Emigrados, uno de los silencios del neoliberalismo peruano


Lucía Alvites / Mariátegui
14/05/11


¿Qué sería del supuesto éxito económico del neoliberalismo peruano si tuviera que sacar del silencio y hacerse cargo de los 3 millones de compatriotas que han debido buscar la subsistencia y el progreso en otros países del mundo? El hecho de que los medios masivos de comunicación silencien persistentemente la exclusión del 10% de la población nacional no deja de hacerlo una realidad, que conviene discutir, si realmente se quiere hacer del debate electoral en marcha un aporte a la democracia.

Según las propias cifras oficiales, a partir de la aplicación dictatorial del modelo neoliberal a ultranza, bajo el gobierno anti democrático de los Fujimori, Alberto presidente y Keiko primera dama, comenzó un alza de la emigración al exterior de connacionales que se ha mantenido y acrecentado durante los dos gobiernos electos que le sucedieron y que heredaron y mantuvieron el régimen económico neoliberal altamente concentrador de la riqueza y generador de desigualdad, donde por ejemplo, más del 60% de la población del país no tiene sistema de agua potable y alcantarillado, y 12 millones de peruanos en conjunto ganan anualmente lo mismo que una docena de empresas transnacionales. Mismo que la propaganda oficial y el monologo de los medios masivos de comunicación presentan como “exitoso” en base a las cifras macroeconómicas de crecimiento del Producto Bruto Interno – PBI, promedio nacional que esconde justamente esas altas concentraciones y desigualdades.

Sin embargo, interesa aquí visibilizar a los 3 millones de peruanos en el exterior, no sólo como uno de los más grandes sectores excluidos del Perú neoliberal, sino también como fundamentales y silenciados pilares que han permitido, con su sacrificio y amor por el país, sostener el mismo modelo que los dejó sin oportunidades en el suelo patrio. Aportan, a través de envíos de remesas a sus familiares, 2.500 millones de dólares anuales a la economía del país, más que las utilidades por exportación de materias primas, principal actividad de la economía. Más aún, cerca de la mitad de ingresos por turismo del país corresponden a visitas anuales de estos mismos compatriotas residentes en el exterior. A cambio, reciben ineficiente atención y mal trato en los consulados, falta de apoyos legales y sociales, despreocupación ante las violaciones a sus derechos por parte de los estados de residencia, y exclusión de representación en el Congreso, a pesar que el estado peruano recibe por IGV 500 millones de dólares anuales de sus remesas y de que está obligado a ello por mandato constitucional y de las normas internacionales que ha suscrito.

Pero aún sin considerar sus aportes fundamentales al país, es necesario preguntarse si el supuesto éxito neoliberal, cuya continuidad defienden recalcitrantemente los partidarios del autoritarismo fujimorista en estas elecciones, sería siquiera posible, de no ser por el alivio económico, social y político que representan tres millones de ciudadanos y ciudadanas a los que el estado y el modelo, de hecho, literalmente, han excluido de sus derechos al trabajo, la salud y la educación, etc., los cuales han debido procurarse por ellos mismos en otros países. Según cifras oficiales, la población residente en el país tiene cerca de un millón de desocupados y la mitad de los ocupados, siete millones, están sub ocupados, en informalidad y precariedad. ¿Qué pasaría si hubiera que sumar a eso un millón y medio de empleos más para los emigrados, haciendo el ejercicio imaginario de que de golpe retornaran? ¿Y tres millones de personas más que atender por parte de los servicios públicos de salud, educación, vivienda, transporte, infraestructura, seguridad, etc.?

Tristemente para la democracia peruana, se hace evidente por qué la defensa a ultranza de la continuidad del modelo neoliberal, programa electoral del fujimorismo en estas elecciones, sólo es posible hacerla mediante el silenciamiento de las realidades, debilitando así el auténtico debate democrático y la ciudadanía.

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