Irán: El atentado y el escudo


Nazanín Armanian / Mariátegui
25/10/11

“Trama iraní contra Arabia Saudí e Israel y además en suelo estadounidense”, vocifera el Pentágono. Como si los ayatolás no pudieran conspirar contra los jeques saudíes en Pakistán, Irak, Afganistán o Turquía, donde cada día mueren decenas de personas por atentados o bombardeos de autoría oculta. ¿En qué se beneficiaría Teherán con tal atrevimiento? Lo único seguro es la falta de respeto del guionista de la Casa Blanca por la inteligencia de su audiencia; evoca la psicosis creada por el ántrax “enviado” por Saddam a EEUU, cuando el FBI sabía que el autor era estadounidense.

Es como la justificación de instalar en España el escudo antimisiles: contra los grupos terroristas y contra Irán, aseguran ¿Desde cuándo esos artefactos detectan bombas colocadas en papeleras? ¿Y cómo pueden derribar misiles “iraníes” incapaces de recorrer un cuarto de la distancia a Europa? Toni Blair juraba en 2001 que las armas imaginarias de Saddam alcanzarían a Londres en 45 minutos. ¿Por qué no las lanzó a partir del 1991, cuando Irak empezó a ser bombardeado?

Se trata de un nuevo episodio de lo que viene sucediendo entorno a Irán en los últimos meses: las amenazas de una intervención en Siria, primera barrera a eliminar para atacar Irán, la advertencia de la Organización Internacional de Energía Atómica de la orientación militar del programa nuclear iraní, el anuncio de la instalación del escudo antimisil, además de en España (Rota está a medio camino entre EEUU y Oriente Medio), en Turquía e Israel, las gestiones “repentinas” de Netanyahu para liberar a Gilad Shalit, soldado detenido por Hamas y la reciente maniobra militar de Rusia “Tsentr-2011” con participación de 12 mil efectivos en el mar Caspio, frontera de Irán.

A partir de ahora, EEUU podrá acusar a Teherán de estar detrás de los atentados que solía atribuir a Al Qaeda, aumentando las presiones políticas, económicas y militares sobre la nación asiática. Por su parte, el régimen de Arabia, respaldado por Obama, que acusa a Irán de promover la indignación chiitas y sunnitas de su país, con este montaje ha demostrado lo que es capaz de hacer contra los ayatolás.

Teherán ya esquivó otra conspiración de EEUU el 3 de julio de 1988 cuando Reagan ordenó al crucero Vincennes que derribara un Airbus iraní -¿confundiéndolo con un F-14?- y mató a sus 290 tripulantes mientras sobrevolaba su propio espacio aéreo en el Golfo Pérsico. Pretendía involucrar a Irán en una otra confrontación justo cuando se terminaba la guerra irano-iraquí. Un Jomeini perspicaz, ignoró la ley del Talión y mandó cerrar el asunto.

Lo desconcertante de esta historia es que hace un par de semanas Obama, que seguía resistiéndose a las presiones de Tel Avive, iba a establecer un “teléfono rojo” con Teherán. Una vez más el presidente sucumbe a las presiones de sus adversarios que han convertido a Irán en el tema central de la campaña electoral. Obama también recurre a éste “enemigo externo” para desviar la atención ciudadana de los problemas internos, de sus fracasos en Irak, Afganistán, Pakistán, Palestina, Yemen y Siria, de su incompetencia de impedir el derrumbe de los aliados árabes sátrapas y de evitar que el eje chino-ruso consiga paralizar el avance de la OTAN en Eurasia. ¡Ni siquiera ha podido cerrar el Guantánamo!

El objetivo principal de Washington no es derrocar a la República islámica, sino aplicarle a la nación iraní “el plan Iraquí”, enviarla a la Edad de Piedra para apoderarse, sin trabas, de la segunda reserva mundial de gas y petróleo que es Irán. Complot confeccionado desde la época de Bush hijo: junto con las sanciones económicas pretendía bombardear los centros militares, refinerías de petróleo, grandes fábricas y aeropuertos, para que Irán dejara de ser un país industrial y desarrollado.

Desde su peculiar “multilateralismo” Obama implicará, moral y económicamente, a sus aliados en este nuevo golpe contra un país soberano y su pueblo, con total impunidad.

Pero, que nadie minimice las represalias de los ayatolás y la envergadura de su opción de morir matando.

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