La muerte de Osama Bin Laden y sus implicancias


César Zelada / Mariátegui
05/05/11


Ha generado alegría y consternación mundial. Alegría porque era el enemigo numero uno de Washington y la ciudadanía mundial. Y consternación porque EE.UU. inmediatamente dio la orden de reforzar la seguridad nacional así como de cerrar su embajada en Pakistán.

Bin Laden fue muerto (junto a otras 4 personas, entre ellas su hijo), por un grupo militar especial denominado SEAL, en la noche del lunes 2 de mayo, en 40 minutos. Laden estuvo refugiado en Abottabad, a pesar que Ali Zardari, presidente de Pakistán, haya afirmado que estaba en Afganistán.

Según los analistas, Laden estuvo en Abottabad ( hogar del colegio militar del país y de los cuarteles de la 2ª División del Cuerpo del Ejército del Norte de Pakistán), desde el 2005, por lo que algunos periodistas intuyen que el Servicio de Inteligencia de Pakistán (ISI), tenía un Pacto con Ben Laden y Al Qaeda, por diversas razones (Pakistán se crea como un país islámico producto de la política divisionista del Imperio ingles en los 40s sobre la India de Ghandi; la ISI está vinculada al tráfico de drogas, además de ser un Estado dentro de otro Estado).

Al parecer, Washington, no quiso capturar y llevar a un juicio a Ben Laden por temor a que éste denunciara públicamente, como lo hizo Sadam Hussein, a la embajada norteamericana y la CIA y su política hipócrita e imperialista en la región (Bin Laden fue instruido militarmente por la CIA para derrocar a los comunistas en Afganistán). Pero además al temor de que esto generara más odio en los seguidores de Ben Laden produciendo más atentados terroristas.

El prestigiado escritor Robert Fisk escribió, “Pero las revoluciones masivas en el mundo árabe durante los últimos cuatro meses significan que Al Qaida ya estaba políticamente muerta. Bin Laden le dijo al mundo –por cierto me lo dijo a mí personalmente– que quería destruir los regímenes pro occidentales en el mundo árabe, las dictaduras de los Mubaraks y los Ben Alis. Quería crear un nuevo califato islámico. Pero en estos pocos meses pasados, millones de árabes musulmanes se alzaron y estaban preparados para su propio martirio –pero no para el Islam, sino para la libertad y la democracia–. Bin Laden no se deshizo de los tiranos. Lo hizo la gente. Y la gente no quería un califa”, (Pakistán lo sabía, The Independent, 02-05-11).

No obstante, las implicancias de la muerte de Bin Laden, son complejas y diversas.

Por un lado, si bien es verdad, las rebeliones de masas que han derrocado gobiernos tiranos pro yanquis en Tunez y Egypto, han hecho más débil la dirección terrorista individual; como escribe un experto, la muerte de Ben Laden, convertirá a este en un mártir generando más acciones terroristas contra Pakistán y Occidente. Al final, Bin Laden es un producto del sistema neoliberal-capitalista. “Los jihadistas saben que su vida está contada pues, tarde o temprano, deben morir ya sea autoinmolándose o en combate. Un gran respiro para ellos es que Osama no se entregó, como hubiese querido EE.UU., sino que habría resistido y muerto en acción”, escribió Issac Biggio (Obama mata a Osama, 03—05-11).

Por otro lado, la muerte de Osama Bin Laden, refuerza las tendencias autoritarias de Washington de intervenir independientemente del derecho internacional y la soberanía de la nación, así como la popularidad de Obama para ser reelegido en el 2012.

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