Perú: (Puno) La minería en la zona aimara, históricamente asesina


Roger Ricardo Gonzalo Segura * / Mariátegui
29/05/11



“¿Cómo podéis comprar o vender el cielo, el calor de la tierra? Esta idea nos parece extraña. No somos dueños de la frescura del aire ni del centelleo del agua. ¿Cómo podríais comprarlos a nosotros? Lo decimos oportunamente. Habéis de saber que cada partícula de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada hoja resplandeciente, cada playa arenosa, cada neblina en el oscuro bosque, cada claro y cada insecto con su zumbido son sagrados en la memoria y la experiencia de mi pueblo. La savia que circula en los árboles porta las memorias del hombre de piel roja.”1 (Carta del Jefe indio Seattle enviada en 1854 al “gran” Jefe blanco de Washington, en respuesta a la oferta de éste de comprarle una gran extensión de tierras indias y crear una "reserva" para el pueblo indígena).

Antes de relatar sobre cómo era la forma en que nuestros abuelos fueron tratados por la mita minera colonial, quisiera advertir que la protesta unánime de nuestro pueblo aimara, es contra la ideología y la práctica emprendida por el asesino modernizado llamado “INVERSIÓN” que lo ha puesto de rodillas al presidente-cacique de los ricos, Alan García Pérez (No debe perderse de vista que este charlatán del Palacio tiene su candidata: la hija de un asesino y ladrón preso hoy en la DIROES, “sobrina” de Montesinos). Los asesinos modernos que hoy se manifiestan bajo la careta de “desarrollo” matan las aspiraciones de los pueblos, violan sus culturas, matan su identidad, matan su lengua, matan a su gente, matan sus sueños, matan su tranquilidad, matan su historia, matan su dignidad, matan su religión, matan a sus dioses, matan a los niños lentamente, matan sus patos y sus huallatas, matan sus tierras, matan sus ríos y sus lagunas, matan su agua, matan el oxígeno. Y siembran mercurio, siembran campos envenenados, siembran el olvido, la prostitución, el desprecio y el auto-desprecio, la miseria material y espiritual. Esto siempre ha ocurrido desde cuando la maldita “globalización” de la miseria humana en todas sus variantes llegó a nuestras tierras. A continuación les presento parte de la historia demográfica de los aimaras cuando los españoles llegaron y la función asesina de la mita minera en aquellos tiempos.

LA POBLACIÓN DE CHUCUITO2 Y LA MITA MINERA: EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XVI

La información demográfica que aparece en la Visita de Diez de San Miguel nos sugiere que la población en tiempos de los incas era densa. Según este visitador de 1567, en tiempo de los incas, el área Lupaca tenía 20.260 «indios tributarios», de los cuales 16.151 eran «aymaraes», y 4.119, «uros»3 (Diez de San Miguel ([1567] 1964: 64-66, 147-167, 203). Diez de San Miguel, sobre el tema demográfico, informa que «Parece por la visita que hice que hay al presente en la dicha provincia de Chucuito y todos subjetos así en las siete cabeceras como en Sama y Moquegua Larecaja y Capinota los indios siguientes»: 63.012 «indios chicos y grandes», de los cuales 47.865 son declarados aymaraes y 15.047 «uros». De todos ellos 15.404 eran clasificados tributarios del rey de España (Diez de San Miguel [1567] 1964: 204-6).

Los datos consignados en la tasa de la visita general del asesino virrey Toledo (1570-1575) permiten establecer con mayor precisión la población del área Lupaca del siglo XVI. Como puede verse, en comparación con los datos de la Visita de 1567, los de la Tasa de Toledo se diferencian por cerca de 12.000 habitantes. De modo que, según la Tasa de la visita general de 1575, la población total contabilizada para la provincia de Chucuito era de 74.988 habitantes. De éstos eran tributarios 17.779, de los cuales el 77,2% son declarados aimaras, y 22,81%, uros (Cook 1975: 78-9).

