Irán cumplió 33 años de revolución islámica, en medio de sanciones


Teherán busca alianzas y advierte que se defenderá

Emilio Marin / Mariátegui
15/02/12


La nación persa festejó otro aniversario de la revolución del ayatolá Jomeini. Su alegría estuvo condicionada por el clima de sanciones y amenazas militares en su contra, originado en EE UU e Israel.

El 11 de febrero de 1979 el pueblo iraní se levantó contra el Sha Mohamed Reza Pahlevi y su dispositivo policial-militar. El dispendioso monarca estaba apoyado por Estados Unidos y el Reino Unido, porque era dispendioso a su vez con ambos en petróleo y asuntos de política regional.
Esa revolución popular fue orientada por el ayatolá Ruholla Jomeini, exiliado en Francia hasta poco antes del fenómeno. La victoria abrió un ciclo de levantamientos con un contenido político y religioso que aún perdura. Para los dirigentes iraníes, lo sucedido en 2011 en Túnez y Egipto, demostraría la vigencia de esa revolución islamista.
El 11 de febrero pasado el presidente Mahmud Ahmadinejad y la máxima autoridad religiosa, ayatolá Alí Jamenei, organizaron celebraciones por el 33 aniversario del suceso que cambió la rica historia de los persas, o la volvieron a sus cauces, superada la etapa de los Reza Pahlevi, padre e hijo.
El sentido político de la conmemoración estuvo influenciado por la coyuntura, donde las grandes potencias e Israel están cada vez más agresivos. Las autoridades iraníes buscaron insuflar más confianza en su población; en sus propias fuerzas. Por ejemplo, en una de sus intervenciones previas al aniversario, Jamenei expresó: “en cuanto a las sanciones relativas a las armas, si no nos hubiesen impuesto estas sanciones, no habríamos logrado estos sorprendentes avances. En cuanto a la tecnología nuclear, si ellos hubiesen construido la planta de energía nuclear de Bushehr con sus propias manos, nosotros no hubiésemos progresado tanto en el campo del enriquecimiento de uranio. Si no nos hubiesen cerrado las puertas de la ciencia, nosotros no hubiésemos alcanzado desarrollar la investigación con células madre, la industria aeroespacial y el lanzamiento de satélites al espacio”.
Otro dato político. A fines de 2011 era un secreto a voces que habían surgido divergencias entre el ala política, de Ahmadinejad, y la jefatura religiosa, de Jamenei. Estos últimos, llamados “principalistas” acusaban a los primeros de ser “desviacionistas”, de pretender más independencia del gobierno y Estado respecto al Islam, para girar hacia un mayor contenido nacional. Los chiítas más radicales consideran que tal flexibilidad rebajaría la importancia del Islam, el gran factor de tanta repercusión regional y mundial. Siempre según esa visión, la separación entre religión y Estado sería una concesión a los puntos de vista sunnitas, la otra rama musulmana, cuyos representantes en la zona son muy criticados en Teherán, como el reino de Arabia Saudita. Otro archienemigo, el ex presidente iraquí Saddam Hussein, era sunnita.
Esas diferencias no han desaparecido, pero se tomaron un respiro, de cara al aniversario de la caída del Sha. Con un receso legislativo hasta el 5 de marzo próximo, la calma pareció ideal. El 2 de marzo habrá elecciones parlamentarias y allí pueden reflotarse las polémicas…

