Mariátegui y el Frente Único. Materiales para un debate necesario.


Miguel Aragón / Mariátegui
24/09/09


Mariátegui y el Frente Único
Materiales para Nuestra Posición ante las Tareas del Frente Unido (07)

(01 de mayo de 2003-01 de agosto de 2008)

A modo de presentación

A continuación reproducimos una selección de fragmentos de textos de José Carlos Mariátegui, textos que originalmente ordenamos el 1 de mayo de 2003, sobre sus propuestas de “frente único proletario” y de “programa de reivindicaciones inmediatas”, propuestas que se postularon en la década de 1920.

Esas son los puntos de partida de las actuales propuestas del “frente unido del pueblo peruano”, y del programa reivindicativo de los tres derechos del pueblo (derecho al trabajo emancipado, derecho a la vida digna, y derecho al cambio social). Propuestas que actualmente levanta el movimiento socialista peruano, para unir a todas las fuerzas susceptibles de ser unidas, para luchar contra el enemigo común, practicando “la acción conjunta y la discusión”.teniendo como objeto programático “crear un Perú nuevo en el mundo nuevo”.

Últimamente han aparecido personas, que después de ochenta años, todavía se preguntan “¿que frente único construyó Mariátegui?”, desconociendo así, toda su labor desplegada entre 1923 y 1928, labor previa a la formación del Partido Socialista del Perú.

Estas personas, contrarias al actual trabajo de fortalecimiento del frente unido del pueblo, desconocen el inmenso trabajo realizado por Mariátegui en la Federación Obrera Local (1923-1927), en la Universidad Popular Manuel Gonzáles Prada (1923-1927), en la revista “Claridad” (1923-1924), en el Seminario de Estudios Económicos y Sociales (1925-1928), en la primera etapa de la revista “Amauta” (1926-1928) cuando todavía era “la voz de un movimiento y de una generación” (antes de declararse revista socialista, recién a partir de setiembre de 1928); también desconocen su vinculación con el movimiento indígena a partir del III Congreso Indígena de setiembre de 1923, desconocen el trabajo de apoyo a la organización de maestros y estudiantes, desconocen el trabajo con artistas e intelectuales, desconocen el trabajo realizado por Mariategui para vincularse y reorganizar el movimiento sindical peruano (1923-1929) trabajo previo a la constitución de la “Central General de Trabajadores del Perú”.

Constituidos el Partido Socialista de Perú el 7 de octubre de 1928, y la Central General de Trabajadores del Perú el 17 de mayo de 1929, Mariátegui continuo hasta abril de 1930, aplicando una correcta política de frente único, agrupando a todas las fuerzas susceptibles de ser unidas, para luchar contra el enemigo común, contra la clase dominante y el estado burgués.

Su trabajo “frente unitario” fue un trabajo permanente, mientras que su trabajo “partidario” solamente fue un trabajo temporal, por la sencilla razón que “los partidos no son eternos”, como él mismo afirmó en julio de 1918. Mientras que el trabajo ”frente unitario”, en cuanto expresión del movimiento clasista, tiene una continuidad permanente que nunca desaparece ni se extingue, a lo más puede transitar por etapas de ascensos y reflujos temporales; por el contrario, el trabajo “partidario” por lo general es efímero, de corta duración. Los partidos aparecen, desaparecen, y reaparecen, a lo largo de la historia, y son necesarios solamente para tareas muy específicas del momento; cumplidas esas tareas para las cuales se formaron, no se justifica su continuidad y permanencia, tal como ocurrió con la “Liga Comunista” (1847-1852) dirigida por Carlos Marx y Federico Engels.

[Frente Único Proletario] (1)

(1º de mayo de 1924)

Esta fecha [el 1º de mayo] en suma, es una afirmación y una constatación de que el frente único proletario es posible y es practicable y de que a su realización no se opone ningún interés, ninguna exigencia del presente.

A muchas meditaciones invita esta fecha internacional. Pero para los trabajadores peruanos la más actual, la más oportuna, es la que concierne a la necesidad y a la posibilidad del frente único. Últimamente se han producido algunos intentos seccionistas. Y urge entenderse, urge concretarse para impedir que estos intentos prosperen, para evitar que socaven y que minen la naciente vanguardia proletaria del Perú.

Mi actitud, desde mi incorporación en esta vanguardia, ha sido siempre la de un fautor convencido, la de un propagandista fervoroso del frente único. Recuerdo haberlo declarado en una de las conferencias iniciales de mi curso de historia de la crisis mundial. Respondiendo a los primeros gestos de resistencia y de aprensión de algunos antiguos y hieráticos libertarios, más preocupados de la rigidez ortodoxa del dogma que de la eficacia y la fecundidad de la acción, dije entonces desde la tribuna de la Universidad Popular: “Somos todavía pocos para dividirnos. No hagamos cuestión de etiquetas ni de títulos”.

