Teillier: La trascendencia del poema


Juan Cristóbal / Mariátegui
02/08/11


No es mi afán, ni mucho menos, hacer una reflexión sobre “la trascendencia del poema”, pues ni ser pensador teórico o crítico literario es mi especialidad, ni tengo el conocimiento suficiente para adentrarme en estas boscosidades poéticas. Lo único que deseo es, a propósito de un artículo que Jorge Teillier (JT) publicara (“Escribir una crónica”) en el diario chileno, que pertenecía al Partido Comunista de ese país, “El Siglo” (Santiago, 8 de mayo de 1968, pg. 10) y que luego apareciera en el libro póstumo “Jorge Teillier: Prosas”, (Ed. Sudamericana, Biblioteca Transversal, Chile, 1999), hacer algunos alcances , sugerencias o comentarios sobre lo que decía JT, pues lo que afirmaba, aparte de ser muy rico en su propio contenido, me animó a trazar estas breves líneas que sólo tratan de configurar una respuesta a la ya conocida timidez provocativa, llena de pasión y de fino humor del poeta de “El árbol de la memoria”, “El cielo cae con las hojas”, la inigualable antología “Muertes y maravillas”, “Para un pueblo fantasma”, “Crónicas para reinas de otras primaveras, “Hotel Nube”, y otros poemarios memorables. Sin dejar de mencionar (y esto ya corre por los linderos de la vanidad personal) el libro que escribimos al alimón, “La isla del tesoro”.

Dice el poeta, a propósito de un breve testimonio que daba sobre su libro “Crónica del forastero”: “Y surgía no mi historia (pues detesto la literatura) sino algo que quiere ser arquetípico de una generación y el mito de la Frontera…Cronista o memorista de una historia y de una tierra, creo que el negarse a estar en el detestable presente significa trascenderlo por medio de la imagen, y proyectar el poema a un tiempo que será mejor para los hombres”.

Hasta aquí la exquisita provocación..
Este libro de JT (“Crónica del forastero”), y esto va como anécdota, cuando se lo presté a José Watanabe me dijo, después de leerlo: “me acaban de quitar una historia que yo también estaba haciendo sobre Laredo (su tierra natal:JC), utilizando la misma forma y narrativa temática”.

Volviendo al comienzo. Lo que dice JT tiene varias aristas para entrar a suconceptualización literaria (término del cual se hubiese sonreído JT).Yo me remitiré a lo más sencillo y directo de lo que expresa.

Cuando habla que “detesta la literatura” se refiere, obviamente, a lo que puede expresarse, al construir un poema,másen un testimonio periodístico y no como una comunicación que revele la “realidad secreta de la vida cotidiana” a la que tanto hizo referencia, abriendo una nueva visión en la poesía chilena y latinoamericana, tan influída, en aquellos años por Neruda, Huidobro o Parra.

JT, y aquí abro otro paréntesis, cuestionaba seriamente que la poesía perteneciera al género literario que abarcaba también la prosa, pues afirmaba que la poesía era un acto iluminatorio, espontáneo, intuitivo, que procedía del subconciente y también del inconsciente, por lo tanto no había lógica o razonamiento inicial en su acto creativo, mientras la prosa era todo lo contrario: era razón y lógica, historia y testimonio racional de la escritura.

Por eso, cuando afirma que “detesta la literatura” tenemos que entenderla en este marco de referencias conceptuales.

Luego, cuando afirma, “que el negarse a estar en el detestable presente significa trascenderlo por medio de la imagen”, aquí yo me hago algunas interrogaciones que no concuerdan con la poética del poeta, pues en su poesía, especialmente en sus primeros libros hasta “Para un pueblo fantasma” y posteriores, su poesía no negaba el presente, lo reafirmaba de una manera afligida y nostálgica, pero en todos esos libros primeros se respira un aliento de estar en el presente, una comunicación de revelarnos cosas que sucedían en la vida diaria, no del pasado, sino de la propia y detestable realidad presente, Por eso la poesía de JT, entre otros motivos, tiene un grado esencial de acercamiento con el lector, pues es como si conversara íntimamente con él y le contara, como un abuelo, todas las cosas que suceden y que el lector u oyente no ve o siente, porque no tiene la capacidad de ver, oir, escuchar y sentir las cosas que le suceden, pues está mimetizado por una “realidad detestable” y como reafirmaba él en una entrevista, mimetizada, consumista y alienada.

