Referendum en Italia: revolución cultural


Giuseppe De Marzo / Mariátegui
29/06/11


Una revolución cultural. Este el significado político del 12 y 13 de junio. La gran victoria de los comités está destinada a marcar una fase histórica en nuestro país porque es la nueva tierra sobre el que se construirán los cimientos del futuro. Una tierra en que las propuestas y las perspectivas son claras, concretas e inmediatas.

El derecho sacrosanto al acceso a los servicios básicos fundamentales, la necesidad de un nuevo modelo de desarrollo anclado en la escasez de los recursos y la defensa de los bienes comunes y por último el derecho a la participación ciudadana han sido recobrados mediante este proceso participativo. Una revolución cultural que invierte el paradigma dominante con la fuerza aplastante de 27 millones de italianos y con una participación popular de masa y al mismo tiempo heterogénea. Asimismo, estos referéndums han llevado a la luz una nueva red de relaciones y un nuevo acercamiento a la política y sus agentes.

Se está consolidando en el transcurso de estos años un nuevo bloque social, condición necesaria e ineludible para determinar transformaciones profundas y duraderas de una sociedad.

Las monjas y los sacerdotes en huelga de hambre ante a San Pietro el pasado 9 de junio son un testimonio visual, como la gran parte de los periódicos católicos que circulan en capillas de periferia. Todos los agentes están a favor de otro modelo de desarrollo y coincidieron en afirmar principios cristianos de solidaridad, respeto y justicia. Una elección precisa y consciente hecha por la mayoría de los católicos también en las urnas, que desmiente a esos/as dirigentes políticos que hacen del ser católico/a un hecho distintivo pero que están principalmente comprometidos en la carrera privatización y a la locura nuclear. Este sector social mira hacia las nuevas subjetividades políticas nacidas a partir de los litigios medioambientales surgidos de norte a sur del país.

El epicentro del cambio parte precisamente por estos sujetos: miles de comités comprometidos en defender el territorio, los bienes comunes y el acceso a los servicios básicos. Este cambio se mueve siguiendo las formas de la democracia de proximidad y comunitaria, rescata la educación popular y hace suyo el desafío global de la justicia medioambiental. A estos se ha ido sumando una parte de la sociedad conectada con el inicio de la crisis económica que ha implicado a Italia a partir de 2008. Precarios/as, maestros/as, estudiantes, mujeres, hombres, movimientos, jóvenes licenciados/as, cooperativas, asociaciones, centros sociales, Todos esos agentes han hecho la elección de construir redes aprovechando las crisis encadenadas, en lugar de obviarlas y despreciarlas. Este movimiento ha sido pionero en el papel fundamental de la cuestión social, en la defensa de los principios constitucionales y en la identificación de las necesidades de un nuevo modelo de desarrollo para hacer frente a la crisis. Un nuevo bloque ha sido sedimentado a través de las relaciones sociales, de las prácticas y las propuestas. En lugar de estar dormido por la crisis y la fragmentación social, ha sido capaz de encontrar formas unitarias de expresión. El conflicto, se ha convertido en la apertura de una práctica de razonamiento y de crítica hacia el sistema en su conjunto. Hablamos por tanto de "empresa de mudanzas", sólo para indicar el cambio que nos ha permitido salir de las formas clásicas de movimiento a nuevas formas de acción colectiva.

La revolución cultural provocada por el referéndum nos trae una nueva era en las relaciones con los medios de comunicación. El hecho de que la gran mayoría de las personas fueran a votar y pasaran sobre la censura impuesta por los medios sobre el trabajo de los comités indica que la idea de la monopolización de información ha terminado. El uso de las nuevas tecnologías, las redes sociales y el retorno de formas de participación popular desde la base, coronado por la diversidad y la creatividad del movimiento, han hecho posible eludir el bloqueo informativo impuesto por el poder de los medios económicos y financieros.

Lo que sale estrepitosamente derrotado por el referéndum del 12 y 13 de junio, es la intención de la clase política de nuestro país para seguir manteniendo sus privilegios económicos y jurídicos. La situación social, la privatización, la inseguridad, los desastres ambientales son los hijos de una política bipartidista que ha tenido una fe absoluta en el mercado capitalista del norte en los últimos veinte años. Esta idea ha perdido, como también lo ha hecho la clase política dominante que la había impuesto. El trastorno bipolar, la privatización y la verticalidad del poder son causas que contribuyen a la crisis.

Ha vencido, esta vez la democracia participativa y la construcción de relaciones horizontales, que no están organizadas jerárquicamente. Ha perdido la lectura simplificada de la crisis. Ha vencido la idea de una sociedad compleja, basada en la interconexión y la interdependencia de justicia social y ambiental. Pierde la idea de desarrollo, medido mediante el PIB. Ha vencido la idea de que el desarrollo debe llevarse a cabo sin afectar los límites del medio ambiente y el acceso a los servicios básicos para todos/as. Ha sido derrotado el individualismo y el egoísmo social.

En este punto, la política puede pretender hacer como si no hubiera pasado nada seguir siendo rehén del modelo neo-liberal económico y social que ha causado esta crisis. Sin embargo, la crisis ha de ser respondida por los y las italianos/as mediante la defensa del bien común, la participación ciudadana y la re- territorialización de la producción. Hasta el momento estas cuestiones no habían sido escuchadas. Pero el hecho es que esta nueva e ineludible revolución cultural, la victoria del 12 de junio y 13, la victoria de la idea de que la vieja política y su modelo han de ser superados ha calado en la sociedad y en su capacidad de ser un pueblo soberano.


Traducción por Jone Martínez Palacio


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