Posteriormente he repetido estas o análogas palabras. Y no me cansaré de reiterarlas. El movimiento clasista, entre nosotros, es aún muy incipiente, muy limitado, para que pensemos en fraccionarle y escindirle. Antes de que llegue la hora, inevitable acaso, de una división, nos corresponde realizar mucha obra común, mucha labor solidaria. Tenemos que emprender juntos muchas largas jornadas. Nos toca, por ejemplo, suscitar en la mayoría del proletariado peruano, conciencia de clase y sentimiento de clase. Esta faena pertenece por igual a socialistas y sindicalistas, a comunistas y libertarios.

Todos tenemos el deber de sembrar gérmenes de renovación y de difundir ideas clasistas.

Todos tenemos el deber de alejar al proletariado de las asambleas amarillas y de las falsas “instituciones representativas”.

Todos tenemos el deber de luchar contra los ataques y las represiones reaccionarias.

Todos tenemos el deber de defender la tribuna, la prensa y la organización proletaria.

Todos tenemos el deber de sostener las reivindicaciones de la esclavizada y oprimida raza indígena.

En el cumplimiento de estos deberes históricos, de estos deberes elementales, se encontrarán y juntarán nuestros caminos, cualquiera que sea nuestra meta última.

El frente único no anula la personalidad, no anula la filiación de ninguno de los que lo componen. No significa la confusión ni la amalgama de todas las doctrinas en una doctrina única. Es una acción contingente, concreta, práctica.

El programa del frente único considera exclusivamente la realidad inmediata, fuera de toda abstracción y de toda utopía. Preconizar el frente único no es, pues, preconizar el confusionismo ideológico.

Dentro del frente único cada cual debe conservar su propia filiación y su propio ideario. Cada cual debe trabajar por su propio credo. Pero todos deben sentirse unidos por la solidaridad de clase, vinculados por la lucha contra el adversario común, ligados por la misma voluntad revolucionaria, y la misma pasión renovadora.

Formar un frente único es tener una actitud solidaria ante un problema concreto, ante una necesidad urgente. No es renunciar a la doctrina que cada uno sirve ni a la posición que cada uno ocupa en la vanguardia.

La variedad de tendencias y la diversidad de matices ideológicos es inevitable en esa inmensa legión humana que se llama el proletariado. La existencia de tendencias y grupos definidos y precisos no es un mal; es por el contrario la señal de un período avanzado del proceso revolucionario. Lo que importa es que esos grupos y esas tendencias sepan entenderse ante la realidad concreta del día.

Que no se esterilicen bizantinamente en exconfesiones y excomuniones recíprocas.

Que no alejen a las masas de la revolución con el espectáculo de las querellas dogmáticas de sus predicadores.

Que no empleen sus armas ni dilapiden su tiempo en herirse unos a otros, sino en combatir el viejo orden social, sus instituciones, sus injusticias y sus crímenes.

Tratemos de sentir cordialmente el lazo histórico que nos une a todos los hombres de la vanguardia, a todos los fautores de la renovación.

[Frente Único de los Trabajadores] (2)

(Enero de 1927)

El debate programático, entre nosotros, no tiene, además, por qué perderse en divagaciones teoréticas. La organización sindical no necesita de etiquetas, sino de espíritu.

Ya he dicho en Amauta que este es un país de rótulos. Y aquí quiero repetirlo. Extraviarse en estériles debates principistas, en un proletariado donde tan débil arraigo tienen todavía los principios, no serviría sino para desorganizar a los obreros cuando de lo que se trata es, justamente, de organizarlos.

El lema del congreso debe ser la Unidad Proletaria

Las discrepancias teóricas no impiden concertarse respecto de un programa de acción. El frente único de los trabajadores, es nuestro objetivo. En el trabajo de constituirlo, los trabajadores de vanguardia tienen el deber de dar el ejemplo. En la jornada de hoy, nada nos divide: todo nos une.

El sindicato no debe exigir de sus afiliados sino la aceptación del principio clasista. Dentro del Sindicato caben así los socialistas reformistas como los sindicalistas, así los comunistas como los libertarios.

El Sindicato constituye, fundamental y exclusivamente, un órgano de clase. La praxis, la táctica, depende de la corriente que predomine en su seno. Y no hay por qué desconfiar del instinto de las mayorías. La masa sigue siempre a los espíritus creadores, realistas, seguros, heroicos. Los mejores prevalecen cuando saben ser verdaderamente los mejores.

No hay, pues, dificultad efectiva para entenderse acerca del programa de la organización obrera. Están demás todas las discusiones bizantinas sobre metas remotas.

