La heroica rebeldía del pueblo peruano


Lucía Alvites / Mariátegui
07/06/11


No es exageración, ha sido una epopeya heroica la que ha librado el pueblo peruano. Su rebeldía electoral ha sido el David que ha vencido al Goliat del poder omnipresente de los grandes y egoístas intereses económicos; ha superado la irresponsabilidad de los medios masivos de comunicación, rentados por aquellos intereses para sembrar el pánico y la irreflexión en los sectores más atrasados de la población, haciendo de la mentira y la tergiversación la tumba del periodismo mínimamente profesional. Ha vencido el clientelismo de las dádivas y los pagos masivos para la compra de voluntades y votos; y el egoísmo y racismo vergonzosos, desatados públicamente para ganar votos al costo de envenenar a la población con estas lacras sociales.

Venció incluso el paramilitarismo terrorista de la mafia fujimontesinista que sólo siendo alternativa electoral comenzó a amenazar de muerte, pública e impunemente, a periodistas y dirigentes sociales que lo adversan, permitiéndonos imaginar lo que volverían a hacer si llegaban al gobierno; y una sorprendente, sospechosa y siempre oportuna emboscada de última hora de Sendero Luminoso en el VRAE, después de meses de inexistencia y justo temprano el día de la votación, como para reforzar la consigna fujimontesinista de que “con Ollanta retornaría el terrorismo”, que incluyó imágenes de televisión casi instantáneas, a pesar de ser en uno de los rincones más apartados y abruptos geográficamente del país, donde prácticamente no llega la tecnología.

En fin, ha impuesto la esperanza y la voluntad de construir la inclusión y la felicidad para todos, a pesar y en contra de la debilidad del organismo electoral (ONPE), que manipulado vox populi por el gobierno de García mantuvo innecesariamente en vilo por largas horas al país, entregando resultados parciales absolutamente sesgados para no reconocer el claro triunfo de Ollanta Humala. Desgraciadamente, se ha hecho costumbre; pasó en el conteo de primera vuelta, donde los parciales sesgaban a favor del candidato gran empresarial Kuszynski; pasó en la última elección de la Alcaldía de Lima, donde demoraron tres semanas!!! en reconocer oficialmente el triunfo de la actual alcaldesa que no era del gusto de los poderosos. La ONPE será una de muchas instituciones que el gobierno del cambio deberá fortalecer para que recuperen su seriedad y su prestigio, dando garantías democráticas de imparcialidad a todos los peruanos.

Ollanta ha señalado que será un gobierno de concertación nacional, de ancha base, pero sobre puntos programáticos irrenunciables y urgentes: redistribución de la riqueza e inclusión, a través de diversas políticas públicas sociales, y del impuesto a la sobre ganancia minera, a trasnacionales que ganando entre cinco y doce veces más, sin hacer nada, únicamente por el alza de los precios de los minerales que sacan de Perú, simplemente en la actualidad no dejan un centavo al país por ello. Esto es apremiante en un país que crece al 8% anual desde hace una década mientras los salarios reales de tres cuartas partes de los trabajadores han bajado; donde en Lima, la capital de la modernidad, tres de cada diez personas no tienen alcantarillado y desagüe, comprando el agua a camiones; y a nivel de todo el país sube a seis de cada diez peruanos.

En segundo lugar, lucha sin cuartel contra la corrupción, que roba al Estado, según cifras oficiales, 3 mil millones de dólares al año, y prácticamente deja en la inoperancia al Estado, aliándose con el narcotráfico que ha convertido al Perú en el principal país productor de cocaína en el mundo superando incluso a Colombia. En tercer lugar, promoción de la integración latinoamericana, especialmente suramericana, a través de la Unión de Repúblicas Suramericanas - UNASUR, incluyendo una relación fraterna, pero soberana y equitativa con Chile, especialmente en torno al respeto irrestricto del fallo de la Corte Internacional de la Haya sobre el diferendo limítrofe marino, cuyo arbitraje ambos países ya aceptaron oficial y públicamente.

A este núcleo programático fundamental y urgente, se agregan múltiples otros puntos, tales como la pluriculturalidad y no discriminación; descentralización efectiva; infraestructura nacional; fortalecimiento de mercados e industria interno; y una política pública de inclusión y protección de los peruanos en el exterior.

No será fácil, y así lo muestran acciones como el cierre por unas horas de la bolsa de valores de Lima por parte de poderes fácticos económicos, y la actitud de los medios masivos de comunicación que operan como sus voceros, y que en complemento de la irresponsabilidad de la ONPE en demorar los resultados finales, han pretendido desacreditar al presidente electo y desconocer la voluntad popular y el sistema democrático. Es esa vieja y arraigada costumbre de las minorías poderosas peruanas de apuñalar la democracia para salvar el privilegio. Comienza un largo y difícil camino para realizar en democracia las transformaciones que el país pide estructuralmente. Lo importante es que el pueblo peruano ha demostrado este 5 de junio que no le falta voluntad, inteligencia y heroísmo para enfrentar la tarea, y que la emprende lleno de merecida alegría.

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