Perú: La novela de las izquierdas


Carlos Reyna / Mariátegui
Foto: Andina
22/12/10


La mayor parte de las figuras de izquierda, con más o menos remilgos, se subió desde muy temprano al carro nacionalista. Que Ollanta opere como caudillo, que su partido sea una empresa familiar, que sus finanzas no sean transparentes, y que tratara a los izquierdistas como subalternos, no pesó tanto como el argumento de que era el candidato del “campo popular” con más puntos en las encuestas.

Un nuevo grupo, Tierra y Libertad (TyL), intentó competir con el nacionalismo con un discurso ecologista y de democracia radical.

Esta ilusión, que compartí hasta hace unos meses, se pasmó por girar casi exclusivamente en torno a la postulación de Marco Arana, una leyenda de audaz desafiante, pero en verdad tan ambiguo como el más tradicional de los candidatos. Con esa candidatura como obsesión, se olvidó de toda renovación y buscó veleta apoyo desde Acción Popular hasta Patria Roja, pasando por Fonavistas y Fuerza Social (FS). Saldo: el fracaso.

Una cierta fortuna política y el carisma personal de su principal dirigenta hizo ganar a FS la difícil alcaldía de Lima. Así apareció como serio competidor para el nacionalismo, desde una centroizquierda muy moderada. Logró poner a su sombra a TyL y a una angustiada Patria Roja. Pero el centrismo y los estereotipos dominantes en FS, y acaso en la sociedad misma, terminaron por echar a esos aliados. Ahora navega sola, con un candidato tan diplomático que tendrá problemas para ser claro y distinto.

El peor drama es de Patria Roja. Ganó su esforzada inscripción legal como MNI. Buscó largamente ser un aliado menor del nacionalismo y nunca obtuvo un sí. Apoyó a Susana Villarán para la alcaldía de Lima. Rindió su programa y toleró vetos a algunos de sus dirigentes para guarecerse al lado de FS. Y ésta terminó dejándolo en el aire, con la inscripción perdida.

En los últimos años las izquierdas escriben y protagonizan una mala novela. No hay trama interesante en ella. El desenlace de división siempre es predecible. Y sus personajes no son ni épicos ni trágicos. Fatigados de sus propios proyectos, prefieren el realismo de las seguridades de corto plazo. Pero, gracias al pragmatismo, varios ya quedaron en el camino. Otros quizás logren algo, pagando piso como inquilinos de casa ajena.

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