Ante Wikileaks. La multitud que se arrodilla. Entre la papilla democrática y la metafísica libertad de expresión


Manuel Llanes García / Mariátegui
31/01/11


Los espectadores de los medios de comunicación seguramente están al tanto de la cobertura noticiosa alrededor de WikiLeaks, el sitio de Internet que se hizo célebre principalmente a partir del 28 de noviembre pasado, cuando un grupo de periódicos del orbe (El País, de España, entre ellos) comenzó a publicar un conjunto de archivos que WikiLeaks les proporcionó, “251 mil 287 cables (15 mil 652 secretos, 101 mil 748 confidenciales y 133 mil 887 no clasificados)” que ponen de manifiesto los manejos diplomáticos y de espionaje que lleva a cabo el gobierno de Estados Unidos en todo el mundo. Después del escándalo la cuestión, el gran descubrimiento(1) para quienes celebran la labor de WikiLeaks es precisamente que el gobierno de los Estados Unidos no diferencia entre la diplomacia y el espionaje, porque se aprovecha de la primera para llevar a cabo el segundo; eso es al menos lo que han concluido los incondicionales de WikiLeaks.


Wikileaks¿Libertad de expresión o papilla democrática para la plebs?Como se sabe, desde entonces han aparecido cotidianamente notas con los testimonios de los diversos embajadores de EUA, quienes en los archivos externan su opinión sobre la política del país en turno; la noticia es que esos juicios en no pocas ocasiones han resultado negativos, con críticas directas a la personalidad o el estilo de gobierno de gente como Sarkozy, Angela Merkel o, desde luego, políticos como Zapatero. No puede faltar la crítica sistemática a los enemigos declarados de los EUA, como Hugo Chávez y Evo Morales. Las revelaciones se han hecho con mesura: “Los cables, debido a su diversidad geopolítica e importancia, serán dosificados durante los siguientes meses para no restarles importancia y dar tiempo a que sea asimilada cada revelación(2) ”.

La figura central de este revuelo es el australiano Julian Assange, el caudillo visible de WikiLeaks, preso por unos días y luego liberado para júbilo de sus seguidores, porque Assange se ha convertido en un ídolo, por haberse enfrentado a los EUA, no sin consecuencias, como se sabe. Assange es un icono cuya vigencia, desde luego, no sabemos si será corta o prolongada, porque eso le concierne al futuro. Lo que nos importa aquí es analizar el papel que una persona como Assange y una agrupación como WikiLeaks juegan actualmente porque, adelantamos, estamos muy lejos de las posturas de quienes han contribuido a encumbrar al comunicativo Assange. Y lo decimos porque nuestras coordenadas tienen en cuenta la existencia de naciones políticas que, como no puede ser de otra forma, están enfrentadas entre sí en una lucha por la sobrevivencia, lo cual no parece ser tomado en cuenta por los defensores de WikiLeaks. Nos explicamos.

Quienes reivindican la labor informativa de WikiLeaks y se manifiestan alrededor del mundo, con mayor o menor eco, a favor de Assange (“Free Assange”, “Todos somos WikiLeaks”), basan sus proclamas en la defensa de la libertad de expresión y de la democracia. Luego habría que entender que los arcana Imperii representan una amenaza para estas, por lo que sería urgente desvelar cualquier secreto. Los secretos de Estado eran cosa de la guerra fría(3), dice uno de los defensores de Assange. La guerra fría, la dialéctica de Estados es un asunto superado, suponemos, todo en nombre de un proyecto fraternal entre los países del orbe que solamente estaría obstaculizado por la labor de los necios gobiernos (como el de los EUA), empeñados en guardar la secrecía de sus maniobras y no someterlas al escrutinio de todos.

