Brasil: Desafíos para la Presidenta Dilma Rousseff


Leonardo Boff / Mariátegui
01/11/10


Celebramos alegremente la victoria de Dilma Rousseff. Y no dejamos de alegrarnos también por la derrota de José Serra, que no mereció ganar esta elección, dado el nivel indecente de su campaña, aunque los excesos se hayan dado en ambos lados. Los obispos conservadores que, a contravía de la CNBB, se colocaron fuera del juego democrático, y que manipularon la cuestión de la descriminalización del aborto, movilizando incluso al Papa en Roma así como los pastores evangélicos rabiosamente partidistas, han quedado desmoralizados.

Post festum, cabe una reflexión distanciada de lo que podrá ser el gobierno de Dilma Rousseff. Nos adherimos a la tesis de aquellos analistas que han visto en el gobierno Lula una transición de paradigma: de un Estado privatizador, inspirado en los dogmas neoliberales, hacia un Estado republicano, que ha puesto lo social en su centro, para atender las demandas de la población más desposeída. Toda transición tiene un lado de continuidad y otro de ruptura. La continuidad ha sido el mantenimiento del proyecto macro-económico, para servir de base a la estabilidad política y exorcizar los fantasmas del sistema. Y la ruptura ha sido la inauguración de sustantivas políticas sociales destinadas a la integración de millones de brasileños pobres, bien representadas por la «Bolsa Familia», entre otras. No se puede negar que, en parte, esta transición se ha dado, pues, efectivamente, Lula ha incorporado socialmente una franja entera de la población a una situación de decencia. Pero, desde el comienzo, los analistas apuntaban el desequilibrio entre el proyecto económico y el proyecto social. Mientras aquél recibe del Estado algunos miles de millones de reales por año, en forma de intereses, éste, el social, tiene que contentarse con mucho menos.

No obstante esta disparidad, el foso entre ricos y pobres ha disminuido, lo que le ha granjeado a Lula una extraordinaria aceptación.

Ahora se plantea la cuestión: ¿profundizará la Presidenta la transición, desplazando el acento en favor de lo social, donde están las mayorías, o mantendrá el desequilibrio en favor de lo económico, de tipo monetarista, con las contradicciones denunciadas por los movimientos sociales y por lo mejor de la inteligencia brasileña?

Estimo que Dilma ha dado muestras de que va a inclinarse hacia lo social-popular. Pero algunos problemas nuevos como el calentamiento global deben afrontarse sin dilación. Veo que la nueva Presidenta ha comprendido la relevancia de la agenda ambiental, introducida por la candidata Marina Silva. El PAC (Proyecto de Aceleración de Crecimiento) debe incorporar la nueva conciencia de que no sería responsable continuar las obras sin considerar estos nuevos datos. Y en el horizonte todavía se anuncia una nueva crisis económica, pues Estados Unidos resolvió exportar su crisis, devaluando el dólar y perjudicándonos sensiblemente.

Dilma Rousseff marcará su gobierno con identidad propia si realiza con más fuerza la agenda que eligió Lula: la ética y las reformas estructurales. La ética solamente será recuperada si hubiera total transparencia en las prácticas políticas y no se repite la mercantilización de las relaciones partidarias («mensalón»). Las reformas estructurales son la deuda que el gobierno Lula nos dejó. No pudo, por falta de una base parlamentaria, hacer ninguna de las reformas prometidas: la política, la fiscal y la agraria. Si quisiera recuperar el perfil originario del PT, Dilma debería implementar una reforma política. Será difícil, debido a los intereses corporativos de los partidos, en gran parte vacíos de ideología y hambrientos de beneficios. La reforma fiscal debe establecer una equidad mínima entre los contribuyentes, pues hasta ahora eximía a los ricos y gravaba duramente a los asalariados. La reforma agraria no se satisface solamente con asentamientos. Debe ser integral y popular llevando democracia al campo y aliviando la favelización de las ciudades.

Creo que lo más importante es el salto de conciencia que la Presidenta deberá dar, si toma en serio las consecuencias funestas del cambio que ha sufrido la Tierra en crisis socioecológica. Brasil será clave en la adaptación y el mitigamiento por el hecho de poseer los principales factores ecológicos que pueden equilibrar el sistema-Tierra. Podrá ser la primera potencia mundial en los trópicos, no imperial sino cordial y corresponsable del destino común. Este paquete de cuestiones constituye un desafío de la mayor gravedad al que deberá enfrentarse al novel Presidenta. Ella tiene competencia y coraje para estar a la altura de estos retos.

Que no le falte la iluminación y la fuerza del Espíritu Creador.


http://www.mst.org.br
Traducción de MJG

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