Perú: Todas las izquierdas, menos una: la revolucionaria


John Ochoa / Mariátegui
03/13/10


Este noviembre de curso primaveral, es el otoño invernado al que concurrimos todavía entusiastas buscando horizontes que hallar en este lado de la orilla: la pobre izquierda nuestra.

¿Dónde habrían aprendido a argumentar estos señores?, ¿no nos dijeron que esta generación fue la más politizada? ¿Qué eran los más polémicos de todos los tiempos? ¿Y si fue así, qué pasó, qué hicieron con sus pobres cabezas? Acaso tanta polémica pudo hacer tanto daño?, las nuevas generaciones podrían pensar que no es bueno en sí politizarse, mucho menos es mejor practicar la polémica, como elemento útil que permita clarividencia para de modo conjunto encarar los problemas que nos aquejan.

Y es que pareciera que nuestras izquierdas han renunciado a su verdadera responsabilidad: el Socialismo. Y por si fuera poco, han decidido portentosamente hacer de la política, no una praxis generadora de pensamientos, cultivadora de pedagogías, instigadora de verdaderas transformaciones; sino una lacrimosa actividad de monaguillos, un espacio de inspiración para la vida circense. Un movimiento en reposo perpetuo. Un fenómeno de la traslación sin la inquietud de la rotación. En fin, un todo en el vacío, una forma que nunca encontró contenidos.

Pues del conjunto de nuestras participaciones en las mesas de “debate” de los representantes de las principales –lamentablemente- fuerzas políticas y sociales de nuestra capital, ¿qué lección positiva hemos podido extraer? Una sola: a no ser nunca como las izquierdas de esta generación.

Pues ¿qué planteamientos son los que pretenden hacernos entender “nuestros líderes izquierdistas, progresistas y nacionalistas”, sobre la tan manoseada, demandada, y recontra vapuleada: UNIDAD? Es tarea de oculista encontrar alguna brillante idea en los “maestros” de esta generación, los que tan elocuentemente no hacen sino eludir responsabilidades de antaño.

Claman: ¡sí a la unidad! La reclaman, la glorifican; en sus hechos la desprecian. Decimos, ¿cómo es posible habiéndose tratado en tantos años, y habiendo también tantas posibilidades y oportunidades para concretizarse y hacer realidad la unidad en lucha, simplemente casi siempre han esperado tiempos electorales? ¿Acaso la izquierda sólo debe buscarse y casi con desespero sólo para encarar la lucha en las ánforas? Si aún no se han enterado “nuestros maestros de la izquierda peruana”; LA UNIDAD, de la mano con el pueblo, ha estado que busca sus partes desde hace muchos años. El problema es que sus partes guiados por sus “líderes”-por no decir caudillos- nunca en el fondo les ha importado armar su todo. Siempre les fue mejor con su kiosco en el parlamento.

Y ahora, ¿nuevamente a puertas de un proceso electoral maniatados por el control de la burguesía, pretender engañarnos con falsas búsquedas de unidad? Y algunos que otros, creen que han de salvar responsabilidades y pretenden hacer a última hora lo que no hicieron por décadas, -y no lo hicieron de modos distintos y con propósitos auténticamente dignos de una izquierda-. Y es que da mucha vergüenza y lástima a la vez, que ni siquiera puedan concretarse para las elecciones. Y mayor vergüenza cuando suelen hablar de la unidad a nombre de José Carlos Mariátegui. Y quieren seguir hablando, y, hablan. Y gritan. Claman, demandan y gastan sus infectas salivas de reaccionarismos, invocando siempre a la sorda unidad. Pues nunca entendieron cómo es que se construye la unidad. Jamás hicieron caso a la unidad cuando los pueblos en lucha les indicaban que ahí podían encontrarla. Es decir en la lucha.

Entonces, cuando en momentos que el pueblo los necesitaba en las luchas, en las calles, -donde verdaderamente se forjan las unidades de las verdaderas izquierdas, de sus luchadores sociales, sindicales, etc.-, jamás acudieron al llamado nítido de la causa proletaria. Y ahora ¿qué unidad es que están clamando? ¿Qué unidad es la que reclaman? Y los que pudieron estar en aquellas luchas deben también de saber que no basta con ir a marchar, ni gritar a todo pulmón el odio al capitalismo; pues valgan verdades muchos de los que participamos en las jornadas populares sólo fuimos (para no excluirnos) a buscar protagonismos, pero jamás a construir nada. Fuimos a hacer actos de presencia pero jamás a estrechar los brazos por un verdadero Frente Único. O, fuimos a pescar a río revuelto y nunca a formar cuadros nuevos y alejados de nuestros cancerígenos sectarismos y dogmatismos, y todos los ismos, para lo cuales sí siempre fuimos primerísimos.

Entonces por respeto a la unidad, mejor nos quedamos callados y si queremos superar estos males hereditarios de la anquilosada izquierda peruana, mejor –y sobre todo- las nuevas generaciones, volvamos al Amauta, porque valgan verdades declaramos con mucha pena que nuestra generación careció casi completamente de verdaderos maestros. Y retomemos al Amauta en el mayor propósito de formarnos. Y con la dilección de artistas sembremos en nuestro andar y nuestros tratos mañanas merecedoras de dichas. Sembremos sin aislarnos de las justas luchas de nuestros pueblos los cuadros del 2030, 40, 50. Forjemos carácter y actitudes nuevas y brillantes con nuestro ejemplo, -y sobre todo con nuestro ejemplo-. Dotemos con células transformadoras a las semillas del porvenir socialista. Al que todas las izquierdas legalistas lo han negado tres y mil veces en esta hora casi de nuestra muerte. Porque ahora y aquí están todas las izquierdas, menos una: la revolucionaria.

Pdta.
No –por si acaso- antes de cualquier estulticia de lo que ya estamos acostumbrados. Cada vez que se cuestiona o se critica, siempre se cree que se es de la izquierda extremista. O que eres senderista o lo peor, que eres terrorista. Creemos que alguna vez, debemos pensar seriamente en lo que estamos haciendo. No comulgamos con ninguna de las vertientes de los alzados en armas. Creemos en Mariátegui, no en Gonzalo, ni Polay. Apreciamos SUS fallidos esfuerzos.

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