Perú: Hildebrando Pérez Grande: La realidad vuelve a reclamar el protagonismo de la izquierda


Mabel Machado / Mariátegui
Desde La Habana
08/08/11


En 1978 el poeta Hildebrando Pérez Grande fue reconocido con el Premio Casa de las Américas por Aguardiente, un libro dedicado al mundo andino que trascendió como evidencia de una postura ética en contra de la marginación y las injusticias en torno a los sectores humildes del Perú. En la actualidad, como director de la Escuela de Literatura de la Universidad de San Marcos, director de la revista de Arte y Literatura Martin, y activo militante político de izquierda vinculado estrechamente a la Revolución Cubana, el escritor declara que mantiene su lucha por los sueños que defendió la generación de la utopía en los 60.

Ante la esperanza que significó la elección de Ollanta Humala como nuevo presidente de su país frente a la hija del dictador Alberto Fujimori, Pérez Grande envió a la Casa de las Américas en Cuba un mensaje anunciando su postura: “para nuevas batallas y canciones, sobre la tierra estamos”. Este julio, un día después de la toma de posesión del mandatario, el poeta conversó con La Jiribilla sobre los retos del nuevo gobierno, la posición de los intelectuales y el futuro de la izquierda y los movimientos sociales en su país.

El Banco Mundial propuso un Nuevo Paquete de Notas Políticas para el Perú que habla de la necesidad de continuar con un proceso de desarrollo basado en el modelo actual con crecimiento alto y sostenido. Sin embargo, la propuesta del presidente Humala plantea un crecimiento económico con inclusión social…

Esta es una de las propuestas de Ollanta Humala que sensibilizó al pueblo y logró calar en la simpatía de los movimientos sociales, democráticos, progresistas de izquierda del Perú. Es el momento que todos esperamos: que nuestros pueblos originarios, las clases sociales y políticas más necesitadas, más deprimidas, más olvidadas, puedan ser atendidas por el gobierno.

José María Arguedas, el novelista peruano, escribió que en nuestro país se viven todas las patrias y todas las sangres. Perú buscará la unidad dentro de la diversidad cultural con el respeto a las minorías étnicas y fortalecerá a través de una educación bilingüe —es la propuesta de Humala— el respeto a las identidades culturales. Por otro lado, el gobierno ha planteado atender a la política económica del mundo amazónico y del mundo indígena quechua y aymara.

Según la propuesta del comandante Humala, se creará un nuevo impuesto a las ganancias extraordinarias de la minería en el Perú. Si se ha dado un desarrollo económico en estos últimos años en el país, se debe a la explotación del oro, la plata y otros minerales, que en estos momentos en la bolsa mundial están en alza continua. Las compañías mineras con capital francés, chino, israelita, canadiense, etc., deberán pagar un impuesto especial ahora que están obteniendo elevadas ganancias. No se trata de recortar la explotación de los medios de la derecha, sino de hacer pagar impuestos en función de la sobreganancia para atender las necesidades más perentorias de los universos urbanos, indígenas y amazónicos.

Esto es lo que logra en nosotros una simpatía, una expectativa, un voto de confianza. No obstante, los primeros gestos políticos de Ollanta nos preocupan porque los nuevos Ministros de Economía, de Comercio, Industria y Turismo, y el Director del banco Central de Reserva del Perú son personalidades políticas que pertenecen al gobierno anterior de Alan García.

Obviamente, queremos leer con buena voluntad estas decisiones, como gestos del nuevo gobierno para que la derecha no lo satanice, y para que los diferentes sectores inversionistas extranjeros no se asusten y huyan del país, lo cual afectaría la marcha económica de la nación. En ese sentido esperamos que el Presidente marque las pautas para estos Ministerios y no sea este un gesto que luego haya que lamentar.

Si se ha prometido un desarrollo inclusivo, no queda otra opción que cumplirlo, pues, por el contrario, se creará una contradicción que traerá problemas candentes en los mundos andino y amazónico. Estos pueblos han tenido un gesto de buena voluntad al detener sus protestas en el marco de la elección de un nuevo gobierno para entablar un diálogo con el presidente Humala. Pero si el mandatario falla, puede esperarse una ola de reclamos, paros y huelgas que serán bienvenidos por los medios de comunicación para enfrentar abiertamente al nuevo mandatario. Esta reacción, sin duda, desorientará y desarticulará a un movimiento que se ha unido en apoyo de la candidatura de Humala.

Por último, en medio de las esperanzas tampoco se puede sobredimensionar esa suerte de progresismo o de izquierdismo del Presidente electo, a pesar de que dentro de su gobierno hay elementos que responden a las culturas históricamente marginadas o a las fuerzas progresistas en nuestro país.

Como mismo al producirse la elección de Ollanta Humala algunos intelectuales se pronunciaron sobre la significación de este suceso para la izquierda, los movimientos sociales, los excluidos, ahora, sin demora alguna, alertan sobre los puntos contradictorios que puede enfrentar el gobierno…

Es necesario recordar que el Perú vivió una década muy violenta en los años 80. Como resultado de esa época violenta, en los 90 vivimos otro hecho muy difícil, en el que se violaron los más elementales derechos humanos durante el gobierno de Alberto Fujimori. Por un cuarto de siglo nuestros sectores populares más necesitados, la clase media que se está recomponiendo en el país y los intelectuales, artistas y profesores, hemos visto la elección de Humala como un punto de partida para generar nuevos movimientos de reivindicación social.

Hay un espacio en el que podemos trabajar, fortalecer la Red de Intelectuales, las Casas de Amistad con los países latinoamericanos, apuntalar nuestra política de actos culturales en favor de la excarcelación de los Cinco Héroes cubanos y otras acciones solidarias. Comprendemos que este puede ser un marco para apoyar desde la crítica el avance en función de los intereses del pueblo. Nuestra propuesta es apoyar todas las medidas de inclusión social, de respeto a las identidades culturales y al medio ambiente, y de defensa a los más elementales derechos humanos.

