Venezuela: Gustavo Pereira: Las revoluciones también deben hacer justicia cultural


Mariátegui
07/08/11


Gustavo Pereira (Punta de Piedras, 1940), poeta, Doctor en Estudios Hipanoamericanos por la Universidad de Paris y ex miembro de la Asamblea Nacional Constituyente -donde en 1999 leyó su poema Sobre salvajes como respuesta a quienes se oponían a que los pueblos indígenas tuvieran algunos derechos- integró la delegación de Venezuela que fue el país invitado en la 16 Feria Internacional del Libro de Lima.

Donde presentó los libros Cuentas -de su autoría- y Ezequiel Zamora, Tierra de los Hombres Libres de J. A. Calzadilla Arreaza, además participó en el recital de poesía venezolana junto a destacados poetas llaneros como Luis Alberto Crespo, William Osuna y Marco Aurelio Rodríguez.

Mariátegui. La revista de las ideas conversó con él para conocer el papel preponderante que tiene la cultura y la literatura en este proceso de independencia que es la Revolución Bolivariana.

- A diferencia de los gobiernos anteriores de la IV República o el puntofijismo ¿Qué importancia tiene la cultura y en particular la literatura en el proceso político que se desarrolla hoy en Venezuela?

- Hay una diferencia cualitativa, no porque en épocas anteriores no se haya hecho nada. No me encuentro entre quienes niegan absolutamente los que otros hicieron de positivo para un país.

Lo que está ocurriendo en esta etapa es que aquellos intentos se han convertido ahora en intentos masivos.
Son millones los ejemplares de libros que se han publicado en estos últimos años.

Los miles de títulos que se han publicado a precio absolutamente irrisorios al costo, para que las grandes mayorías tengan acceso a la cultura a través del libro.

Pero no se trata sólo del libro sino también del cine, del teatro, de la historia, han sido develadas algunas circunstancias y acontecimientos bien ocultos hasta entonces.

Está ocurriendo lo que la propia Constitución promulgada ha establecido desde 1999, se está comenzando a ejercer la cultura y a ver la cultura como un derecho fundamental de nuestros pueblos, equiparable al derecho a la vida, a la salud, al trabajo.

Por primera vez en la vida constitucional del país, la cultura aparece como un derecho fundamental porque antes ni siquiera se mencionaba.

Usted busca la palabra cultura en las constituciones anteriores y no existe.

- Usted comentaba el día de la inauguración de la Feria que tuvo la oportunidad de redactar el preámbulo de la Constitución de 1999...

- Sí y presidí la Comisión de los Derechos Culturales, intervine también en la Comisión de los Derechos de los Pueblos Indígenas.

Esa es otra cosa que hay que decirlo también, por primera vez en la historia de nuestra América los indígenas venezolanos han alcanzado, primero el reconocimiento de sus lenguas como lenguas oficiales.

Es decir, sustrayendo la vieja patraña conquistadora de que los indígenas no tenían idioma sino dialectos, la inferiorización a través de apelativos, de mentiras, de deformaciones de la realidad.

Nuestros pueblos indígenas ahora están en un proceso de demarcación de sus territorios históricos. Y tal vez una de los sectores de nuestra población -como la de Perú- multicultural, multiétnica, porque en Venezuela también tenemos una presencia importante de descendientes de los africanos esclavizados. Entonces no se hace sino cumplir en lo que en la Constitución de 1999 se estatuyó.

- Teniendo en cuenta experiencias anteriores como la de la Unión Soviética (URSS) ¿Qué tan importante es fomentar la cultura para que la población sea crítica, no sólo con lo que no le gusta del gobierno bolivariano, sino -sobre todo- en esta lucha contra los medios de comunicación, la colonización cultural que aún se mantiene?

- Mira José Martí decía que la única manera de ser libres es ser cultos. Tuve la oportunidad alguna vez de ver en la entrada de una biblioteca popular en Cuba, un afiche que decía: "La revolución no te dice cree, la revolución te dice lee", esto significa que al hombre culto es bien difícil esclavizarlo desde el punto de vista mental.

La adquisición de los bienes culturales que se logran a través de los libros, la formación intelectual que se logra a través de la lectura, es tal vés la única manera de estar en el mundo para adquirir conciencia.

La formación intelectual que se logra a través de la lectura, es tal vez la única manera de estar en el mundo
para adquirir conciencia. Y no me refiero solamente a la conciencia política, me refiero también a la afinación, al cultivo de la sensibilidad.

Y desde luego combinando unos factores, adquiriendo conciencia y sensibilidad tendremos desde luego una nueva realidad.

Las revoluciones deben en primer lugar hacer justicia social, pero casi parangonada a ella hacer justicia cultural. Es decir aquella justicia que le permite a las mayoría segregadas, invisibilizadas acceder a los bienes culturales de la humanidad es una responsabilidad de la revolución.

Para nosotros es una lucha constante, nadie ha dicho que este es un camino de rosas y no importa que este la letra, llámese esta letra Constitución o Ley. Porque ya sabemos que estas pueden ser letra muerta como tuvimos en Venezuela leyes en tantos siglos. Leyes algunas muy hermosas, pero letras muertas.

De modo que uno de nuestros deberes es seguir luchando para que esas letras no mueran, para que esas letras sean letras vivas y se consagren en la práctica, es decir, en la vida cotidiana lo que ahí está establecido.

- ¿Qué piensas de esta dualidad que existe hoy entre el libro antiguo -que viene a ser- el impreso y el contemporáneo que es el digital?

- La humanidad avanza y la ciencia desde luego avanza junto a la humanidad. He visto algunos libros digitales y he quedado asombrado. Lo que ocurre con el libro -yo lo llamo vegetal y sus páginas-, es que uno puede subrayar y anotar al márgen, voltear la página. Es como el cuerpo de una mujer a quien se ama, se acaricia, se guarda, se desea en algunas circunstancias, se añora. En otras se acude a ella para solventar algunas inquietudes del alma y también del cuerpo, por supuesto.

Y el libro digital -al menos ante mis ojos- porque yo pertenezco a una generación del libro vegetal, conserva ante mis ojos esa distancia que da lo no confiable. Supongo que mis hijos, mis nietos ya no pensarán así.

Probablemente sean mis hijos o nietos quienes ya tengan la biblioteca del Congreso de Washington en el bolsillo. Y ellos se manejarán en ese mundo, como nosotros nos manejamos ahora en el mundo de las páginas de papel.

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