Vuelven los Babies. El terremoto de Haití duró tres minutos. El gobierno de los Duvalier duró casi 30 años.


Eduardo González Viaña / Mariátegui
25/01/11


Según los periódicos, un millón de haitianos vive todavía bajo tiendas de campaña desde los días del terremoto. Literalmente, se estaban muriendo de hambre. Ahora, les llegó también la epidemia del cólera… y Baby Doc.

Los Duvalier se fueron de Haití en 1986, pero su nefasta herencia persiste. Entre padre e hijo, hicieron del suyo uno de los países más pobres y desdichados del planeta.

La desgracia de los haitianos no viene desde los días del terremoto sino desde el año 1957 en que François Duvalier tomó el poder. A su muerte en 1971, lo sucedió su hijo Jean Claude quien se mantuvo en el gobierno hasta 1986.

Todavía no se sabe cuántos muertos ocasionó el terremoto de Haití el año pasado.

Sí se sabe, en cambio que, entre padre e hijo, Papa Doc y Baby Doc como los llamaban, los Duvalier mataron a unas cien mil personas.

En vez de una policía profesional, Papa Doc estableció unas bandas de desalmados que se hacían llamar Tonton Macoute. Aquellos no recibían sueldo, pero estaban facultados para ganarse la vida mediante la extorsión y la tortura.

Bastaba con que un ciudadano tuviera un terreno o una pequeña tienda para que la maldición cayera sobre él. Los paramilitares de Papa Doc tocaban a su puerta durante la noche, se lo llevaban a veces junto con su mujer y sus hijos. En el cuartel, lo colgaban, lo golpeaban, le sacaban las uñas y los dientes, y lograban que al día siguiente se hubiera declarado enemigo del régimen y terrorista.

Por supuesto, y como ha continuado ocurriendo en otros países del mundo, eso justificaba su ejecución inmediata y la requisa de sus bienes.

Por su parte, el gobierno central se apropiaba de la mayor parte de los bienes de la nación mientras los haitianos no tenían ni agua potable, ni electricidad y vivían en barriadas miserables. Se calcula en centenares de millones de dólares la fortuna que se llevaron al extranjero y depositaron en cuentas secretas. A la partida de esos individuos, el presupuesto de Haití estaba exhausto.

Ante las brutalidades de Papa Doc, el presidente Kennedy suspendió la ayuda económica norteamericana, pero sus sucesores la restablecieron. En Washington, se defendía el apoyo a la dictadura con el argumento de que era la mejor manera de hacer frente al socialismo de la revolución cubana.

A propósito de ello, François Duvalier, quien se hacía llamar a veces Barón Samedi (dios de la muerte en el culto Vudú), se vanagloriaba de haber provocado la muerte de Kennedy debido a un acto de brujería y a una maldición suya.

Esta semana, el hijo de Duvalier, Baby Doc, ha regresado a su país. Solamente estuvo ante el juez unas horas en el aeropuerto, pero luego caminó tranquilo sobre la alfombra de la bienvenida. No parece que vaya a ser juzgado por su millonario despojo de la economía haitiana ni por sus crímenes contra la humanidad. Todo hace suponer que –por el contrario- Baby Doc espera recuperar el gobierno.

En Corea del Norte, la dinastía Kim no termina. El dictador Kim Jong Il llamado Querido líder ha nombrado sucesor al tercero y menor de sus hijos, Kim Jong-un quien tiene 22 años. Es casi un “baby”

Padre e hijo son pequeños de estatura pero sumamente peligrosos. Como se sabe, en las semanas recientes los planes para la fabricación de la bomba atómica se han acelerado. Un ensayo nuclear y la prueba de varios misiles de corto alcance son la última noticia que ha llegado del país asiático.

Uno de los dos pequeños y gorditos Jong puede ser quien oprima el detonante de otra espantosa guerra mundial. Quizás le toque al “baby”.


En el Perú, la hija de uno de los gobernantes más criminales que ha tenido este país es candidata a la presidencia y tiene muchas posibilidades de de alcanzar el poder. Se llama Keiko y acaba de anunciar que Kenji, su hermano menor, es el tercero en la lista de sus candidatos al Congreso.

Son los babies de Alberto Fujimori, un balbuceante semianalfabeto que detentó el gobierno peruano durante una década.

Se escapó hacia Japón con decenas de maletas colmadas de documentos secretos y de dólares, aparte de lo que ya se encontraban protegidos por el secreto de los bancos y de los paraísos fiscales.

Al igual que Papa Doc, Fujimori autorizó las torturas y las ejecuciones masivas. Pueblos enteros fueron borrados del mapa. Los cuarteles del ejército en lugares como Ayacucho se convirtieron en cementerios secretos. Amparado con el pretexto de una guerra interna, dio rienda suelta a su sadismo. Pertenecieran o no a los grupos alzados en armas, los enemigos del régimen podían ser calificados de "terroristas", y eso, para el sentido común del criminal, justificaba la tortura y la muerte de hombres, mujeres y niños.

Fujimori está recluido en una cárcel del Perú, pero la aspirante al gobierno, su baby Keiko no disimula que de llegar al poder podría darle un indulto.

Un fantasma recorre el mundo. Es el fantasma de la barbarie. Vuelven los Babies.


Eduardo González Viaña. Escritor peruano y catedrático universitario en Oregón, Estados Unidos. Acaba de publicar la novela El amor de Carmela me va a matar

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