Libia: Consejo Nacional de Transición: la doctrina estadounidense en acción


Mariátegui
Foto: Reuters
25/08/11


Presentado por las cadenas internacionales como un grupo heterodoxo en el que confluyen diferentes corrientes, el Consejo Nacional de Transición (CNT) de Libia, se erige en estos días como un posible nuevo gobierno en la nación del norte de África.

Pero un recorrido por las opiniones de analistas internacionales y artículos de la prensa alternativa indican que el conglomerado político y militar, apoyado por Estados Unidos y la Unión Europea, tiene diferencias y su efervescencia podría reducirse si el objetivo de atrapar, o asesinar, a Muammar Al Gaddafi se extiende en el tiempo.

Si los grandes medios al referirse al CNT, habla de especialistas, defensores de derechos humanos y tecnócratas, por el contrario, el analista internacional Juan G. Tokatlian no dudó en calificarlos de “bandidos, empresarios, guerrilleros y ex militares”.

A esta idea se suma la del politólogo argentino Atilio Borón que sostiene en su artículo “¿Libia: sangre, sudor y lágrimas”, que los grupos opositores armados formarán en el país un “régimen lacayo”.

Si un nuevo gobierno es impuesto en Trípoli, el intelectual aseveró que lo primero que aceptará el CNT es trasladar la comandancia de Africom desde Alemania a Libia.

Borón analizó que ese órgano es “altamente inestable y heterogéneo de fuerzas sociales y políticas débilmente unidas por la argamasa que sólo le proporciona su visceral rechazo a Gaddafi”.

Calificado como “un bloque reaccionario y oportunista”, en el CNT sus miembros tienen la responsabilidad “de haber invitado a las potencias imperialistas a bombardear sus ciudades y aldeas para viabilizar” el derrocamiento del líder libio, explicó el intelectual.

En el artículo “¿Quienes son los rebeldes que están ganando la guerra en Libia?”, el analista David Arrabalí, afirmó que los grupos opositores armados también operaron como fuerza que apartó “a las tradicionales fuerzas políticas de la oposición libia y también desactivaron a los protagonistas de las primeras revueltas y manifestaciones populares”.

CNT: sus hombres y su muerto

El presidente del CNT, Mustafa Mohammed Abdul Jalil, abandonó el ministerio de Justicia de Libia el 21 de febrero.

Abdul Jalil estudió derecho y ley islámica (Shariah) en la Universidad de Libia, y desempeñó su carrera pública en el sistema judicial del país.

Luego de reunirse con el entonces ministro, el embajador estadounidense, Gene Cretz, describió el encuentro como positivo y alentador.

El escritor y analista Pepe Escobar, apuntó que sus estudios le permitirán a Jalil acercarse “con los fundamentalistas islámicos en Benghazi, Al Baida y Delna” y “podría utilizar sus conocimientos para defender sus intereses en un nuevo arreglo para compartir el poder”.

En tanto, el titular del Consejo Ejecutivo del CNT, Mahumd Jibril, tiene una maestría en ciencia política y un doctorado en planificación estratégica y toma de decisiones de la Universidad de Pittsburgh, en Estados Unidos.

Como funcionario del gobierno libio, llegó a ser director del Consejo de Planificación Nacional, y en 2009 fue designado director del Panel para el Desarrollo Económico nacional, entidad creada para alentar la inversión extranjera en el país norafricana.

Un cable diplomático estadounidense difundido por Wikileaks de noviembre de 2009, escrito por el embajador Cretz, describía a Jibril como “un serio interlocutor que entiende la perspectiva de Estados Unidos”.

Tachado por Washington como un reformista, Arrabalí lo muestra como un “reconocido neoliberal”, en tanto que Escobar lo señala como “la conexión qatarí clave, al haber estado involucrado en la administración de activos para Sheikha Mozah, la esposa ultra influyente del emir de Qatar”.

Hay que recordar que el reino de Qatar fue uno de los primeros en reconocer al CNT y comenzó a comerciar en su nombre el petróleo producido en la ciudad de Benghazi, cuando cayó en manos de los grupos procolonialistas.

El punto más oscuro que muestra el CNT es el asesinato del ex ministro de Interior y comandante de la fuerzas especiales libias, Abdel Fatah Younis, quien se pasó a las filas de los opositores y fue asesinado.

Todo indica que el ex funcionario fue ajusticiado por los propios miembros de los grupos armados, por su actuación en la represión de una revuelta islamista en la década de 1990.

Para Escobar, Younis “era un agente de los servicios de inteligencia franceses” y “fue eliminado por la facción de la Hermandad Musulmana”.

El objetivo Gaddafi financiado por EEUU

Arrabalí realizó una descripción poco conocida de las organizaciones que integran el CNT, la mayoría de ellas financiadas desde hace años por Estados Unidos y que intentaron varios golpes de Estado o magnicidios contra Gaddafi.

Según el analista, el Frente Nacional para la Salvación de Libia (FNSL), fue fundado en 1981 en Sudán, para luego trasladarse a Chad, donde es creado el Ejército Nacional Libio (ENL).

En 1984 intentaron un levantamiento contra el gobierno de Gaddafi, “pese a que el golpe estaba financiado y preparado por los Estados Unidos y potencias regionales como Arabia Saudita”.

Actualmente, la sede del FNSL se encuentra en Norteamérica, donde “recibe financiación y adiestramiento por parte de la Agencia Central de Inteligencia (CIA)”.

También aparece el Grupo Islámico Combatiente Libio (GICL), formado en 1995 “por personas que tenían contactos con sectores islamistas radicales y con el gobierno talibán de Afganistán”.

Arrabalí reveló que “fueron inicialmente armados y financiados por los Estados Unidos y por Arabia Saudita” y en 1986 encabezó un intento de asesinato contra Gaddafi.

Además lanzaron “varios ataques mortales contra objetivos militares libios”.

En la actualidad se los apunta por sus “vínculos con Al Qaeda y otras organizaciones yihadistas que emplean tácticas terroristas y se plantean un movimiento de resistencia islámica alrededor del mundo”.

La Liga de Libia para los Derechos Humanos (LLDH) en la actualidad recibe financiamiento de la UE y del Departamento de Estado.

Desde su creación en 1980, tiene oficinas en Suiza, Alemania y Gran Bretaña.

Por su parte, la Unión Constitucional Libia (CL), aboga por volver a tiempos de la monarquía del rey Idris, expulsado del poder por la Revolución Verde, y entre sus reclamos es retornar a la Carta Magna de 1951.

A estos se suman la Conferencia Nacional de la Oposición Libia (CNOL), integrado por pequeños grupos, y la Asamblea Republicana por la Democracia y la Justicia Social (RDJS) que, según Arrabalí, “es la principal fuerza de la oposición de izquierdas”, pero que después de la intervención militar extranjera en el país “perdieron toda su fuerza y protagonismo”.

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