Perú: La izquierda del 2016


Raúl Wiener / Mariátegui
07/11/10


En una entrevista con LA PRIMERA, la alcaldesa electa y lideresa de Fuerza Social, Susana Villarán, nos ofrece dos afirmaciones políticas: en la primera descarta la alianza con Ollanta Humala, para lo cual argumenta diferencias de “estilo” y de “programa”; y en la segunda recomienda a la izquierda mirar al 2016 porque los procesos de unidad deben ser lentos.

Propongo algunas reflexiones sobre ambos puntos:

Estilo: la tesis es que la que la gente ya no quiere caudillos. Pero no estoy muy seguro que la propia Susana o el cura Arana, que son los que más insisten en este asunto, no se estén convirtiendo en caudillos de su corriente política, en el sentido que no son fácilmente reemplazables y hacen girar la política en torno a ellos. ¿O qué significa eso de esperar al 2016, sino poner el cronograma en función de una alcaldesa que en la siguiente elección puede ser aspirante a la presidencia?, ¿y cómo entendemos que Tierra y Libertad se acerque a Fuerza Social y sostenga que Arana sigue siendo su candidato para el 2011 y que los demás tengamos que aceptarlo? ¿No es que todo sector político tiene el derecho de levantar una propuesta propia? Pero que para resolver hay que tomar en cuenta factores objetivos, como pueden ser el 47% de votos por el cambio en el 2006 y el 15% actual en las encuestas que tiene Ollanta, donde otros no figuran.

Programa: según Zegarra, Prialé, Guerra García y otros de Fuerza Social, hay tremendas diferencias programáticas entre ellos y el nacionalismo que hacen imposible la unidad. Ahora Susana ha aclarado esos abismos, anotando que existe diferencia de acento en la agenda ambiental y falta de un “discurso emprendedor que empate con el esfuerzo económico individual de la mayoría de la población…”. También que hay una coincidencia en lo de las empresas extractivas y el impuesto a las sobreganancias. ¿Y…? Exijo una explicación… como diría el Condorito, ya que no es fácil descubrir dónde se ha manifestado esta discrepancia: ¿será en la huelga amazónica?, ¿en la discusión de la ley de PYMES?, ¿o estamos ante un forzamiento de diferencias para mantener el discurso de la “no unidad”, con sus variantes: vamos solos, con el “centro” (Toledo), o nos reducimos al parlamento, pero no nos contaminamos, como ya lo hicimos en las municipales?

Plazos: finalmente, la alcaldesa electa llega a decir “preferimos tomar las cosas con calma. La historia no camina al ritmo de nuestras impaciencias”. Y esto debe leerse como que el 2011 no corresponden pelear por el gobierno nacional, ni en preocuparse en unidad de las izquierdas (donde ella no ubica al nacionalismo) y que si se “apresuraran” las cosas ahora, terminarían en una disputa por cuoteos. ¿Cómo entender esto? Solamente, bajo una óptica de que Susana lo sabe todo: ella conoce cuando debemos ir a las municipales y gobernar Lima, y cuando no debemos aspirar al gobierno del país, porque no es “tiempo”. Por ahora que siga conservando el poder la derecha, y en el mejor de los casos repitamos a Toledo. No es un caso de falsa modestia, por cierto, sino un concepto que subordina el reclamo de cambio de los sectores populares expresado en octubre del 2010, no sólo en Lima, sino en muchos lugares del país, y que por supuesto tiene que ver con lo que pasó el 2006 (aunque a Fuerza Social le convenga olvidarlo), a la dinámica interna de la izquierda, sus planes y la agenda de sus dirigentes políticos.

El Perú, como el resto de América Latina, quiere tumbar el programa neoliberal y distribuir poder a las mayorías, como una tarea urgente. Pero Susana quiere que la esperemos para el 2016, y construye pretextos programáticos y de estilo, para no dar el siguiente paso después de las victorias regionales y municipales, y tratar de hacernos retroceder sobre lo ganado.


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