El proletariado de vanguardia tiene, bajo los ojos, cuestiones concretas:

[01] la organización nacional de la clase trabajadora,

[02] la solidaridad con las reivindicaciones de los indígenas,

[03] la defensa y fomento de las instituciones de cultura popular,

[04] la cooperación con los braceros y yanaconas de las haciendas,

[05] el desarrollo de la prensa obrera, etc., etc.

Estas son las cuestiones que deben preocuparnos capitalmente. Los que provoquen escisiones y disidencias, en el nombre de principios abstractos, sin aportar nada al estudio y a la solución de estos problemas concretos, traicionan consciente o inconscientemente la causa proletaria.

[Frente Único y Partido Socialista] (3)

[2 de abril de 1928]

La definición del carácter y táctica del Apra nos parece, de otro lado, fundamental para la existencia de una disciplina orgánica. Pensamos que, conforme a la idea que originalmente la inspiró, y que su propio nombre expresa, el Apra debe ser, o es de hecho, una alianza, un frente único y no un partido.

Un programa de acción común e inmediato no suprime las diferencias ni los matices de clase y de doctrina. Y quienes desde nuestra iniciación en el movimiento social e ideológico, del cual el Apra forma parte, nos reclamamos de ideas socialistas, tenemos la obligación de prevenir equívocos y confusiones futuras.

Como socialistas, podemos colaborar dentro del Apra o alianza o frente único, con elementos más o menos reformistas o socialdemocráticos -sin olvidar la vaguedad que estas designaciones tienen en nuestra América-con la izquierda burguesa y liberal, dispuesta de verdad a la lucha contra los rezagos de feudalidad y contra la penetración imperialista; pero no podemos, en virtud del sentido mismo de nuestra cooperación, entender el Apra como partido, esto es, como una facción orgánica y doctrinariamente homogénea.

(…)

Estas consideraciones nos mueven a someter a Uds. las siguientes conclusiones:

1º.- El Apra debe ser oficial y categóricamente definida y constituida como una alianza o frente único y no como partido.

2º.- Los elementos de izquierda que en el Perú concurrimos a su formación, constituimos de hecho -y organizaremos formalmente-un grupo o Partido Socialista, de filiación y orientación definidas que colaborando dentro del movimiento con elementos liberales o revolucionarios de la pequeña burguesa y aún de la burguesía, que acepten nuestros puntos de vista, trabaje por dirigir a las masas hacia las ideas socialistas.

[Reivindicaciones inmediatas] (4)

(7 de octubre de 1928)

El Partido Socialista del Perú es la vanguardia del proletariado, la fuerza política que asume la tarea de su orientación y dirección en la lucha por la realización de sus ideales de clase.

Anexas al programa se publicarán proyectos de tesis sobre la cuestión indígena, la situación económica, la lucha anti-imperialista, que después del debate de las secciones y de las enmiendas que en su texto introduzca el Comité Central, quedarán definitivamente formuladas en el Primer Congreso del Partido.

Desde el manifiesto el Partido dirigirá un llamamiento a todos sus adherentes, a las masas trabajadoras, para trabajar por las siguientes reivindicaciones inmediatas:

[01] Reconocimiento amplio de la libertad de asociación, reunión y prensa obreras.

[02] Reconocimiento del derecho de huelga para todos los trabajadores.

[03] Abolición de la conscripción vial.

[04] Sustitución de la ley de la vagancia por los artículos que consideraban específicamente la cuestión de la vagancia en el anteproyecto del Código Penal puesto en vigor por el Estado, con la sola excepción de esos artículos, incompatibles con el espíritu y el criterio penal de la ley especial.

[05] Establecimiento de los Seguros Sociales y de la Asistencia Social del Estado.

[06] Cumplimiento de las leyes de accidentes del trabajo, de protección del trabajo de las mujeres y menores, de la jornada de ocho horas en las faenas de la agricultura.

[07] Asimilación del paludismo en los valles de la costa a la condición de enfermedad profesional, con las consiguientes responsabilidades de asistencia para el hacendado.

[08] Establecimiento de la jornada de siete horas en las minas y en los trabajos insalubres, peligrosos y nocivos para la salud de los trabajadores.

[09] Obligación de las empresas mineras y petroleras de reconocer a sus trabajadores, de modo permanente y efectivo, todos los derechos que les garantizan las leyes del país.

[10] Aumento de los salarios en la industria, la agricultura, las minas, los transportes marítimos y terrestres y las islas guaneras, en proporción con el costo de la vida y con el derecho de los trabajadores a un tenor de vida más elevado.

[11] Abolición efectiva de todo trabajo forzado o gratuito; y abolición o punición del régimen semi-esclavista en la montaña.