Nuestro país no ha sido la excepción al momento de rendir culto a WikiLeaks, como puede verse en los medios y en las redes sociales. En su editorial del 29 de noviembre de 2009, el diario mexicano La Jornada lamenta la actitud del gobierno de Estados Unidos ante las filtraciones:

[…] el gobierno de Estados Unidos ha reaccionado ante estas escandalosas filtraciones en forma destemplada y equívoca: si en julio y octubre pasados la Casa Blanca calificó la labor de Wikileaks de “un peligro para las vidas de estadunidenses y sus aliados”, ahora sostiene que la difusión de los cables diplomáticos referidos podría “impactar profundamente no sólo los intereses de la política exterior de Estados Unidos, sino los de amigos y aliados de todo el mundo”. El Pentágono condenó la divulgación de documentos secretos “ilegalmente obtenidos” y afirmó haber tomado medidas para evitar que ello vuelva a suceder. Estas lamentables respuestas a lo que constituye un acto de libertad informativa muestran cuán poco han cambiado en el fondo la arrogancia imperial de Estados Unidos hacia el resto del mundo; la nula importancia que las esferas del poder en Washington otorgan a la legalidad internacional y al derecho a la información –incluido, por supuesto, el de sus propios ciudadanos–, y el profundo abismo moral en el que permanecen las principales instituciones del país vecino, empezando por la presidencial.

Es decir, para La Jornada, el gobierno de Estados Unidos debería congraciarse ante las filtraciones y, al parecer, celebrarlas con una palmada en la espalda de Assange, paladín de la libertad. De lo contrario, si un gobierno protesta por las filtraciones, estaría atentando contra la “libertad informativa” y el “derecho a la información”. Espiar a los vecinos, nos dicen, atenta contra el derecho internacional, como si la dialéctica de Estados (brutal, que a nadie le extrañe) en la cual nos encontramos inmersos fuera inexistente y en su lugar se pudiera erigir un metafísico derecho internacional, un contexto en el que el espionaje solo puede ser deleznable.

La defensa de la desvelación de todos los secretos, de la obscenidad como base de la convivencia entre el “género humano”, pasa entonces por el desdén hacia el Estado-nación, obsoleto, claro está. No hace falta espiar al enemigo y quien lo haga incurre en el error, traiciona el “espíritu” de la convivencia que tanto anhelamos.

Hemos citado las protestas alrededor del mundo que se han realidad a favor de Assange. Quiero llamar la atención acerca de la “estética” de los participantes, quienes en Madrid, por ejemplo, echaron mano de la parafernalia de la “cultura popular”. El 11 de diciembre, el diario español El País publicó una foto de un grupo de manifestantes en Madrid, apenas tres en la foto, aunque suponemos que la concentración era mayor. La foto, decimos, muestra a tres personas que se cubren el rostro con una máscara de Guy Fawkes (1570-1606), el personaje inglés que planeaba detonar unas bombas en el Parlamento para asesinar al rey Jacobo I y a los miembros de la Cámara de los Lores, como una protesta contra la persecución religiosa, como él mismo declaró.


Julian AssangeEl "héroe" visible... ¿y los invisibles quiénes son?Pero, aquí viene lo interesante: este individuo inspiró al escritor Alan Moore la escritura de una historieta extensa (“novela gráfica”, la llaman), V de Vendetta (1982-89), ambientada en una Inglaterra hipotética donde el poder está a cargo de un gobierno “fascista”, mismo que es combatido por “V”, un rebelde vestido de negro y que oculta su cara con la máscara de Fawkes. ¿A qué viene usar las máscaras de Fawkes fuera del contexto de la película (como un disfraz de Noche de Brujas, por ejemplo, o un desfile de frikis, como los llaman en España)? Nos parece claro que los fans de la indiscreta WikiLeaks usan máscaras de “V” (ya no de Guy Fawkes), porque pretenden imitar a su héroe, que no es un político sino un violento personaje de historieta. Dicho de otra forma, la protesta cobra su cariz más infantil en la medida en que se convierte en la reivindicación de un personaje de historieta y no un acto político. De esa forma, mediante el disfraz, se concreta ya no un acto de protesta, sino una fantasía de poder adolescente. Estamos ya no ante el activismo sino ante el juego infantil en el cual el protagonista se anuda un trapo rojo al cuello y simula que puede alzar el vuelo. Si a esas vamos, los manifestantes igual podrían vestirse de Hombre Araña, cuyo alter ego, como se sabe, es un periodista, quien sin duda podría romper una lanza a favor de la maltrecha “libertad de expresión” que defienden los frikis. Assange es una estrella pop disfrazada con el atuendo del periodista (4).