Durante la reciente visita del presidente Humala a Cuba, se abordó con especial interés el tema de la integración latinoamericana y de la inclusión del país a ese proceso, uno de los pendientes dejados por los gobiernos anteriores. ¿Qué puede esperar América Latina del Perú en ese sentido?

Siguiendo el discurso de Humala, puede señalarse que el Perú ocupa un lugar con el que puede obtener cierto predicamento el espacio político de nuestro continente. Hasta la fecha, el Presidente lo ha declarado y ha visitado protocolarmente varios países del área para fortalecer las relaciones político-diplomáticas de nuestro país, pero a su vez manifestar también —aunque no muy abiertamente para no ser víctima de la prensa derechista— solidaridad y empatía con los lineamientos de política exterior que proponen agrupaciones por áreas y otras iniciativas regionales.

Esto es bien recibido por los pueblos del Perú, por los sectores democráticos, por la gente que no se ha podido asustar por las tergiversaciones de la derecha sobre la política exterior que proponía Humala. El Presidente, en ese sentido, ha actuado de manera muy inteligente y sutil, reconociendo a los países latinoamericanos, expresando en primer lugar que pretende crear una política que corresponda al Perú.

Si nos remitimos a Carlos Mariátegui, podemos decir que en el Perú lo que nos falta es una creación heroica: volver a nuestras raíces, a nuestras fuentes políticas y sociales y diseñar un perfil propio que evidentemente responde también a las inspiraciones ofrecidas por Cuba, Brasil y otros países de América Latina, para dibujar una nueva imagen de nuestro continente.

¿Es posible una mayor unidad de la izquierda dentro del Perú en medio de un panorama regional que muestra en la actualidad una gran dispersión de la misma?

También en el Perú el movimiento de izquierda está muy fragmentado. Esta situación se generó a partir de los años 70 y 80. Primero, porque se hizo una lectura muy ideologizada de la realidad peruana, y, por otro lado, porque no hemos sido capaces de pensar con nuestras propias ideas. Hemos caído seducidos por el hechizo de otras posiciones y lecturas políticas que si bien dieron resultados en otras realidades, no tenían por qué responder a nuestras expectativas.

Además, logró entronizarse el personalismo, el mesianismo, el dogmatismo, el sectarismo. Estamos pagando las lecturas rápidas, las apreciaciones injustas y retorcidas de nuestra realidad social.

Felizmente estamos saliendo ya de ese pozo oscuro. Ahora en el Perú, también están sobre el tapete algunas preguntas como ¿qué es ser de derecha?, ¿qué representa la izquierda?, ¿cuáles son las propuestas ideológicas de ambas?... Antes los numerosos partidos de tendencia comunista parecían apuntar a la toma del poder, pero después resultó que era puro figuritismo, vedetismo. Al fin y al cabo, ahora estamos empezando el siglo XXI con un proceso político nuevo y una realidad que vuelve a reclamar el protagonismo de la izquierda.

Lo más difícil es reconocer qué nos convoca. En este momento, nos convoca la necesidad de dejar de lado todas las políticas mezquinas, dogmáticas, sectarias, para responder a las necesidades de nuestros pueblos, cumplir con ellos, ser una generación que asuma el deber moral y ético de hacer realidad nuestros sueños de justicia social.

En este encuentro usted ha anotado con particular insistencia que entre los electores de Humala está el universo andino y amazónico, sectores invisibles dentro del Perú. ¿Desde la poesía, desde la literatura, desde la cultura, cuánto puede aportarse hoy a la reivindicación de estos pueblos?

La literatura peruana, sobre todo la narrativa, se inspiró, atendió, fue sensible a la lucha del hombre y el universo cultural andino. Los mundos quechua y aymara alcanzaron las páginas en blanco de los escritores como José María Arguedas y Ciro Alegría, quienes universalizaron esas culturas. El gran olvidado del siglo XX ha sido el Amazonas. Después de 500 años, algunos están descubriendo al hombre amazónico. Estamos repitiendo la misma figura de hace medio milenio, cuando los conquistadores descubrieron el paisaje y las riquezas naturales, pero olvidaron al hombre.

El andino, protagonista de nuestra historia, forma parte en la actualidad de todo el conglomerado social y político de nuestro país. A ese universo se ha sumado con mucha fuerza el mundo amazónico. Con el Baguazo aparecen el hombre y las colectividades del Amazonas. Antes la sociedad peruana tenía una mirada algo frívola de ese cosmos, pero hoy, a pesar de que no son muchos los habitantes de esa zona, estos pueblos se han vuelto más visibles.

En los últimos años, el mundo amazónico se ha venido restituyendo en la poesía y la narrativa con grandes diferencias de las visiones distorsionadoras anteriores. Como ejemplo valdría apuntar que el año pasado, la Casa de las Américas publicó la novela Las tres mitades de Inomoxo, del gran escritor peruano César Calvo, un respetable libro sobre el universo del Amazonas.

Por el contrario, ese mundo ha sido tratado en profundidad por la antropología y otras ciencias sociales. Desde hace algunos años en nuestras universidades se pone especial atención a estas comunidades, desde el punto de vista económico, social, cultural y religioso.

La literatura, salvo la literatura oral, todavía tiene grandes deudas con esos pueblos. Por ello, a través de los lingüistas, los antropólogos y los cursos de literaturas orales, hemos emprendido la recopilación de las canciones, las leyendas y mitos de los pueblos originarios, para que en los próximos años pueda difundirse en todo su esplendor.


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