Mariátegui y la Tarea de Trenzar

Ricardo Letts Colmenares * / Mariátegui
20/10/09


La esencia del pensamiento político de Mariátegui

Para referirse a los problemas de nuestro país, es lugar común en el Perú, citar, del famoso poeta peruano Cesar Vallejo, la conocida frase “hay hermanos muchísimo que hacer”. Cosa parecida ha venido ocurriendo con Mariátegui. En su caso, la cita mas manida, para referirse al mismo tema, es, libremente por supuesto., “que el socialismo no debe ser calco ni copia, sino que debe ser creación heroica.”

Ocurre sin embargo que la parte mas importante de la concepción política de Mariátegui es, creemos, precisamente la que viene por delante de la mencionada cita. Un JCM maduro, en septiembre de 1928, en el editorial Amauta que titula “Aniversario y Balance” nos dice a todos:

“Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo indo americano. He aquí una misión digna de una generación nueva.”

Aquí JCM nos entrega la esencia de su pensamiento, y de su praxis. El sentido profundo de su propia vida, de la tarea por delante, del método, y de su perspectiva.

En ese mismo editorial, que es creemos, pieza clave del pensamiento mariateguista, como para que nadie tenga duda de la autonomía conceptual con la cual JCM nos llama a manejarnos, mas adelante nos dice:

“El materialismo socialista encierra todas las posibilidades de ascensión espiritual, ética y filosófica; y nunca nos sentimos mas rabiosa, eficaz y religiosamente idealistas que al sentar bien la idea y los pies en la materia.”

De este modo JCM es fundador de una escuela política en el Perú. De éste, y no de cualquier otro modo, él es fundador y maestro nuestro.

¿Cuál Mariátegui?

JCM fue uno solo; con su autocalificada “edad de piedra”, sus crónicas periodísticas, sus ensayos de critica literaria, de reflexión sobre la cultura, las razas, o la religión; la revista Amauta, el periódico Labor, el trabajo de orientación del Partido, y de la CGTP; y, naturalmente, sus análisis e interpretaciones de la realidad peruana. No tiene sentido dividirlo, fraccionarlo, considerar una parte con prescindencia de la otra. Sin embargo es lo mas frecuente ver como se le aprecia con unilateralidad y sesgo, según la propia concepción y la propia ubicación.

Nosotros sólo creemos en el Mariátegui integral. Pero si de su esencia política se tratase….sí de la razón de su vida estuviésemos hablando….Eso está claro. Ya ha sido dicho en el primer capitulo de este ensayo.

La concepción ideológica más actual

Entre 1919 y 1923, JCM tuvo su experiencia europea. Allí constato el agotamiento de una civilización y el nacimiento de otra. Confirmo su opción revolucionaria, socialista y marxista. Descubrió la tragedia de América y del Perú. Descubrió la emoción de nuestro tiempo, el nuevo mito, el nuevo absoluto: La revolución social. Así como su apreciación de la crisis de la civilización burguesa era integral, lo era también su apreciación de la naciente civilización socialista: economía, política, cultura y valores; de allí la importancia de forjar desde la vida, en la lucha por producir y transformar, una nueva moral, la moral de productores.

En la obra de la generación renovadora, y en particular en Mariátegui, se encuentran socialismo y cuestión nacional, política y cultura, revolución y vida cotidiana. Su tarea colectiva fue darle contenido a la tarea de renovar el Perú; la revista Amauta es su mejor testimonio. Puesta en marcha la obra, esta encontró rápidamente su identidad: el socialismo. La solidez doctrinal nunca reemplazo el análisis de la realidad. El marxismo fue entendido y desarrollado como método dialéctico de interpretación de la realidad, como guía para la acción, nunca como esquema obligatorio. No faltaron las críticas, las incomprensiones, e incluso, tras la muerte, las condenas.

