Perú: Las marchas de los que sobran: Los sanmarquinos, las izquierdas y la lucha contra la dictadura fujimorista


Un testimonio de parte

Álvaro Campana Ocampo / Mariátegui
13/08/10


Hace diez años “La Marcha de los Cuatro Suyos” contribuyó a derrocar a la dictadura fujimorista. Hecho importante que movilizó a miles de personas hacia Lima, algunos calculan que llegaron a marchar unos 250 000 peruanos, nos mostraba que más allá de la resaca del “tiempo del miedo” que el fujimorismo buscaba revivir cada vez que se erigía la resistencia al régimen, e incluso a pesar del control de los medios de comunicación masivos comprados, era posible objetar un estado de cosas que parecía inamovible a través del consenso o la represión. No se han visto muchos homenajes o recordatorios a esta gesta. Será que mucho de esa historia tiene que ver demasiado todavía con un presente con el que hay un hilo de continuidad sustantivo pero con formas “democráticas”.

Uno de los pocos homenajes ha sido el publicado por el Diario La República(1), y nos parece trascendente porque además de ser uno de los pocos, expone cómo se ha ido construyendo la memoria histórica acerca de aquellos años. Me llama la atención especialmente la entrevista a Nelson Manrique (2)en la que me parece se terminan concluyendo cosas terriblemente equivocadas: que fueron especialmente los miembros de las universidades particulares, particularmente los estudiantes, quienes salieron masivamente generando un nivel de movilización ética que iniciaría un proceso de resistencia ciudadana importante y que prácticamente será, al margen de las izquierdas, y en confluencia por las frustraciones generadas por la recesión de la segunda parte de la década de los noventas, las que terminarán derribando al fujimorismo.

Aquí es necesario rescatar memorias e historias subalternas que terminan siendo invisibilizadas por quienes en ese momento, a través de algunos grandes medios, promovían un tipo de recambio político y que pusieron de protagonistas solo a estudiantes indignados por la defenestración de magistrados del Tribunal Constitucional, o que afirmaban el papel de la sociedad civil organizada en movimientos “no politizados”. De ahí el contenido fundamentalmente ético y la necesidad de acabar con la corrupción, con el violentamiento de las instituciones liberales, pero no así con el modelo económico y político que se erigió sobre la base de estos instrumentos y que produjo la “restauración” de poder de una clase dominante. (3)

Tomemos el caso de la Universidad de San Marcos. Allí la resistencia tiene varios hitos bastante anteriores a las movilizaciones estudiantiles de 1998. Valga pensar en las diversas manifestaciones contra la intervención militar, especialmente de quienes luchaban contra Sendero y en este contexto contra los militares, por evitar que la universidad se convirtiera en un “campo de batalla”. La lucha por el No a la Constitución Fujimorista o la marcha contra la intervención administrativa de la universidad que produjo multitudinarias movilizaciones que los medios, bajo el control del fujimorismo, no reportaban. Muchas de estas movilizaciones tenían, además, otros contenidos: el rechazo a las pretensiones de privatizar la universidad pública, así como el repudio al “modelo neoliberal” que se instauraba en el país. Importantes esfuerzos organizativos se desarrollaron entonces en talleres de derechos humanos, en coordinadoras culturales, en la lucha por permitir la subsistencia de los gremios destruidos y perseguidos por los interventores, e incluso en esfuerzos por renovar el proyecto socialista para el país. (4)

Por supuesto, nadie niega que el fujimorismo tuvo sus simpatizantes, especialmente en la mayoría pasiva de estudiantes en quienes hizo efecto la antipolítica pregonada entonces, o el rechazo a toda izquierda confundida y metida en la misma bolsa con el senderismo, que paradójicamente tendría a muchos de sus miembros “acuerdistas” apoyando la gobernabilidad fujimorista de la universidad. Baste recordar a Sanmarquinos Independientes (SI) cuyas siglas tenían que ver además con su posición frente al referéndum constitucional, quienes disputaban con otros grupos espacios de gestión gremial, aunque rápidamente desaparecieron tras la intervención administrativa de la universidad y la fuerza que la resistencia y el rechazo al régimen fue tomando gracias a los propios prejuicios del gobierno, como ocurrió cuando la inauguración del Estadio de San Marcos se convirtió en un acto de rechazo mayoritario debido a la decisión de las autoridades de no permitir el ingreso de los estudiantes a dicho evento, a pesar de que la gran mayoría de ellos sólo quería observar cómo habían quedado sus instalaciones tras la remodelación.

Las izquierdas, como lo haría en la propia organización de la Marcha de los Cuatro Suyos en sus expresiones sociales, tuvo un papel importante en la resistencia desde las universidades públicas como San Marcos, y de hecho desarrolló otras propuestas estéticas y repertorios de protesta que contenían tanto elementos tradicionales de la cultura política de las izquierdas, como componentes más renovadores que buscaban desarrollar lo lúdico, lo artístico, lo subjetivo, no sin disputas, tensiones y contradicciones políticas entre ellas. Se puede mencionar el papel de Juventud Popular, esfuerzo juvenil de Patria Roja, la persistencia del FER antifascista, y la aparición de organizaciones nuevas como Integración Estudiantil que tendrá, sin embargo un clásico corte marxista leninista, o el Colectivo Amauta que buscaba una renovación desde discursos más autonomistas, aunque con vertientes diversas. Esta fue una base de movilización estudiantil muy importante, muchas veces beligerante, que se expresaba junto a las “manos blancas” de los estudiantes de las universidades privadas.

Es interesante agregar además, que estas iniciativas debieron enfrentar otros escollos más allá de la invisibilización de los medios de comunicación, incluso de los que estaban contra la dictadura, entre ellos: la fuerte presencia de los aparatos de seguridad, tanto de inteligencia como de carácter directamente represivo que estaban además al servicio de las autoridades fujimoristas, y que infiltraban, atemorizaban y agredían a los estudiantes y docentes opositores. La huelga de hambre de 1995, tras la expulsión de un dirigente de la Facultad de Derecho, terminó con 30 estudiantes presos, prácticamente secuestrados unas horas por los miembros del ejército acantonado en la Universidad, terminando en Seguridad del Estado para luego ser liberados tras horas de intentos de amedrentamiento diverso. Por otro lado, la estigmatización de la que eran objeto por sus propios pares de las universidades privadas, ya que el hecho de ser sanmarquinos los hacía pasibles de ser también sospechosos de “terrorismo”.

La historia, sin duda, se escribe desde la perspectiva desde donde se mira. Este pequeño texto es un homenaje a todos los sanmarquinos y todas las sanmarquinas, que en esos años aciagos se la jugaron por un Perú para todos y todas, especialmente a quienes optaron por creer en medio del descreimiento y el fácil desencanto, que otro mundo y otro Perú son posibles.

1.Revista Domingo. Edición Especial. Lima, 25 de julio del 2010. http://www.larepublica.pe/10-anos-despues-la-marcha-de-los-cuatro-suyos/

2.Ver: “El régimen quedó herido de muerte”. En. Ibid. http://www.larepublica.pe/domingo/25/07/2010/el-regimen-quedo-herido-de-muerte

3.Este es el objetivo del modelo neoliberal para el geógrafo marxista norteamericano David Harvey. Ver su libro: Breve Historia del Neoliberalismo. AKAL. Madrid, 2007.
4. Ver el documento: “Quince Motivos para Apostar por el Socialismo”. Cuadernos de Debate n 2. Colectivo Amauta. Lima 1999. http://saphichay.blogspot.com/2007/08/15-motivos-para-apostar-por-el.html

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