Bolivia: Asunción en la Asamblea Legsilativa. Del Estado aparente a la construcción del Estado integral

Prensa De Frente / Mariátegui
Desde La Paz
02/02/10


Exactamente cuatro años después de su primera asunción, pero en esta ocasión ante la nueva Asamblea Legislativa Plurinacional, Evo Morales Ayma y Álvaro García Linera juraron como presidente y vice por un nuevo período de gobierno, hasta 2015. A partir de este momento, sostuvieron, se dio fin a la República para dar paso al Estado Plurinacional de Bolivia. Nuevo parlamento, nuevos símbolos y emblemas nacionales, pero sobre todo, la intención de construir un “Estado integral”, por fuera de los parámetros del liberalismo occidental, con protagonismo de los movimientos populares.

El viernes 22 de enero, la Plaza Murillo, en el centro histórico de La Paz, se vistió de los colores de los pueblos originarios, como había sucedido el día anterior en Tiwanaku. Las calles cercanas al lugar se poblaron de wiphalas, bailes y músicas, enarbolados por movimientos sociales de diferentes regiones del país. Mientras tanto, en la sede de la Asamblea Legislativa, el presidente y vice tomaron posesión formal de los cargos y hablaron ante la presencia de asambleístas e invitados especiales, entre los que había presidentes de América, enviados de países de Europa y Norteamérica y líderes de movimientos populares del continente.

En su discurso, García Linera hizo eje en la transición que está viviendo el Estado, impulsada por la lucha del pueblo. Recordó un concepto desarrollado por René Zabaleta Mercado al señalar que todas las Revoluciones anteriores construyeron un Estado con un “republicanismo aparente”, de espalda a las mayorías, con discriminación racial, dominación cultural y una economía subordinada a los poderes externos. Explicó que el Estado integral debe romper la escisión liberal entre Estado y sociedad civil; y señaló que el proyecto político en el gobierno es resultado de una estrategia de poder del movimiento popular, en base a cuatro pilares: la orientación del movimiento campesino indígena hacia la construcción de un nuevo Estado; la capacidad de movilización para convertir la demanda territorial en un hecho político; la habilidad para “volverse poder”, construyendo alianzas, tejido social, hegemonía; y un proyecto social y estatal creíble, asentado en la realidad. A estos pilares finalmente le agregó un quinto: un liderazgo capaz de unir y expresar lo construido por los movimientos sociales.

“Nuestro horizonte estatal es socialista”, definió el Vicepresidente, y dijo que no se trata sólo de profundizar la democracia, sino de impulsar “una transición a un sistema social de bienestar y de distribución equitativa de la riqueza”, recuperando la sabiduría ancestral e incorporando mejores tecnologías productivas. Al entregar la palabra al Presidente, lo saludó asumiéndose como “un viejo bolchevique y tupakatarista a la vez”, agradeció y prometió al pueblo “compromiso indeclinable con esta revolución democrática, obediencia a los movimientos sociales, a los que me debo, por los cuales estoy aquí y a los cuales he entregado mi vida y lo seguiré haciendo”.

El discurso de Evo fue un exhaustivo informe dos horas, en las cuales detalló los diferentes aspectos de gestión de los primeros cuatro años de gobierno. Allí señaló la creación de empleos, el desarrollo de programas sociales como el bono Juancito Pinto y la Renta Dignidad, las campañas de alfabetización, el incremento en los salarios reales, la inversión en infraestructura, salud, acceso a los servicios y otros avances sociales, comparando estos datos con el período de gobierno neoliberal anterior, entre 2002 y 2005. También expresó su orgullo, señalando a las legisladoras y los legisladores, “al verlos sentados como conjunto de guardatojos (cascos mineros), como concurso de vestimentas, esa es la Asamblea Legislativa Plurinacional que representa a todos los sectores del pueblo boliviano; también a nuestros hermanos profesionales, intelectuales, con su corbata”.

Como en Tiwanaku, el presidente hizo un llamado a defender a la Pachamama del capitalismo, pidiendo “a los países desarrollados, industrializados o del occidente, acabar con el hambre y no con el hombre. Hay que acabar la miseria, la guerra y no la naturaleza”. En un claro mensaje a EE.UU., recordó episodios de injerencia imperial, anunció que su país era soberano y no toleraría imposiciones en su política exterior, mientras anunciaba un fortalecimiento de las relaciones con Cuba, Venezuela e Irán. En un mensaje atípico por su franqueza, en un pasaje del informe se dirigió al comandante de las Fuerzas Armadas y le pidió un cambio en su doctrina de formación: “En algunos institutos militares siguen enseñando que el enemigo es el socialismo. Hay que cambiar eso, el enemigo es el capitalismo, y tenemos que tener oficiales con nueva orientación ideológica. (…) Sin embargo -reconoció- felizmente ahora en los cuarteles, bajo una nueva doctrina ya no es el originario, el obrero, el enemigo interno, ya superamos eso”.

La ceremonia, que se desarrolló desde las diez de la mañana, tuvo además una carga simbólica adicional, porque a partir de este momento entraron en vigencia los nuevos distintivos que portan los mandatarios. La banda presidencial incorporó una wiphala además de la bandera tricolor, y la medalla del Vicepresidente a Bartolina Sisa y Tupac Katari en reemplazo del Mariscal Sucre. Sobre las dos de la tarde, y tras observar el desfile de las fuerzas armadas y las delegaciones de distintos pueblos de Bolivia, la multitud comenzó a desconcentrarse. Muchos dirigiéndose al Estadio Hernando Siles, donde la fiesta continuó con más música, danza y un acto con los presidentes del ALBA.

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