Rodolfo Bejarano / Latindadd - Mariátegui
21/02/10
Desde tiempos inmemoriales la humanidad ha buscado intercambiar bienes y servicios que eran producidos por individuos o comunidades para satisfacer todo tipo de necesidades, lo que obligó al uso de distintos bienes que tenían cierto valor y que eran aceptados por todos. Por ejemplo, productos alimenticios, metales y conchas eran usados como medios primitivos de dinero.
Sin embargo, se encontraban con diversas trabas que no permitían realizar el trueque de la mejor manera, sobre todo desde la expansión del comercio a gran escala gracias al desarrollo del transporte y las comunicaciones, lo que llevó a buscar un medio que cumpliera con las tres propiedades con las que el dinero debe contar: i) ser un medio de intercambio aceptado por todos; ii) unidad de cuenta comparable con otros bienes; y, iii) conservación de valor. Así se llegó, varios siglos antes de nuestra era, al uso extendido del oro y la plata en forma de monedas similares a las que conocemos hoy en día. Mas adelante vendrían los billetes (o papel moneda) y el dinero electrónico.
Los acontecimientos en las últimas décadas nos han llevado a la hegemonía del dólar como medio de intercambio mundial convirtiéndose luego de los acuerdos de Bretton Woods a ser la única divisa convertible en oro, hasta que la pérdida de valor del dólar ocasionada por el déficit de los Estados Unidos en los 70s llevó a dejar de lado el patrón oro. Y aunque el dólar sigue siendo la moneda de referencia por excelencia en el sistema monetario internacional, la devaluación y la crisis internacional ha hecho que se empiecen a explorar otras alternativas, incluso algunos hablan de la posibilidad de volver a usar el metal precioso como reserva de valor y como medio de pago mundial.
Entre esas alternativas planteadas nace la idea de implantar un sistema de unidad de cuentas que elimine al dólar en las transacciones comerciales entre los países del ALBA, cuyo tratado constitutivo fue firmado en octubre de 2009 por sus respectivos presidentes y el que por fin logró el 27 de enero pasado entrar en vigencia: el Sistema Unitario de Compensación Regional de Pagos (SUCRE). El Sucre constituye una moneda virtual que permite que quienes compran mercancía en otros países (que son parte del sistema) paguen en su moneda nacional y que quienes venden también reciban los recursos en la moneda local. Esto representa un ahorro de divisas y aminora el costo de las transacciones, lo que abre las posibilidades a de un mayor desarrollo comercial entre estos países.
Las transacciones se realizan a través de los Bancos Centrales de cada uno de los países miembros del ALBA (Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Antigua y Barbuda, Dominica, y San Vicente y las Granadinas) con un tipo de cambio de $1,25 por Sucre, lo que representa un valor intermedio con respecto al dólar y al euro. Las operaciones estarán supervisadas y reglamentadas por el Consejo Monetario Regional del Sucre, quien estará también a cargo del funcionamiento de la Cámara de Compensación y el Fondo de Reservas, que también son parte del nuevo sistema.
En su fase inicial el Sucre solamente será una moneda que servirá como unidad de cuenta común para el pago de las transacciones comerciales. Más adelante, servirá también como unidad de cuenta común entre importadores y exportadores, hasta finalmente llegar a su fase de consolidación en que incluirá la puesta en circulación de una moneda que tendrá valor como medio de pago y reserva de valor entre los países miembros y en sus respectivos mercados internos.
Son tres los países que hasta ahora promulgaron las leyes de ratificación de la nueva moneda: Venezuela, Cuba y Bolivia, con lo que quedó todo listo para el inicio de la primera operación de compraventa con el uso del Sucre, la que se materializó el miércoles 3 de febrero por un monto de 108 mil sucres (equivalentes a 135 mil dólares) por la venta de 360 toneladas de arroz venezolano de la Empresa Mixta Socialista Arroz del Alba S.A. a la Empresa Cubana Comercializadora de Alimentos (Alimport). La transacción se ejecutó entre los bancos centrales de ambos países a través de la plataforma tecnológica del Banco del ALBA. La próxima operación comercial será con textiles bolivianos.
Pero esto es solo el inicio, Venezuela ya ha definido los bienes a importar por en la primera fase, que culminará en junio de 2010, entre los que están maíz amarillo, arroz, frijoles, porotos y soya; cloruro de potasio, ácido sulfúrico, hilos de coser de algodón y alcohol isopropílico. Los bienes a exportar incluyen melones, plátanos, café, harina de maíz, mangos, jugo de naranja, cacao en grano y pasta, manteca, frijoles negros, sardinas, metanol, aceites blancos, lubricantes, sulfato de aluminio, alambre de aluminio y gasolina, entre otros. Lo mismo ha hecho Ecuador, aunque con una cantidad menor de productos en el listado.
Los tiempos de crisis nos han demostrado que en cuanto al intercambio comercial, según los últimos datos de la CEPAL, America Latina y El Caribe en el 2009 ha sufrido una caída drástica en cuanto al valor de las exportaciones (-24%) y de las importaciones (-25%). En cuanto al destino de las exportaciones de la región, las exportaciones a los Estados Unidos se redujeron en un 32% y a la Unión Europea un
33%. Con Asia la caída fue menor, un 12% respecto al año anterior, gracias a que con China se redujeron solo un 2%. Estos datos confirman la creciente importancia que ha adquirido China como destino de las exportaciones regionales. De aquí que algunos países como Argentina hayan establecido acuerdos de “swap” o canje de monedas con China para facilitar operaciones comerciales y financieras, de la misma forma que lo hizo con Brasil.
Las perspectivas para un sistema monetario regional deberían perfilarse mucho más interesantes, tomando en cuenta que según las investigaciones del economista Oscar Ugarteche -quien además es el propulsor de la idea de una Unidad Monetaria Sudamericana (UMS)- la composición de las exportaciones latinoamericanas según su destino ha cambiado en los últimos años, y es el comercio intrarregional el que ha aumentado ligeramente, al pasar de 16% en 2000 a 20% en 2007 sobre las exportaciones totales, mientras que el comercio con EEUU, Europa y Asia ha disminuido en proporción. De igual forma la CEPAL exhortaba el año pasado a apostar por el comercio intrarregional por ser más beneficioso.
Por otro lado la demanda de los EEUU por exportaciones de países con los que tiene incluso acuerdos comerciales han caído en el año 2009. Es decir se corrobora que la apuesta por lograr tratados comerciales con países industrializados no es la mejor estrategia de inserción en los mercados internacionales para nuestros países.
Aunque son solo los países del ALBA los que han entrado al sistema, el Sucre constituye no solo el primer paso para la constitución de una moneda física dentro de un proceso similar al del establecimiento del euro en la Unión Europea o de la más reciente Unidad Monetaria Asiática (ACU por sus siglas en ingles) del Asean+3, sino que se da en un momento clave para avanzar hacia una integración regional que, junto con el Banco del Alba y Banco del Sur por el lado financiero, y las empresas grannacionales (como la recientemente creada ALBA-Alimentos) por el lado productivo, responda a las exigencias que una crisis del sistema financiero y económico internacional ejerce como desafío para la región latinoamericana.
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