Mariátegui y los demás fundadores del socialismo peruano abrieron paso a una nueva forma de hacer política contrapuesta a la politiquería criolla: en base a principios y con propuestas claras, sin caudillismo, confiando en la acción de los trabajadores. Desde este punto de vista cuestionaron la idea tradicional de la centralidad del poder del Estado, y se empeñaron en disputar el poder en un escenario mucho mas amplio; el de la economía y la sociedad, el de la cultura y las mentalidades. Para ello se plantearon la necesidad de crear múltiples lazos con las clases populares y el conjunto de la sociedad. Entre otros con los intelectuales y artistas, buscando afirmar su opción renovadora y ganarlos para la revolución no sólo de forma sino también del contenido.

Con Mariátegui el socialismo entró de manera definitiva en la historia nacional. A través de él, el Perú sintonizo con la época. No dejo un programa acabado ni una estrategia definida. Sí los instrumentos para elaborarlos. Su amplitud hoy sigue enseñándonos. Tuvieron que transcurrir varias décadas para que su legado, deformado por una supuesta ortodoxia, fuese recuperado. Desde mediados de la década del 60 nuevas generaciones de revolucionarios peruanos dieron origen a Partidos y movimientos que se reclamaron mariateguistas. Esta nueva izquierda vivió las repercusiones del triunfo de la revolución cubana, las sucesivas experiencias de la revolución china, la guerra heroica contra el imperialismo estadounidense en Vietnam, las luchas anticoloniales del Asia y del África, los movimientos contestatarios del Primer Mundo, y diversas expresiones de resistencia contra las burocracias en Europa del Este.

Frente al escepticismo que predican los aparentes vencedores del presente, frente a la desmoralización de quienes han renunciado a construir el futuro, afirmamos que la emoción de nuestro tiempo sigue siendo la revolución. Por estas razones somos socialistas y, como Mariátegui. “nunca nos sentimos más rabiosa y eficaz y religiosamente idealistas que el asentar bien la idea y los pies en la materia”.

En el centro de nuestra identidad socialista está la continuidad con Mariátegui, con su esfuerzo por sintetizar marxismo y tradiciones nacionales. Somos mariateguistas y como tales reconocemos el papel fundamental de Marx al establecer sólidas bases para el análisis critico de la sociedad contemporánea y la formulación del programa y la estrategia de su transformación revolucionaria. “Ser marxista en este mundo moderno implica utilizar la ciencia y la cultura de este tiempo desde una perspectiva revolucionaria”. (Alberto Flores Galindo)

Mariátegui, “la trenza” y el papel de la violencia en la revolución.

Es notable cómo, el aspecto, indudablemente central, que juega la violencia en las transformaciones revolucionarias de las sociedades y de la humanidad entera, en la presentación, aprendizaje, lectura y asimilación política del pensamiento de JCM aparece más bien desdibujado, algo ambiguo o borroso.

En nuestra concepción, frente a la realidad del país, para realizar las transformaciones políticas y de toda índole que son indispensables, es necesario realizar una lucha revolucionaria. Esta debe ser de carácter integral. Esto quiere decir que la lucha debe desarrollarse simultáneamente, articuladamente, en los tres escenarios o niveles principales de confrontación y de combate ideológico y político entre quienes nos identificamos con los objetivos históricos y concretos de la causa del pueblo y la nación peruana y nuestros enemigos, que se alían entre ellos y se atrincheran en el Estado del Perú.

Estos tres niveles, o escenarios, resumidamente, son: UNO- el de la representación ante el Estado, Congreso. Consejos Municipales; Gobiernos Regionales, Poder Judicial, y los espacios públicos de los medios de difusión de masas; DOS- el de las luchas directas de las propias masas, a través de sus organizaciones gremiales, sindicales, campesinas, barriales, con sus propios métodos; este es, por supuesto, el escenario principal, el alma de acero de esta trenza, el que les da sentido a los otros dos; TRES- el tercero es el escenario del ejercicio justo y legitimo de la violencia, en autodefensa, en defensa propia; violencia que se ejerce contra todos aquellos que intentan atropellar los derechos democráticos, constitucionales, humanos, universalmente consagrados, del pueblo y la nación.