Irónicamente, el asesino Toledo tendría las “buenas intenciones” de realizar un “buen gobierno” en beneficio de los nativos del “patrimonio del rey”, pero a partir de las reducciones4 y la política fiscal implantadas no hizo sino crear condiciones de explotación de la mano de obra gratuita de los aimaras de esos tiempos, que afectó en gran medida en el descenso de la población originaria. Entre las causas de tales descensos se tienen: la mita en las minas donde los nativos eras expuestos ante el frío, la mala alimentación, ventilación inadecuada, el plomo y derrumbes, y las nuevas epidemias como la viruela, la influenza, la malaria, el tifus, tifoidea, la difteria, el sarampión, etc. En el Perú, “los indios, que no tuvieron ninguna inmunidad natural a esas nuevas enfermedades, murieron por miles” (Cook 1975: xxiv). No había solución; hasta los hospitales inaugurados por la administración toledana fueron prácticamente un desastre por donde se le mire, y, a la vez, un negocio rentable para los inescrupulosos administradores de tales centros de salud, tal como podemos informarnos a partir de las quejas del obispo de La Paz, Pedro de Valencia, en 1619, luego de su visita a Chucuito (Julien et ál.: 1993: xi).

En cuanto a la mita minera, hacia el año de 1567, de toda la provincia de Chucuito se envía cada año 500 «indios» para trabajar en las minas de Potosí,5 de los cuales 53 eran pomateños (Diez de San Miguel [1567] 1964: 19). Hacia el año de 1579, el número de «indios» que se sacaban desde la “encomienda del rey español”, Chucuito, a la mina argentífera de Potosí, se incrementó, por disposición del virrey Toledo, hasta 1.100 y después a 2.200 (Julien et ál.: 1993: xi). Hacia el año de 1600, el curaca de cada aillu anunciaba la mita venidera dos meses antes de la fecha de partida de estos 2.200 que tenían que ir a las minas de Potosí, con todas sus provisiones, sus mujeres e hijos. El siguiente extracto es muy ilustrativo para tener una idea sobre el impacto en los aillus y las familias aimaras de Chucuito (i.e. de todos los pueblos del área Lupaca) a quienes les correspondería el turno para los trabajos en Potosí por un año:

“De la provincia de Chuquito salen dos mil doscientos indios cada año para el entero de la mita […]. Todos estos van ordinariamente con sus mujeres é hijos, que por haberlos visto subir dos veces, puedo decir que serán todos más de siete mill almas. Cada indio de estos lleva por lo menos ocho y diez carneros y algunos pacos ó pacas para comer; otros de más caudal, llevan treinta y cuarenta carneros; en estos llevan sus comidas de maiz y chuño, sus mantas para dormir, esterillas para defenderse del frio, que es riguroso, porque siempre duermen en el campo. Todo este ganado pasa ordinariamente de treinta mill cabezas, y casi siempre llegan á cuarenta mil, y año que se contaron cincuenta mill trescientas cabezas. Pues digamos que no son más de treinta mill, estas con el chuño, maiz, harina de quinoa y cecina y sus vestidos nuevos, vale todo más de trescientos mill pesos de á ocho […]” (Alfonso Messía, citado por Cook 2010: 306; énfasis nuestro)

Son 480 kilómetros de viaje desde las orillas del Titicaca hasta Potosí los que tenían que recorrer los mitayos en dos meses. Trabajaban en la mina unas diecisiete semanas para ganar 46 pesos, cuando el viaje y el mismo tributo les costaba 100 pesos: un derroche de energía brutal. Según Messia, de éstos «Solamente dos mil personas vuelven: de los cinco mil restantes, algunos mueren y otros se quedan en Potosí o los valles cercanos porque no tienen ganado para el viaje de vuelta» (Cook 2010: 306). Las muertes serían causadas por las epidemias de la época, los accidentes mineros (inundaciones por la ruptura del agua represada, derrumbes, envenenamiento por mercurio, falta de oxígeno), los desastres naturales (sequías, granizadas, tormentas de nieve que dejaban a muchas personas congeladas en las calles potosinas), las escaramuzas entre los españoles y criollos hasta llegar a la proporción de una guerra civil (p.e. entre andaluces y vizcaínos). Todos estos hechos fueron mermando la población, no sólo en el altiplano, sino en muchos lugares donde los españoles tenían contacto con los originarios (cf. Cook 2010). Así, podemos decir que el trabajo en la mina “era muy peligrosa y ocurrían accidentes con frecuencia, con el resultado que las comunidades indígenas no querían proveer hombres para el trabajo forzado en las minas. Al final del s. XVIII el sistema mita no era tan importante como en el s. XVI. Algunos partidos en Cuzco y Puno todavía tenían obligación de mandar hombres a Potosí” (Fisher 1979: 60).