Ahora bien, en el contexto de la mencionada dialéctica de Estados, resulta obvio congratularse de la debilidad del enemigo, cuyos secretos son expuestos al escrutinio público. El mexicano, por ejemplo, tiene razones de sobra para celebrar el desvelamiento de los secretos del norteamericano. Pero lo inexplicable es que también celebre la manifestación de la debilidad propia. Cuando en 2002 Fidel Castro se desquitó de Vicente Fox públicamente, por medio de la divulgación de una llamada en la cual este lo encomiaba a marcharse de la Cumbre de la ONU de Monterrey para no perturbar con su presencia a George W. Bush, Castro le dio también una lección de política a Fox: los gobiernos espían, los Estados graban las llamadas que mantienen con amigos y enemigos.

“Es necesario no olvidar jamás que en la lucha entre las naciones, cada una de ellas tiene interés en que la otra sea debilitada por las luchas internas”, escribió Antonio Gramsci en El moderno príncipe. Pero su advertencia no ha sido escuchada.

Gustavo Bueno, en su artículo “Secretos, misterios y enigmas”, hace alusión al problema que aquí planteamos:

Los «secretos personales» constituyen el principal contenido de la intimidad de los individuos o de los grupos. No existe una sociedad humana cuyos miembros (individuos o grupos) sean plenamente transparentes. Ocurre como si la opacidad entre las personas y los grupos, conseguida generalmente mediante la formación de secretos personales, fuese un dispositivo necesario para la conformación de los elementos mismos de la vida social, individual o grupal. No es este el lugar para suscitar la cuestión de las causas de esta necesidad de creación de «espacios personales secretos» o, sencillamente, la cuestión de las causas del hecho de la realidad de esos espacios secretos de la vida humana (con importantes precedentes zoológicos). Sin duda, el secretismo, o la intimidad, no es un proceso gratuito, sino que está vinculado a la misma lucha por la vida. Mantengo secreto el número de mi tarjeta de crédito («mi número secreto») para evitar que otra persona vacíe mi cuenta corriente: mi número secreto puede ser más sagrado que cualquiera de los restantes secreta cordis que ni siquiera Lucifer podría conocer. El Estado mantiene en secreto proyectos o realizaciones de su política (los arcana Imperii, secretos de Estado), para mantener a raya los intereses de sus enemigos. Los secretos industriales, hoy, como antes los secretos de los alquimistas, o de los constructores de catedrales, tienen un funcionalismo evidente en el terreno de la competencia económica o social. Cabría decir que si alguien no tuviese secretos personales, tendría que inventarlos, para que su propia vida personal pudiese mantenerse como tal, y esto tanto en la vida individual («la esfinge sin secreto»), como en la vida social […]. (5)

El secreto es una de las claves de la lucha por la vida, tanto de las personas como de los Estados, por más que los armonistas se empeñen en creer lo contrario. Precisamente una de los pasos para convertirse en la víctima propiciatoria ideal es pensar, con ingenuidad, que ya no hay motivos de lucha y solo motivos de sobra para buscar la paz perpetua y el fin de todo conflicto.

