Perú: El Premio Nobel de Vargas Llosa



Foto: Vargas LLosa junto a Manuel Rosales, prófugo de la justicia venezolana

Winston Orrillo / Mariátegui
07/11/10


Avasallado por toneladas de interesada propaganda de los latifundios mediáticos, el Premio Nobel para el novelista peruano, Mario Vargas Llosa, ha pretendido maquillar su posición de enemigo jurado –y obseso- de todos los regímenes que quieren demostrarnos que otro mundo es posible.

La calidad literaria de algunas de sus novelas no está en discusión (aunque las hay, igualmente, cuestionables), pero lo que aquí nos interesa es dilucidar una posición que es prácticamente emblemática de todo lo que signifique denuesto y furibundo ataque contra los pueblos que luchan por su liberación del estigma deletéreo del neoliberalismo (disfraz o avatar del imperialismo de siempre).
La condición de demócrata sui generis del autor –como por ejemplo su reciente carta al presidente García para criticar instrumentos jurídicos que en la práctica avalarían la impunidad para delitos de lesa humanidad- es incompatible con su inicuo –y persistente- ataque a los gobiernos populares de la República Bolivariana de Venezuela, la Bolivia combativa de Evo Morales y, sobre todo, la querida Patria de Martí, sobre la que vuelca su odio desmesurado e irracional.

Quiero ofrecer, a mis lectores, un documento de algún modo histórico: el que escribí con motivo del mitin de lanzamiento de nuestro autor como personaje de la política activa. Lo reproduciré parcialmente. Su título fue “”Pantaleón” Vargas Llosa y sus “visitadoras”:(Debut político del escribidor)

He aquí su texto, y creo que no ha perdido actualidad, sobre todo en lo que se refiere a la derecha peruana de antaño y hogaño.

“Pablo Macera dijo alguna vez que el Perú era un burdel, y nunca estuvo mejor aplicada esa frase que cuando Mario Vargas Llosa reunió, en la Plaza San Martín, la noche del viernes 21 de agosto de 1987, a toda esa retahíla de proxenetas y sus pupilas, que componen el conglomerado de la derecha peruana y sus a lateres y paniaguados.

Con la estupidez histórica que caracteriza a esta clase, el escribidor y los suyos se convirtieron, muy a su pesar, en los mejores propagandistas del apra y sus frustrados proyectos de modernización del capitalismo.

El oráculo de Pablo Macera

En entrevista reciente, el historiador y ensayista declaró que esta era la última oportunidad que tenía la derecha peruana ´` para entrar en la modernidad´ (sus palabras literales fueron `modernizar a patadas el capitalismo enano de los peruanos, hacerlos crecer con toneladas de Emulsión de Scott”). Y sigue: `es posible que la estatización sea, sobre todo, un elemento clave dentro de un programa mayor contrainsurreccional´ Y finaliza: `dentro de este modelo socioeconómico del apra, resulta indispensable salvar a los empresarios a pesar de sí mismos”.

Una derecha que no entiende nada: al basurero de la historia

Luego de ver ese mitin de la Plaza San Martín, luego de escuchar a sus líderes, uno encuentra que la derecha peruana tiene su lugar impostergable en el basurero de la historia.

Ciega de toda ceguedad, obcecada por un discurso de elementales y anacrónicos lugares comunes, aquella masa de pitucos y olorosos maniquiés que desfiló por primera vez en Limalahorrible (ellos de Las Casuarinas, Higuereta, La Molina, Chacarilla, San Isidro, Miraflores, y, claro unos cuantos asalariados de sectores lumpenizados ) no se daban cuenta que sus volatines ya habían sido ensayados y puestos en práctica por la derecha que hizo caer a Allende y sumió a Chile en la negra noche del pinochetismo, que vino a ser un salto atrás en el desarrollo del capitalismo, tanto que hasta su antiguo progenitor, el imperialismo yanqui, le ha quitado sus preferencias.

Un histrión de la ultraderecha

Para los que tenemos algún respeto por la literatura peruana –que ha producido un Vallejo, un Mariátegui, un Arguedas- no podía sino causarnos una penosa impresión ver a `Pantaleón´ Vargas Llosa convertido en un triste histrión de la ultraderecha peruana, que lo movía a su entera voluntad.

De conceptos políticos no podemos hablar, porque allí no hubo nada de eso. Simples lugares comunes, estereotipos que un alumno de primero de Letras ya ha dejado atrás por su estulticia, y que `Varguitas¨ repite como quien descubre la pólvora (tal el nivel de nuestra derecha educada por la televisión nacional y la prédica bedoyista o belaundoide).

Ver a quien para algunos representa el non plus ultra de la inteligencia peruana, cuando pedía aplausos para esos `ilustres demócratas´ como el fascista doctor Bedoya o el esclerosado arquitecto Belaunde, o el felón y dictadorzuelo (a su lado Odría resulta Napoleón Bonaparte) Morales Bermúdez, resultó ya el clímax…

La derecha peruana adornó la alicaída Plaza San Martín, con sus cintarajos, pitos y matracas, y con banderitas que repartían enjoyadas y pelipintadas damas y damiselas. ¡Todo un espectáculo circense!

El circo romano inicia su función

Orlando Orfei Circus hacía su función de debut y despedida. La temporada de Fiestas Patrias ha concluido, pero comienza, muy probablemente, el circo en el sentido romano del término.

Esta derecha, a pesar de algunos momentos casi plañideros de ese demócrata `formal´ que aparenta ser Vargas Llosa, pide sangre.

El gran titiritero Alan García quiere salvarla y, con ella, salvar a la burguesía que el apra tiene la misión histórica de preservar en el Perú.

Pero la derecha no quiere ceder un ápice de sus seculares privilegios. Prefiere la caverna –a pesar de usar computadoras- antes que se la toque con el pétalo de una estatización (de farándula) más.

En fin, la derecha peruana no quiere saber nada de nada.

Se enfrenta al apra y pide su cabeza (recuérdese que esto fue escrito hace veintitrés años). Convierte en héroe a García al denostarlo, y con ello contribuye a la confusión general…”

Los tiempos han mutado, y García, ahora, es portavoz y gonfalonero de la derecha peruana. Vargas Llosa, igualmente (es decir, sigue en lo mismo).

Con Premio Nobel o sin él, su posición es impertérrita: todo lo que exude cambio o transformación social a favor de los humillados y ofendidos, contará, inevitablemente, con sus anatemas.

Como anécdota histórica recordamos que esa ultraderecha que prohijó a nuestro flamante Premio Nobel, en esa oportunidad, apenas se aupó al poder el indeseable Fujimori, se puso a su lado y comió, una vez más, de ese plato sabrosón cuya fórmula tiene derechos reservados: la felonía, la traición sin dudas ni murmuraciones.

Todo esto, por otro lado, se puede leer en “El pez en el agua”, libro lleno de anécdotas respecto a sus originales auspiciadores, y a favor de los cuales se lanzó al ruedo histórico, con los resultados que todos conocemos.

Era importante recordar todo esto –a pesar de que para algunos suene muy duro- , porque, especialmente los maestros, deben tener, viva y fresca, la memoria histórica, ya que es parte de su formación intelectual y esclarecedora respecto a las nuevas generaciones.

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