Rebeldes derriban nave en Libia, países ven más acciones


Mariátegui
01/02/11


Rebeldes derribaron un avión militar el lunes al combatir un intento del Gobierno de Libia de recuperar la tercera ciudad del país, Misrata, dijo un testigo, mientras que ministros de Relaciones Exteriores discutían cómo ayudarlos a derrocar a Muammar Gaddafi.

Las fuerzas de Gaddafi han intentado durante días contener una revuelta que obtuvo el apoyo de grandes partes del Ejército, puso fin a su control del este de Libia y está arrinconando al Gobierno en ciudades del oeste cerca de la capital, Trípoli.

En Misrata, ubicada a 200 kilómetros (km) al este, y Zawiyah, un área estratégica de refinación de petróleo 50 km al oeste, grupos rebeldes con apoyo militar resistían en el centro de las ciudades los repetidos ataques del Gobierno.

"Un avión fue derribado esta mañana cuando disparaba contra la emisora de radio local. Los manifestantes capturaron a la tripulación", dijo el testigo, Mohamed, a Reuters por teléfono.

"Los combates para controlar la base aérea militar comenzaron anoche y continúan hoy. Las fuerzas de Gaddafi sólo dominan una pequeña parte (...) Los manifestantes controlan una gran parte de la base donde están las municiones", agregó.

Los gobiernos extranjeros están ejerciendo cada vez más presión contra Gaddafi para que deje el poder, con la esperanza de poner fin a unos enfrentamientos que dejaron al menos 1.000 muertos y restaurar el orden en un país que contribuye con el 2 por ciento de la producción mundial de petróleo.

SANCIONES

El Consejo de Seguridad de la ONU impuso sanciones a Gaddafi y a otras autoridades libias, un embargo de armas y congeló activos del país. También dejó en claro que aquellos que usen la violencia contra civiles enfrentarán a la justicia internacional. Continuación...

"Los combates para controlar la base aérea militar comenzaron anoche y continúan hoy. Las fuerzas de Gaddafi sólo dominan una pequeña parte (...) Los manifestantes controlan una gran parte de la base donde están las municiones", agregó.

Una fuente del Gobierno libio negó el reporte.

Un residente de Zawiyah, llamado Ibrahim, señaló a Reuters por teléfono que se esperan "ataques en cualquier momento por parte de brigadas pertenecientes (al hijo de Gaddafi) Khamis. Están en las afueras de la ciudad, unos 5 a 7 kilómetros más allá. Hay muchos de ellos".

En la capital, el último bastión de Gaddafi, un reportero de Reuters vio a 400 personas manifestándose en una plaza en el distrito de Tajoura, que ya se encuentra parcialmente fuera del control gubernamental.

Poco después, hombres en vehículos utilitarios realizaron disparos al aire.

SANCIONES

Los gobiernos extranjeros están ejerciendo cada vez más presión para que Gaddafi deje el poder, con la esperanza de poner fin a unos enfrentamientos que dejaron al menos 1.000 muertos y restaurar el orden en un país que contribuye con el 2 por ciento de la producción mundial de petróleo.

El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas impuso sanciones a Gaddafi y a otras autoridades libias, un embargo de armas y congeló activos del país.

Gobiernos de la Unión Europea aprobaron el lunes sus sanciones contra Gaddafi en Bruselas, implementando la resolución de la ONU más pronto de lo esperado. Continuación...

Francia propuso una cumbre de emergencia de líderes de la UE para el jueves, indicaron diplomáticos del bloque.

En un discurso al Consejo de Derechos Humanos de la ONU en

Ginebra, la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, dijo el lunes que Muammar Gaddafi utiliza "mercenarios y matones" para suprimir a su propio pueblo y que el líder libio debe renunciar de inmediato.

"Gaddafi y quienes lo rodean deben ser responsabilizados de estos actos que violan las obligaciones legales internacionales y la decencia común", declaró Clinton, agregando que no había opciones fuera de la mesa mientras la comunidad internacional considera sus próximos pasos.

Sin embargo, en Washington un portavoz de la Casa Blanca se negó a descartar ayuda a Gaddafi si decidía exiliarse.

Un funcionario estadounidense en Ginebra indicó que un punto central de las sanciones era "enviar un mensaje no sólo a Gaddafi (...) sino a las personas que rodean a Gaddafi, quienes son los que buscan influencia".

El ministro alemán de Relaciones Exteriores, Guido Westerwelle, dijo tras reunirse con Clinton que proponía un congelamiento de 60 días a las transferencias de dinero hacia Libia y que creía que otros países estaban abiertos a la idea.

"Debemos hacer todo para asegurar que no está llegando dinero a las manos de la familia del dictador libio y que no tienen posibilidades de contratar a nuevos soldados extranjeros para reprimir al pueblo", declaró.

Las revueltas en las vecinas Túnez y Egipto ayudaron a encender el resentimiento de cuatro décadas contra la usualmente sangrienta represión política de Gaddafi, además de su fracaso en utilizar la riqueza petrolera del país para combatir la pobreza y falta de oportunidades.

El líder de 68 años prometió luchar hasta la muerte, pero un portavoz presentó un tono más conciliatorio el lunes.

Mussa Ibrahim dijo a la prensa en Trípoli que las fuerzas gubernamentales dispararon a los civiles, pero que ello se debió a que no estaban preparadas para lidiar con disturbios civiles.

En la ciudad oriental de Bengasi, opositores de Gaddafi anunciaron la creación de un Consejo Libio Nacional que sea la "cara" de la revolución. Dijeron que no quieren intervención extranjera.

Una fuente de Gobierno declaró el lunes en la noche que la administración enviaba un enviado a Bengasi para entregar alimentos, medicinas y equipos médicos.

Expertos regionales esperan que los rebeldes lleguen a tomarse la capital y maten o capturen a Gaddafi, pero agregan que el veterano líder tiene el potencial de fomentar el caos o un guerra civil, prospecto que tanto él como sus hijos han advertido.

(Reporte adicional de Yvonne Bell y Chris Helgren en Trípoli, Dina Zayed y Caroline Drees en El Cairo, Tom Pfeiffer, Alexander Dziadosz y Mohammed Abbas en Bengasi, Christian Lowe y Hamid Ould Ahmed en Argel, Muriel Boselli en París, Alex Lawler en Londres, Andrew Quinn en Ginebra; Escrito por Kevin Liffey; Editado en español por Marion Giraldo y Juana Casas)

* Con información de Reuters

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