Buscando alianzas
Un indicio de aquellas diferencias se vio en el juicio y condena en enero pasado contra el director de la Agencia Iraní de Noticias (IRNA), Alí Akbar Yabonfeks. Un tribunal de Teherán lo condenó a un año de cárcel por haber supuestamente insultado al líder supremo, Jamenei (Télam, 16/1).
En esos días Ahmadinejad estaba culminando su gira por Venezuela, Cuba, Nicaragua y Ecuador. Si la memoria del cronista no falla, debe haber sido su quinta gira por esta región, en busca de acuerdos comerciales y proyectos de inversiones bilaterales, pero sobre todo de oxígeno político.
Corría enero de 2012 y arreciaban los rumores sobre una agresión militar de EE UU y su socio Israel en contra de las instalaciones nucleares pacíficas y otros puntos de la dilatada geografía persa. Esos enemigos también afinaban sanciones económicas y financieras propias, toda vez que en la ONU no contaban ahora con la “luz verde” de Moscú y Beijing.
El desembarco del presidente en capitales latinoamericanas motivó una histérica reacción en Washington. Los republicanos aseguraron que esa incursión preparaba sedes desde para practicar “el terrorismo” contra EE UU. La calumnia ya había sido puesta en escena por la administración Obama, el año pasado, con cargos contra Teherán de organizar una red terrorista desde México para atentar contra la embajada de Arabia Saudita en Washington. Muy pocos creyeron esa denuncia del secretario de Justicia norteamericana, Eric Holder.
Comprendiendo que su defensa será más eficaz si logra agujerear las redes de desinformación, el gobierno iraní puso en marcha a fines de enero el canal Hispan TV, dedicado al público latinoamericano y español. En esa misma onda hay que entender su esfuerzo por lograr que periodistas latinoamericanos lo visiten para tener su propia impresión, alejada de los prejuicios de CNN, Fox, El País, Clarín y medios por el estilo.
Hispan TV informó que un grupo de periodistas, escritores y catedráticos latinoamericanos llegó el 10 de febrero a Teherán, para participar en los actos de conmemoración de la Revolución. Los recibió el ministro de Cultura y Guía Islámica, Seyed Mohamad Hoseini, quien les dijo: “nuestras relaciones políticas con Latinoamérica están actualmente en un nivel muy bueno y estamos intentando dar también buenos pasos en otros ámbitos, como la cultura, la economía y el arte”.

Run rún de guerra
Esas invitaciones y giras, van en muchas direcciones. En este momento el vicepresidente de Asuntos Internacionales de la Organización de Cultura y Relaciones Islámicas, Mehdi Imanipur, está en Beijing para profundizar las relaciones culturales. Y al mismo tiempo el subsecretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de la República Islámica, Ali Bagheri, recibía en la capital al viceministro de Relaciones Exteriores de China, Zhai Jun, con una agenda de asuntos económicos e internacionales.
Esas relaciones viene cultivándose desde hace tiempo, pero el run rún de la guerra aceleró los acuerdos con países amigos.
¿Qué tan grave es el peligro de agresión imperial contra Irán?
Es ciertamente grave, si se toma en cuenta que las sanciones económicas y financieras han arreciado desde 2007 y llegado a su clímax. Por un lado la Unión Europea decidió el 23/1 un boicot total de compras petroleras, de sus 27 miembros. Los persas venden crudo a varios de ellos, especialmente España, Italia y Grecia.
Atendiendo a esas necesidades, la UE precisó que su boicot regirá al cien por ciento a partir de julio próximo. El país afectado declaró que colocará ese crudo en otros mercados y que la gran perjudicada será la economía mundial, porque seguramente el precio del barril subirá más.
Por otro lado la Casa Blanca dispuso congelar todos los activos de Irán en su territorio, lo que se añade a sanciones contra empresas y dirigentes persas.
Esa campaña de agresiones se mal fundamenta en los supuestos planes iraníes de fabricación de armas nucleares, nunca probados por nadie. Y esto explica los atentados terroristas de la CIA y el Mossad contra científicos iraníes. En dos años han matado a cuatro y herido gravemente a un quinto. El programa nuclear, que ha abierto las puertas de la central de Natanz a especialistas de la Organización Internacional de Energía Atómica, busca más producción de electricidad e insumos médicos. Si creen que van a poder destruirlo con esos crímenes es porque son igualmente ilusos en que se puede ocultar el sol con una mano…
En el Estrecho de Ormuz está el portaaviones nuclear Abraham Lincoln, junto a la plataforma flotante Charles de Gaulle, de Francia, y dos buques ingleses. En el Golfo Pérsico, el portaaviones Carl Vinson espera al Enterprise, mientras el submarino nuclear Anápolis y el destructor Memsen (con misiles Tomahawk) están en el mar Rojo. Por el citado Estrecho circula el 40 por ciento del crudo del mundo, de modo que es fácil colegir el carácter explosivo de la situación. Fidel Castro advirtió dos años atrás contra una guerra en la zona, que tendría rápido encadenamiento y sería la mecha de una conflagración global.
Si no han atacado aún es porque la capacidad de defensa de Irán les mete bastante miedo a Barack Obama y Benjamin Netanyahu. A ver si esos barcos y aviones propios se van al fondo del mar como han advertido el general Mohamad Pakipur, comandante de las fuerzas de tierra de los Guardianes de la Revolución y el general Husein Salami, vicecomandante de esos Guardianes.
Ese miedo no es zonzo y permite ganar tiempo, hacia el aniversario 34…


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