(video) Documental Impunidad, o la autocensura en Colombia




El documental de Juan Lozano y Hollman Morris encuentra profundas dificultades para ser exhibido en Colombia. “En Colombia no hay censura, pero hay algo más grave: la autocensura”.

Mariátegui
08/08/11


“Impunidad” es el único documental que resume los últimos diez años de historia en Colombia. Su planteamiento es crudo y directo. Su prosa narrativa quiebra el silencio sobre los crímenes cometidos por los paramilitares, enseñando el dolor de las víctimas, que son más de la mitad de la población del país. Realizado por Juan Lozano y Hollman Morris, “Impunidad” ganó el premio principal del festival Movies that Matters, que tuvo lugar en marzo en La Haya, Países Bajos.


Según explica Lozano en entrevista con Radio Nederland, “en Colombia no hay censura, pero hay algo más grave: la autocensura”:

¿Qué está impidiendo en Colombia la difusión del documental “Impunidad”?

Llevamos cerca de cuatro meses realizando gestiones para que este largometraje pueda ser exhibido en las salas de cine de Colombia y difundido posteriormente por canales de televisión, pero sin suerte.
Para entender lo que está pasando hay que explicar el ambiente en que este documental se realizó.

Empezamos a grabar en 2007, en compañía de Hollman Morris, uno de los pocos periodistas de televisión que se ha encargado de cubrir el conflicto colombiano.
Documentamos todo el tema que tiene que ver con justicia y paz, haciéndole un seguimiento a funcionarios de la Fiscalía del aparato de Justicia en Colombia, a los abogados de las víctimas, acercándonos y metiéndonos de lleno en ese proceso.

Nos enfrentamos a todas las presiones a las que las víctimas están enfrentadas a diario. Y no solamente las víctimas: también los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, los abogados, los defensores de derechos humanos. Presiones que vienen de sectores oscuros que van desde intimidaciones, amenazas, interceptaciones ilegales de llamadas, correos electrónicos.

Conocemos el tema del DAS, la policía secreta, y sabemos que esta policía estuvo directamente vinculada con el espionaje telefónico. Nosotros, con este documental, no fuimos ajenos al clima que le describo.

Hicimos la película con todas las presiones que le menciono. Tuvimos amenazas que nos obligaron a parar el rodaje en dos momentos diferentes.

Hoy, cuando la película está lista, encontramos de vuelta todas las dificultades descritas, y otras nuevas.

¿Y a estas dificultades usted las llama un ambiente de autocensura?

La gente que toma las decisiones en Bogotá, los responsables de medios, distribuidores de cine, directores de canales…algunos de ellos han visto la película. Y algunos de ellos nos han manifestado que la película es muy importante que se conozca, que es muy interesante como trabajo serio y bien documentado, pero que desafortunadamente es un documental que ellos no se pueden comprometer a difundirlo. No te lo dicen claramente, pero usted sabe que detrás de eso hay presiones de trabajo, la vida profesional que está en riesgo. La situación en Colombia está muy polarizada y hay muchas personas en Bogotá que prefieren no complicarse la vida ni meterse en problemas, y eso significa no enseñar el documental.

En privado están a favor de la película y están de acuerdo en que estos temas hay que difundirlos de forma masiva, porque hemos filmado los últimos diez años de la histórica colombiana, algo que no se había hecho de forma audiovisual.
La película la tendremos que distribuir de manera alternativa en pueblos y ciudades del país. Es importante que la gente en las ciudades pueda ver este documental.

¿Qué espera en cuanto impacto de este documental?

En Colombia, tal vez porque estamos anestesiados del dolor y de la guerra, no somos conscientes que a la vuelta del camino, en pueblos, carreteras, en el campo, a la gente la siguen matando y desplazando. Les hemos dado la espalda a las víctimas de nuestro país. Lo que yo más anhelaría es que la película permita a esas personas mirar la historia de su país, la realidad de otra manera. Y mirar a esas víctimas, hoy en día ciudadanos de décima categoría, como seres iguales que nosotros, ciudadanos que tienen también derechos. Éste es el tema central, hoy, en Colombia.

Más importante que el tema de la impunidad, más importante que el tema de la violencia, es la indiferencia que tenemos hacia la mitad de los colombianos que sufren el impacto de la guerra.

Este lunes ustedes harán la presentación de “Impunidad” en el Gran Teatro de Bogotá.
¿Espera que se desbloqueen ciertas cosas?

Es nuestro anhelo. Nosotros intentamos que la película fuera tomada en circuitos comerciales, no por un interés económico (los derechos de la película son gratis y los estamos dando) sino para que le llegara a otros públicos.
Este evento es algo puntual y creemos que sumando esfuerzos de diferentes sectores de ong´s y medios de comunicación, convoquemos a ciudadanía diversa y de allí salgan cosas.

¿No es paradójico que en una democracia como la colombiana, un documental como “Impunidad” encuentre tantas dificultades?

Ése es el gran problema de los tiempos en los que estamos. En Colombia no hay censura, pero hay algo más grave: la autocensura.

Las cosas han cambiado de nombre. En el papel, a nivel formal, tenemos unas instituciones que funcionan, un sistema democrático. Pero en el terreno, en lo concreto, estamos mal.

Han desaparecido 50 mil personas en Colombia. Y los desaparecieron en democracia, no en dictadura. Estamos con cifras que van más allá de lo que pasó en Chile.

Bajo esa figura formal de democracia se esconden muchas cosas. Es la complejidad de la situación.

Cuando me pregunta por censura o por presiones, éstas no son abiertas; son enmascaradas.


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