En JCM son numerosas las referencias respecto del rol de la violencia de masas en el cumplimiento de las tareas de la revolución peruana. Sin embargo es particularmente notable la concepción que maneja a este respecto cuando se plantea la tarea política de “convertir el factor raza en factor revolucionario” (tesis a la 1ª Conferencia Comunista Latinoamericana, el problema de las Razas en América latina, Buenos Aires, Junio 1929; en Ideología y Política).

De indios y negros, JCM dice que, “unidos a los proletarios y campesinos explotados, mestizos y blancos, tendrán por necesidad que insurgir revolucionariamente contra sus exiguas burguesías nacionales y el imperialismo monstruosamente parasitario, para arrollarlos, cimentando la conciencia de clase, y establecer en América latina el gobierno de obreros y campesinos.” (Idem).

Entre las reivindicaciones de los trabajadores indios o negros explotados, plantea, entre otras, la siguiente notable reivindicación. “Armamento de obreros y campesinos para conquistar y defender sus reivindicaciones”. Para conquistar…y defender…..sus reivindicaciones. La noción del derecho al ejercicio de una violencia justa y legítima, en autodefensa, esta aquí clarísima.

Es también notable en JCM el párrafo 3º de su carta de respuesta a Samuel Glusberg, el 30.04.27, cuando dice:

“Soy revolucionario. Pero creo que entre los hombres de pensamiento neto y posición definida es fácil entenderse y apreciarse, aun combatiéndose. Con el sector político con el que no me entenderé nunca es con el otro, el del reformismo mediocre, el del socialismo domesticado, el de la democracia farisea. Además, si la revolución exige violencia, autoridad, disciplina, estoy por la violencia, por la autoridad, por la disciplina. La acepto, en bloque, con todos sus horrores, sin reservas cobardes”.

De igual manera que la concepción de la lucha revolucionaria integral está en Mariátegui, precisamente en la forma esencial de articulación de tres escenarios que hemos llamado “La trenza”. JCM en los “Principios Programáticos del Partido Socialista”, menciona entre las principales reivindicaciones por cuales el Partido luchará, la siguiente:

“La libertad del Partido para actuar publica y legalmente, al amparo de la Constitución y de las garantías que ésta acuerda a sus ciudadanos para crear y difundir sin restricciones su prensa, para realizar sus congresos y debates, es un derecho reivindicado por el acto mismo de fundación de esta agrupación”.

Más adelante en la misma declaración aparece el rol fundamental de las masas, que tuvo, por supuesto el tratamiento fundamental de su obra:

“Y las masas trabajadoras de la ciudad y el campo y las minas y el campesinado indígena, cuyos intereses y aspiraciones representamos en la lucha política, sabrán apropiarse de estas reivindicaciones y de esta doctrina, combatir perseverante y esforzadamente por ellas, y encontrar, a través de cada lucha, la vía que conduce a la victoria final del socialismo”.

Unidas estas referencias a las expresiones ya mencionadas sobre la violencia, hechas tanto en forma implícita, pero nítida e irrevocable, como en forma directa y explicita, es evidente que JCM manejo una concepción de lucha revolucionaria integral del mismo tipo que el que ahora explicamos, en términos de la necesidad de “trenzar”

Palabras finales

Término con unas ultimas citas de JCM por que las creo, como tantas otras expresiones de su pensamiento, perfectamente y plenamente vigentes:

“La política es hoy la única actividad creadora. Es la realización de un inmenso ideal humano, La política se ennoblece, se dignifica, se eleva cuando es revolucionaria”.

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* Artículo publicado en el Nro 1 de la Revista Trenzar. Lima. Perú.

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