[12] Dotación a las comunidades de tierras de latifundios para la distribución entre sus miembros en proporción suficiente a sus necesidades.

[13] Expropiación sin indemnización, a favor de las comunidades, de todos los fundos de conventos y congregaciones religiosas.

[14] Derecho de los yanacones, arrendatarios, etc., que trabajen un terreno más de tres años consecutivos, a obtener la adjudicación definitiva del uso de las parcelas, mediante anualidades no superiores al 60 por ciento del canon actual de arrendamiento. Rebaja, al menos en un 50 por ciento de ese canon, para todos los que continúen en su condición de aparceros o arrendatarios.

[15] Adjudicación a las cooperativas y a los campesinos pobres de las tierras ganadas al cultivo por las obras agrícolas de irrigación.

[16] Mantenimiento en todas partes, de los derechos reconocidos a los empleados por la ley respectiva. Reglamentación por una comisión paritaria, de los derechos de jubilación, en la forma que no implique el menor menoscabo de los establecidos en la ley.

[17] Implementación del salario y sueldo mínimo.

[18] Ratificación de la libertad de cultos y enseñanza religiosa, al menos en los términos del artículo constitucional y consiguiente derogatoria del último decreto contra las escuelas no católicas.

[19] Gratuidad de la enseñanza en todos sus grados.

Estas son las principales reivindicaciones por las cuales el Partido Socialista luchará de inmediato. Todas ellas corresponden a perentorias exigencias de la emancipación material e intelectual de las masas. Todas ellas tienen que ser activamente sostenidas por el proletariado y por los elementos consecuentes de la clase media.

La libertad del Partido para actuar pública y legalmente, al amparo de la Constitución y de las garantías que ésta acuerda a sus ciudadanos para crear y difundir sin restricciones su prensa, para realizar sus congresos y debates, es un derecho reivindicado por el acto mismo de fundación pública de esta agrupación.

Los grupos estrechamente ligados que se dirigen hoy al pueblo, por medio de este manifiesto, asumen resueltamente, con la conciencia de un deber y una responsabilidad históricas, la misión de defender y propagar sus principios y mantener y acrecentar su organización a costa de cualquier sacrificio.

Y las masas trabajadoras de la ciudad, el campo y las minas, y el campesinado indígena, cuyos intereses y aspiraciones representamos en la lucha política, sabrán apropiarse de estas reivindicaciones y de esta doctrina, combatir perseverante y esforzadamente por ellas y encontrar, a través de cada lucha, la vía que conduce a la victoria final del socialismo.

¡Viva la clase obrera y campesina del Perú¡

¡Viva el proletariado mundial¡

¡Viva la revolución social¡


Notas.-

(1) Fragmentos de “El 1º de Mayo y el Frente Único” de José Carlos Mariátegui

(2) Fragmentos de “Mensaje al Congreso Obrero” de José Carlos Mariátegui

(3) Fragmentos de la propuesta de “Carta Colectiva del Grupo de Lima”, carta de deslinde político con el nacionalismo burgués, escrita por José Carlos Mariátegui. Esta propuesta de carta colectiva fue reproducida sin fecha de redacción, por Ricardo Martínez de la Torre en “Apuntes para una interpretación marxista de historia social del Perú” (Tomo II, pag xx). Consideramos que la fecha más probable de redacción fue el domingo 2 de abril de 1928, y que Mariátegui la redactó sin fecha, hasta ser debatida y aprobada. Lo cual parece que nunca ocurrió, por el poco interés e indecisión mostrado en el Grupo de Lima. Esa situación lo llevó a Mariátegui a escribir la “Carta al Grupo de Méjico” del 16 de abril de 1928, carta personal de desenmascaramiento del caudillaje personalista.

(4) Fragmentos de “Principios Programáticos” del Partido Socialista del Perú, redactados por José Carlos Mariátegui entre junio de 1927 y setiembre de 1928, presentados en la Reunión de Barranco del 7 de octubre de 1928.

Los resaltados de algunas palabras “en negrita” son nuestros, no aparecen en los originales. Igualmente, los títulos y números que se presentan “entre corchetes” también son nuestros.

Para facilitar la lectura hemos fraccionado algunos párrafos extensos, en “párrafos más cortos”, introduciendo punto final, donde figuran puntos seguidos. Asumimos esa responsabilidad.

Publicamos estos fragmentos seleccionados como una ayuda memoria que puede ser útil a todo hombre de acción. Invitamos a todo los que están comprometidos seriamente con la lucha por el cambio social, con el trabajo de unir al pueblo en un frente unido, a promover grupos de estudio y debate de los textos originales de José Carlos Mariátegui en toda su extensión.

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