Bolivia: La Pachamama se alimenta de wajt’as en 7 cerros de La Paz

Foto: Tres amautas realizan la wajt’a para la Madre Tierra, en la zona Ballivián, El Alto.

Agosto es el lakan paxsi (mes de la boca) de la diosa de la fertilidad

Verónica Zapana / Mariátegui*
El Alto
04/08/11


Rito Los sacerdotes andinos preparan una mesa dulce con sullus (fetos) de llama y oveja para saciar el hambre de la Madre Tierra. A cambio, ella otorga salud y bienestar.

En agosto, siete cerros o apachetas del departamento reciben la visita de los sacerdotes andinos o amautas para brindarle la wajt’a (ofrenda) a la Pachamama. La tradición andina dice que todo el mes de agosto la tierra tiene hambre y los yatiris sacian su apetito con dulces y sullus (fetos) de llamas y ovejas.

Según Eddy Luna, la Pachamama es la diosa de la tierra y la fertilidad, que protege a los seres humanos. Sin embargo, ella también es capaz de castigar, dijo, si es que no le “dan de comer”.

De acuerdo con el secretario ejecutivo de la Asociación de Amautas 22 de Abril, ubicada en la zona Ballivián, Paulino Mamanel Mamani, los cerros que frecuentemente visitan son la Cumbre y Uchumachi, que están camino a los Yungas; Pachjiri, ubicado en la provincia Omasuyos, camino a Achacachi; Llocolloco, que está camino a Guaqui; Waraq’u, que está en la carretera a Oruro, y la Muela del Diablo y Apacheta, que se encuentran en la ciudad de La Paz.

Mamani afirmó que muchas personas acuden a esos cerros en el lakan paxi (mes de la boca) “para darle de comer a la Madre Tierra, porque es cuando ésta abre su boca y recibe las ofrendas”. A cambio de la mesa, añadió, ella otorga salud, amor, bienestar, dinero y prosperidad en el negocio y en el trabajo.

Por su parte, Sixto Choque, otro amauta, remarcó que esas apachetas son fieles testigos de ritos y costumbres en los que se venera a la Madre Tierra. Pero en los últimos años, la plaza Corazón de Jesús, en la Ceja de El Alto, y el Tijtichu, un mirador de la zona de San Roque de esa urbe, también son centros a los que la población acude para la ceremonia.

Los rituales forman parte de las tradiciones aymaras y quechuas; sin embargo, “muchos que no se consideran parte de esas culturas vienen a los consultorios (casetas) o nos mandan a llamar para que hagamos una ofrenda a su nombre”.

Calixto Tarqui, vecino de la ciudad de El Alto, aguardaba ayer su turno en medio de una fila para ser atendido por uno de los amautas de la zona Ballivián. El hombre contó que ofrecer una mesa a la Pachamama es una tradición en su familia. “Mis bisabuelos me enseñaron esta costumbre y debe perdurar en mis hijos y nietos”.

Mientras su voz invocaba a los achachilas (dioses) que viven en los nevados Illimani, Mururata, Sajama, Huayna Potosí y Chijcha, las manos del amauta Alberto Tito ponían la “mesa dulce” a la brasa.

Así, desde ayer y por todo el mes, el olor del incienso y del copal tomarán las calles de La Paz y El Alto, especialmente en las apachetas.


El ritual de la wajt’a
Mesa La wajt’a o mesa contiene dulces en forma de botellas. Otras, que son cuadradas, tienen dibujos de casas, autos, sapos y dinero.

Ritual Para la preparación, el amauta coloca encima de una hoja de papel sábana la mesa, con lana de color, sebo de llama, pan de plata y oro; además de una nuez que debe partir el cliente.

Hierbas También se coloca el incienso y copal, y por último el sullu (feto) de llama. Asimismo, se da de beber alcohol y vino de remolacha.

* Con información de Página Siete

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