Curiosamente, la idea de un secreto industrial (la receta de una simple salsa, por ejemplo) goza de mayor prestigio entre el gran público, mientras que si un gobierno se reserva para los altos mandos de su ejército los detalles de una estrategia de combate al crimen organizado, incurre en una omisión sucia digna de un Assange que la enjuague con el agua bendita de su indiscreción. Ahora resulta que los gobiernos tienen que compartir todos sus secretos, todo porque a un sitio de internet le da la gana. Eso me recuerda el caso de esa persona celosa que le exige a su pareja todos los detalles de su anterior vida sexual, para finalmente, en lugar de quedarse tranquila, hacer un escándalo.

A la gente le encanta el chisme, meterse en la vida privada de los demás. Los gobiernos, en la medida en que representan el interés de los habitantes de un país, sin duda que no tienen una vida privada al margen de los intereses de la población que los elige y mantiene en el poder. Pero en cambio sí tienen secretos de Estado. WikiLeaks es Ventaneando o La Noria con invitados que ya no provienen del ámbito de la prensa rosa o del corazón, sino del Pentágono, porque toda esta polémica está marcada por un virulento antiamericanismo.


El mito de la caverna de Platón¿Qué es lo que está detrás de las sombras que proyecta Wikileaks?Falta por ver qué intereses hay detrás de Assange y sus filtraciones, a quién responde este con su gigantesca rabieta: “WikiLeaks is a not-for-profit media organisation. Our goal is to bring important news and information to the public. We provide an innovative, secure and anonymous way for sources to leak information to our journalists(6) ”, dice la página oficial de WikiLeaks, una organización altruista, por lo que se ve. Por lo pronto, Assange ya puede estar contento de tener a una multitud arrodillada.


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(1) Se ha comentado también que las revelaciones de WikiLeaks no son ninguna bomba informativa y solo nos informan de lo que ya sabíamos: EUA echa mano de su fuerza coactiva alrededor del mundo. Con las filtraciones estaríamos, simplemente, ante los detalles de lo anterior. Lo que nos preocupa aquí no es el contenido en sí de los cables, sino la frivolidad con la que algunos seguidores de Assange toman este asunto.

(2) http://www.jornada.unam.mx/2010/12/19/sem-naief.html

(3) Dice un seguidor de Assange cuyo nombre nos reservamos: “No creo que Assange sea una estrella pop disfrazada de periodista. Desnudar de esa forma a un Estado tiene sus méritos y la ciudadanía tiene derecho a conocer esos ‘secretos de estado’, ya no estamos en tiempos de la guerra fría. Ojalá y en México hubiera muchos Assange. Bien nos haría”.

(4) El pie de cierta foto publicada por El País es muy clarificadora a este respecto: “La edición italiana de Rolling Stone ha otorgado al fundador y director de WikiLeaks, Julian Assange, el premio a la Estrella del Rock del año, un galardón que concede a una personalidad que destaque por su "carácter y temperamento rock & roll". La revista dedicará al ganador del premio la portada del primer número del año, que saldrá a la venta el próximo 29 de diciembre, y en la que Assange aparece emulando a David Bowie en la película El hombre que cayó a la tierra (1976). "El rock informático de Assange será el que llevaremos con alegría durante el 2011. Es el ángel exterminador de cada secreto del poder. Es un icono como Che Guevara en las camisetas, como Mao para Andy Warhol. Es el jefe pop del fin de la diplomacia y de la seguridad imperial. Assange es la verdadera estrella del rock & roll de los Años Tresmil", afirman los responsables de la revista en un comunicado”.

(5) http://www.nodulo.org/ec/2005/n041p02.htm

(6) “WikiLeaks es una organización mediática sin fines de lucro. Nuestra meta es llevar noticias e información importantes al público. Proveemos una opción innovadora, segura y anónima para que nuestras fuentes filtren información a nuestros periodistas […]”. Al hacker y recluta Bradley Manning, quien habría copiado los cables para WikiLeaks, seguramente le tranquilizará saber lo anterior ahora que se encuentra preso.


http://www.elrevolucionario.org

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