Como puede verse, la demografía de esta parte del altiplano fue golpeada en diversas épocas y por diversos factores históricos. En tiempo de los incas: la mita guerrera y el envío de mitmas aimaras a otros lugares. En la época de los españoles: las guerras civiles, el abandono del cultivo de la tierra, las sequías, la mala alimentación, las nuevas epidemias y, por ende, la destrucción de la economía nativa. Y en la época republicana: la avaricia sin límites de poderosos hacendados criollos que hirieron aún más el alma de los aimaras. Todos estos factores han confabulado negativamente en la vida de la población nativa, y como dijo alguna vez Guamán Poma de Ayala, “no hay remedio” porque en la actualidad las formas de explotación y entorpecimiento de las masas mayoritarias y el nivel de violencia en “nombre de la ley” y la llamada “democracia” en contra de las minorías étnicas se han modernizado de la mano con la globalización.

HOY LA PROTESTA AIMARA EN PUNO SE DEBE A CAUSA DE LA IDEOLOGÍA TRAIDORA DE ALAN GARCÍA PÉREZ

La involución humana llamada “modernidad” y la maquinaria asesina llamada “inversión” cuyo excremento es el “desarrollo”, se apropió de la voluminosa figura de nuestro presidente. Las locuras de “nuestro” impresentable y voluminoso presidente se debe a esta ideología de idiotas que escribió con su mano ponzoñosa en El Comercio (18 de octubre de 2007), en su artículo “El perro del Hortelano”, así: “Un segundo tema [que] demuestra lo mismo, es la tierra. Para que haya inversión se necesita propiedad segura, pero hemos caído en el engaño de entregar pequeños lotes de terreno a familias pobres que no tienen un centavo para invertir, entonces aparte de la tierra, deberán pedirle al Estado para fertilizantes, semillas, tecnología de riego y además precios protegidos. Este modelo minifundista y sin tecnología es un círculo vicioso de miseria, debemos impulsar la mediana propiedad, la clase media de la agricultura que sabe conseguir recursos, buscar mercados y puede crear trabajo formal […] Además existen verdaderas comunidades campesinas, pero también comunidades artificiales, que tienen 200 mil hectáreas en el papel pero solo utilizan agrícolamente 10 mil hectáreas y las otras son propiedad ociosa, de 'mano muerta', mientras sus habitantes viven en la extrema pobreza y esperando que el Estado les lleve toda la ayuda en vez de poner en valor sus cerros y tierras, alquilándolas, transándolas porque si son improductivas para ellos, sí serían productivas con un alto nivel de inversión o de conocimientos que traiga un nuevo comprador.” Vaya, ¡un bruto genial!

LA YAPA

Para terminar, las siguientes frases que salieron de su sucia bocota de Alan García Pérez, no hacen sino confirmar que el presidente de la minería asesina está demencialmente loco y estúpidamente charlatán. Lean y saquen sus propias conclusiones:

