Lévi-Strauss y las estructuras sociales inconscientes

José Cueli / La Jornada - Mariátegui
07/11/09


El antropólogo Claude Lévi-Strauss falleció en París el pasadi 31 de octubre a los cien años de edad. Fue el más importante etnólogo del siglo XX y el fundador de la antropología moderna.

Su principal logro fue introducir en el campo de las ciencias sociales el análisis estructural, que Ferdinand de Saussure y Roman Jacobson habían aplicado a la lingüística.

Como fundador del movimiento estructuralista dentro de la antropología sostuvo que las diferentes culturas humanas encierran patrones comunes que es posible desentrañar.

En El pensamiento salvaje, que es un libro complejo, se presenta la idea sencilla de que no hay diferencias significativas entre el pensamiento primitivo y el civilizado. Para él, todos los procedimientos que utilizamos, supuestamente modernos y racionales se encuentran de otro modo dentro del pensamiento salvaje, lo cual significa que nuestro pensamiento también es salvaje.

Fue un crítico demoledor de las políticas colonialistas que los occidentales han practicado sobre las sociedades del resto del mundo. Lévi-Strauss, en efecto, se opuso a la destrucción de las sociedades primitivas con la finalidad de unificar el pensamiento. Al igual que Derrida también se opuso al etnocentrismo y a la destrucción de la biodiversidad.

Jacques Derrida en su libro La escritura y la diferencia, (capítulo La esctructura, el signo y el juego en el discurso de las ciencias humanas) dice: “...en el trabajo de Lévi-Strauss se ha declarado una cierta elección, y se ha elaborado una cierta doctrina de manera, precisamente, más o menos explícita, en cuanto a esa crítica del lenguaje y en cuanto a ese lenguaje crítico en las ciencias humanas”.

Derrida destaca que desde las primeras investigaciones Lévi-Strauss experimenta al mismo tiempo la necesidad de utilizar la oposición naturalezacultura (más antigua que Platón) aunada a la imposibilidad de darle crédito.

En tales circunstancias se topa con lo que llama un escándalo, es decir, “algo que no tolera ya la oposición naturaleza-cultura como ha sido recibida, y que parece requerir a la vez los predicados de la naturaleza y los de la cultura. Este escándalo es la prohibición del incesto. La prohibición del incesto es universal; en ese sentido se la podría llamar natural; -pero es también una prohibición, un sistema de normas y de proscripciones- y en ese sentido se podría llamar cultural.”

Lévi-Strauss logra con sus “mitológicas” que el mito reflexione sobre sí y se critique a sí mismo. Es en ese momento justo, dice Derrida, que ese periodo crítico interesa evidentemente a todos los lenguajes que se distribuyen el campo de las ciencias humanas.

“En efecto lo que se muestra más seductor en esta búsqueda crítica de un nuevo estatuto del discurso es el abandono declarado de toda referencia a un centro, a un sujeto, a una referencia privilegiada, a un origen o a una arquía absoluta”.

El genial antropólogo logra el descentramiento y con ello se escapa de la tradición logofonocéntrica impuesta por la tradición metafísica de la presencia.

Lévi-Strauss en su libro autobiográfico Tristes trópicos empieza con una aseveración contundente: “Odio los viajes y a los exploradores”. Resulta sorprendente que esta oración haya sido escrita por alguien que se pasó la vida viajando y que exploró el mundo, tanto natural como intelectual, con insistente curiosidad. Siendo joven estudió derecho y filosofía. Después tuvo “tres amantes” (así las llamaba él): la geología, el marxismo y el sicoanálisis.

Finalmente su vocación se orientó hacía la etnografía. En 1934 llegó a Sao Paulo, como profesor de antropología y, casi inmediatamente. empezó a adentrarse en el corazón de la Amazonia.

Toda la obra de Claude Lévi-Strauss es un alegato científico contra el racismo, la xenofobia y el sexismo. Como luchador incansable contra los prejuicios racistas, el sabio francés escribió en su libro Raza e historia, que “nada, en el estado actual de la ciencia permite afirmar la superioridad o inferioridad intelectual de una raza con respecto a otra”.

Fue siempre un hombre sencillo y discreto que poseía un fino sentido del humor. Al final de sus días no le gustaban “el primitivismo de la televisión”, la sobrepoblación mundial ni la deriva del género humano. Por su escepticismo empezó a parecerse, creo yo, al Freud que escribió El malestar en la cultura.

Descanse en paz el humanista Claude Lévi-Strauss.

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