de las selecciones o por los derechos de la televisión hacen del Mundial un “producto vendible” de magnitud global.

Y hay más. Mientras Turquía intenta por todos los medios participar de las eliminatorias en los grupos de Europa como manera de apoyar su ingreso a la Unión Europea, Israel tiene que participar en grupos europeos para evitar que los choques políticos con los vecinos de su continente degeneren en masacres.

Si bien están en Sudamérica, Trinidad Tobago, Guyana o Surinam no participan en la CONMEBOL porque "geopolíticamente" son parte del Caribe.

Francia no permite que sus dependencias de ultramar intenten presentar una selección propia dado que esa autorización podría servir de antecedente independentista.

Para Sudáfrica se apunta la participación de las dos Coreas, países entre los que la tensión bélica ha crecido casi hasta la saturación durante el primer semestre de 2010.

Corea del Sur ofició como co-anfitrión en el Mundial del 2002 y tal rol le permitió mejorar su imagen internacional, y proyectar sus inversiones. Varias de sus multinacionales, como Samsung o Hyunday, están prácticamente en todo el planeta.

El espectáculo deportivo también le sirvió al régimen surcoreano -cuestionado por sus constantes movilizaciones y su represión interna- para consolidarse y ayudar a aislar a Corea del Norte.

Y esto fue sólo el primer tiempo. ¡Qué viva el fútbol!

dghersi@prensamercosur.com.ar

APM - Agencia Periodística del Mercosur

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