• “Estamos esperando que pasen las elecciones porque [el paro] tiene un tufillo electoral claro, y lo que están buscando unas malas personas es que haya alguna víctima o muertos y, de esa manera, generar una situación electoral para el domingo 5” (Estos últimos días, sobre la protesta contra la minería asesina en Puno).
• “El primer milagro” de Juan Pablo II “fue extirpar de este mundo a la encarnación demoníaca del crimen, del mal y del odio” (hace unas semanas).
• “Creo que una gran noticia que debe complacer al señor Barack Obama y que, de alguna manera, reivindica a George W. Bush, que tomó la decisión de castigar a Bin Laden” (palabras de un verdadero cacique al servicio de los gringos asesinos).
• “Y debemos reconocer cómo Sendero Luminoso tiene militantes activos, entregados, sacrificados. Debemos reconocer algo que ellos tienen y nosotros no tenemos como partido […] equivocado o no, criminal o no, el senderista tiene lo que nosotros no tenemos: mística y entrega.” (Ayacucho, 1988, Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación).
• “Ya no tengo más futuro […] Después del 90 nada quiero”. (Ibíd.)
• “Me escondí en un tanque de agua”. (Declaraciones desde la clandestinidad luego del autogolpe de Fujimori, 10 de abril de 1992).
• “Lo empujé con la rodilla, como consta en las filmaciones, sin ocasionarle ningún daño” (Declara a la policía sobre patada a Jesús Lora en marcha aprista, publicado el 14 de agosto del 2004, El Comercio).
• “No se pide disculpas por una violación de los derechos humanos o por un exceso. Los gobiernos que tuvieron a su cargo el Estado (…), cumplieron con su deber de defender al Perú de la amenaza de Sendero Luminoso”. [Declara el 29 de agosto del 2005, El Comercio].
• “La compra de los patrulleros fue transparente, confío plenamente en Luis Alva Castro (…) Hay que ser tonto para decir que los productos chinos no tienen calidad”. [08 de agosto del 2007].
• “Trabajamos para los más pobres, para los que no hacen noticia” (Declara el 25 de setiembre del 2008. Fuente: El Comercio).
• “Quiero más litio” (Ya saben quien monologa así).

¡Jakisiñkama, aymara jilata kullakanaka!
¡Tinkunanchikkama, qhichwa wawqi panaykuna!

NOTAS:
1
2 En el tiempo de los españoles, la provincia de Chucuito comprendía Chucuito mismo, Ácora, Ilave, Juli, Pomata, Zepita y Yunguyo (=reino Lupaca).
2 “[E]l término […] es empleado en los registros coloniales en forma ambigua, pues alude tanto a la lengua como a determinada categoría fiscal o tributaria, de modo que, según esta última acepción, podía haber uros que no hablaban precisamente la lengua uro. De otro lado, ya desde la colonia, la lengua ha sido confundida, por lo menos en cuanto a su nombre, con el otro idioma: el del puquina, atribuido a los fundadores de Tiahuanaco. No sólo han sido víctimas de dicha confusión los investigadores de diversas épocas sino incluso los propios hablantes de algunos dialectos” (Cerrón-Palomino 2006: 21-22).
3 La reducción consiste en concentrar la población dispersa en pueblos grandes.
4 cf.
{phutu-%u03C7-%u010Di-ru haqi-naka sut(i)a-(y)a-ma} «Nombra, señala los indios para q%uF01B vayan a Potosi» (Bertonio ([1612] 1984: II, 331). En nombre del cerro Potosí proviene del quechua phutu-q-chi urqu. Sobre el origen del topónimo Potosí, véase Cerrón-Palomino (2008b: 348).

BIBLIOGRAFÍA

BERTONIO, Lvdovico ([1612] 1984). Vocabvlario de la lengva aymara. Cochabamba: Ediciones CERES-IFEA.
COOK, Noble David (2010). La catástrofe demográfica andina: Perú 1520-1620. Traducción de Javier Flores Espinoza. Lima: Fondo Editorial de la PUCP.
COOK, Noble David (editor) (1975). Tasa de la Visita General de Francisco de Toledo. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
DIEZ DE SAN MIGUEL, Garci ([1567] 1964). Visita hecha a la provincia de Chucuito. Lima: Ediciones de la Casa de la Cultura del Perú.
FISHER, John (1979) “Mineros y minería de plata en el virreinato del Perú 1776-1824”. Histórica. Lima, volumen III, número 2, pp. 57-69.
JULIEN, Catherine J. et ál. (editores) (1993). Toledo y los Lupacas: Las tasas de 1574 y 1579. Bonn: Holos Verlag.



* Roger Ricardo Gonzalo Segura. Profesor del Departamento de Humanidades, Sección Lingüística y Literatura, Pontificia Universidad Católica del Perú – Lima. rrgonzalo@pucp.pe


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