Por eso es que el poeta, al sentir que esa realidad cotidiana aplasta al hombre, el desea y quiere trascenderlo mediante la imagen, pero no por una “imagen literaria o académica”, sino por una imagen terrestre y reveladora, que comulgue con el ser que la escucha y sepa que es posible que esa imagen literaria esté al alcance de su conocimiento y sentidos. Y si siente nostalgia, no es por el pasado, ni el presente, sino por el futuro. Por lo que habrá de llegar y no veremos.

Tampoco es tan cierto(y esas son las triquiñuelas a las que nos tenía acostumbrados JT,(y que sabía tan bien amigos como el poeta Alvaro Ruiz) que la “realidad (fuese tan) detestable”, pues hay un poema titulado “A mi padre, militante comunista”, donde esa realidad ya no es detestable, sino esperanzadora, pues el poeta –y eso también se respira- está feliz y gozoso que su padre sea un militante comunista que se reúna con obreros y campesinos, de forma clandestina, en un galpón, para realizar tareas de la naturaleza que se requiere y que canten alegremente La Internacional, en medio de polillas y conejos.

En ese poema no niega “el detestable presente”, no lo endiosa, no lo glorifica, sino lo tiene como un contexto interior para cambiarlo. Ese contexto no es detestable, no es odioso, sino que las fuerzas que van a cambiarlo –todos esos hombres reunidos- son una esperanza anhelante que opaca lo detestable de la realidad. Esa realidad pasa a segunda instancia, no importa que sea odiosa o detestable, lo importante son las fuerzas humanas que está presentes y vigentes para ese cambio. Esa imagen que nos presenta es una imagen refrescante de un mundo presente.

Finalmente, cuando expresa que “(hay) que proyectar el poema a un tiempo que será mejor para los hombres”, está justificando todo lo que hemos dicho en el párrafo anterior. Y que se sostiene, no por su sola expresión, sino por todo el concepto que nos presenta al testimoniarnos su “Crónica del forastero”.

Lo que trato, en esencia de aclarar y testimoniar, es que, JT, como poeta en ese momento tenía una contradicción profundamente humana: a mi modo de ver, por la influencia de su militancia en el partido comunista chileno, (que fue, es verdad,breve en el tiempo), el respeto por la militancia de su padre y su propia rebeldía individual ante una realidad detestable. No olvidemos que por aquellos años la influencia del campo socialista sobre todos los partidos del orbe que expresaran su adhesión a esa causa, era vertical también sobre el arte: era el del “compromiso militante y revolucionario”, es decir, debía, el artista o poeta, hacer ineludiblemente un “arte comprometido con las grandes mayorías”, recusándolo o negándolo si dejaba de hacerlo (recordemos las críticas rusas a Kafka, por ejemplo).

Y si el poeta hablaba de sus propias interioridades o conflictos existenciales no era un “poeta revolucionario”, tesis que, lamentablemente, sigue en mente en algunos críticos de izquierda, que felizmente ya son los menos, que no entienden que también se puede poetizar el absurdo y la desesperanza a la cual se confronta el escritor por el degradante mundo capitalista, y que eso no significa (como en el caso de Kafka) ser un decadente. La poesía tiene tantas ópticas y puntos de vista que cantarle al amor o una flor puede ser también un acto tan sensible que nos lleve al campo de la revolución, al sensibilizar nuestra conciencia. Recordemos que algunos escritores, como Esenin, al no sentirse comprendidos prefirieron suicidarse.

Addenda
No sé si lo que quise decir lo he dicho, pero sucede que JT, incluso desde el lugar invisible en que se encuentre, siempre es una provocador deliciosoque nos hace lanzar algunas palabras al viento, como quien tira peras al olmo, aunque esto aparentemente sea algo extraño o desvariado. Pero si captamos bien la realidad, y Jorge era experto en ello, no lo es tanto, todo lo contrario, es casi como lo más natural y satisfactorio del mundo.Y si lo es o fuese, también me sentiría satisfecho frente al milagro de haberme provocado decir algo. Y si mi camino ha sido erróneo, me refugio en palabras del enorme Antonio Machado: un camino equivocado también es un camino. Y si realmente estoy en el más profundo de las oscuridades de un pozo sin salida, sólo me queda decirles agachando la cabeza; amigos, no lean estas líneas y que se las lleve la tranquilidad de una cigarra. Porque la trascendencia de un poema sólo podrá ser comprendida por la labor enjundiosa de una hormiga como Jorge.

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