Argentina: La relación entre Hugo Moyano y los Kirchner

La principal estructura orgánica de apoyo con que cuenta el Gobierno

Prensa de Frente / Mariátegui
26/12/09


No es estrictamente la lógica político-partidaria la que los une con lazos más fuertes aunque, al respecto, tienen en la etapa clarísimas acuerdos como titulares de la presidencia y la primera vicepresidencia del Consejo Nacional del Partido Justicialista. Tampoco son, centralmente, las coincidencias sobre el modelo sindical, aunque esas coincidencias sean derivación directa y complemento necesario del terreno esencial de identificación. Néstor y Cristina Kirchner comparten con Hugo Moyano, primero que todo, la concepción sobre lo que debe ser la relación entre poder y negocios en la Argentina de estos tiempos.

Se trata de un trazo común que no tiene nada de circunstancial, ni simplemente operativo. Hasta el punto de que, tras el conflicto con las patronales rurales, la crisis económica internacional y los resultados de las elecciones de 28 de junio, Moyano representa no sólo la principal sino también la única estructura orgánica de apoyo que le queda al kirchnerismo para ensayar una revitalización de su proyecto político de aquí al 2011.

Si hacía falta otro dato para corroborarlo, el acto de la semana pasada por el Día del Camionero, en la cancha de Vélez, en el que 50 mil personas aplaudieron a rabiar a la señora presidenta y al flamante diputado nacional -además de a Moyano, claro-, lo dejó suficientemente en claro.

Cuatro días después, Moyano pegaba otro público roscazo disciplinador al interior del sindicalismo peronista con la apertura de la filial porteña de las 62 Organizaciones para minar el poder del jefe nacional de ese instrumento, Gerónimo “Momo” Venegas, el complaciente -con el empresariado sojero- dirigente de los trabajadores rurales que milita en las filas del duhaldismo. Allí, Moyano volvió a hacer profesión de fe kirchnerista y a advertir contra los designios “desestabilizadores” de la oposición y sus mandantes.

Se podría decir que, en algún punto, Moyano es un buen pagador. A fines de 2006 y durante buena parte de 2007 su liderazgo en la CGT pendió de un hilo, que pronto demostró ser más bien una soga resistente. Kirchner puso su peso de presidente en ejercicio con altos índices de consenso para evitar que la entente entre Luis Barrionuevo y los “gordos”, es decir el sindicalismo más menemista, se llevara puesto a Moyano después del golpe de debilitamiento interno que le significó el protagonismo de su gente en la batalla del 17 de octubre de 2006, en la quinta de San Vicente a la que ese día se trasladaban los restos de Perón. Y Moyano devolvió, rápidamente, colocando a su gremio como el caso testigo para poner techos a los acuerdos salariales en las negociaciones paritarias año tras año

Ahora, cuando los Kirchner sufren claros síntomas de debilitamiento incluso en la relación con las organizaciones sociales que alguna vez habían conseguido cooptar, la única dimensión en la que están tanto o más fuertes que en sus mejores momentos es la de los negocios, los propios y los de sus socios Cristóbal López, Lázaro Báez o Igor Ulloa. Moyano, en cambio, consiguió recomponer su poder interno en la CGT y también crece en sus negocios, casi todos ellos rara mezcla de emprendimientos personales y familiares y de emprendimientos institucionales. Pero en todo caso desarrollados en rubros, como el de los seguros de transporte y el de seguros de riesgo de trabajo, que lo acercan casi hasta la sociedad con los más importantes empresarios transportistas.

Por la fortaleza de la alianza entre los Kirchner y Moyano, por la contundencia de la necesidad mutua, es absurdo suponer que el Gobierno esté dispuesto a aceptar mayores cuotas de libertad y democracia sindical. Imponerlas será tarea de los trabajadores mismos, a caballo de algunos saludables gestos llegados desde la Justicia.

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