Perú: Homenaje al poeta y revolucionario sandinista, Comandante Tomas Borge






Linda Lema Tucker / Mariátegui
19/05/12


Ha muerto el poeta y el revolucionario, Tomás Borge Martínez, el último sobreviviente de los fundadores del movimiento guerrillero Sandinista, una de sus más relevantes figuras, que  derrotaron a la dictadura de Anastacio Somoza,  en julio de 1979.  Vicesecretario y presidente honorario del FSLN, responsable del Ministerio del Interior en el periodo revolucionario, miembro del Parlamento Centroamericano y del Congreso Nacional. Pero además, un gran hombre, un camarada y un gran amigo. Yo me consideré siempre una camarada amiga suya. Se por eso que su desaparición es solo física, pues, su influencia política y moral la llevaremos dentro de nosotros,  todos los latinoamericanos comprometidos con las causas justas,  toda vez que el socialismo esta llamado a aportar en la consolidación de las sociedades libres, en los difíciles  momentos  en que el sistema capitalista transcurre su más grave crisis.   


En estos días en Telesur pudimos observar los actos oficiales en su honor el Gobierno de Nicaragua llevó a cabo y a donde acudieron miles de nicaragüenses para rendirle homenaje póstumo a su líder guerrillero y donde el presidente Daniel Ortega lo describió como un ser extraordinario y fuera de lo común. En tanto en Lima donde ejerció de Embajador en Perú, los funcionarios abrieron  un Libro de Condolencias que estuvo custodiado con la bandera roja y negra del FSLN, una enorme figura de Sandino y arreglos de flores. A ese lugar llegamos tristes y apesadumbrados donde nos encontramos con políticos, intelectuales,  hombres y mujeres del pueblo peruano que dejaban sentidos escritos en homenaje al  revolucionario que siempre  expresó “Sin luchas, no hay victorias”. Un escritor esa tarde apuntó en decir, Tomas Borge perteneció a aquella estirpe de hombres que el poeta Brecht llamó “los imprescindibles”, es decir,  hombres que luchan toda su vida, a fin de garantizar hasta el último instante de su existencia, la utopía de la batalla por el socialismo. Eso fue el Comandante Borge, un sandinista, pero igualmente un poeta y revolucionario que se sentía muy orgulloso ser amigo de Fidel Castro y de Hugo Chávez.  


En Lima lo visitaba en ocasiones para escucharlo y platicar con el guerrillero y revolucionario sobre las circunstancias de mi país y de América Latina. Lo había conocido por los años ochenta, cuando como Ministro del Interior del Gobierno del FSLN visitó el Perú. Recuerdo que por entonces todos los compañeros y camaradas queríamos conocerlo, conversar con él.  Yo  era feminista y luchaba  por los derechos de las mujeres, eran los días en que tomábamos las calles, editamos revistas en la que no solo escribíamos asuntos del género, sino que relatábamos con pasión el triunfo de la revolución sandinista y el papel que jugaron las mujeres del Frente que,  con el fusil en el hombro, lograron la liberación  de Nicaragua de una dinastía feroz que gobernó a ese país como su fuera su hacienda, desde 1937, siempre apoyada por Estados Unidos. Lo cierto es que como en ninguna otra revolución triunfante del pasado siglo, las mujeres desempeñaron  un destacadísimo papel.  


Cuando entró a la sala habilitada en la Embajada, su grandeza se impuso y todos concentraron su atención para acudir al encuentro del emblemático Comandante Tomás Borge, Ministro del Interior, que vestía un vistoso uniforme militar. Recuerdo que al saludarlo solo tuve que decirle que admiraba la lucha de las mujeres del FSLN para que en un segundo su rostro se irradiara “Yo también admiro a esas mujeres, pues reivindican un mundo libre en contraposición al brutal  machismo que impulsa el capitalismo salvaje”, me dijo.  


Borge había nacido en el seno de una familia pobre,  dejó la universidad para entregarse en cuerpo y alma a la lucha revolucionaria, fue encarcelado muchas veces por Somoza,  hasta que el 19 de julio de 1979  las tropas del FSLN entran en Managua dando comienzo a la  Revolución Sandinista. Borge siendo miembro de la Dirección Nacional del FSLN  se hace cargo del Ministerio del Interior.


En el 2006, luego de muchos años volví a encontrarlo en Caracas. Había sido invitada por el Jurado Electoral para observar el proceso electoral. Llegué al teatro Carreño cuando escuché que alguien me llamaba, era un amigo diputado de la Asamblea Nacional que conversaba con Tomás Borge y otros amigos, entre ellos,  Esteban Silva,  allí  esperamos junto a la prensa acreditada, el anuncio oficial de los resultados de las elecciones presidenciales del 2006, en Venezuela. Sentí una alegría enorme volver a verlo. Ya para diciembre de 2006, el momento de ese reencuentro, Daniel Ortega había ganado nuevamente las elecciones y el Comandante Tomás Borge estaba feliz, seguro de que los traspiés del pasado no se repetirían. Fue allí que me anunció que volvería al Perú como Embajador de Nicaragua. Conversamos cerca de una hora, mientras esperábamos el resultado de la victoria del Presidente Hugo Chávez Frías, hombre por quien sentía –como yo- una profunda admiración. La noticia del triunfo del presidente Chávez hizo que terminara nuestra charla. A esa hora él y nosotros aplaudíamos como bolivarianos por otra victoria del Comandante Chávez, mientras que yo tuve que despedirme y salir  rumbo a Miraflores bajo un  tempestuoso chubasco a fin de  ver el inmenso amor del pueblo venezolano para con su líder.   
  
No quiero finalizar estas breves notas en memoria del comandante Tomás Borge, sin antes recordar su obra imperecedera, su libro “La paciente impaciencia” que la conservo autografiado, esta es epopeya  que nos lega Borge a toda América Latina.
La noticia de su muerte me sorprende y duele. Solo atiné a llamar a nuestro buen amigo don César Lévano,  director del diario La Primera, cotidiano  donde  Borge escribió tantas veces. Aún recuerdo la voz acongojada del maestro Lévano al escuchar la triste noticia que comuniqué “¡Oh¡ que dolor…” Ahora pienso en sus largos días en que luchó por su vida y esta noche que escribo en su honor estas memorias, no puedo dejar de evocar su ejemplo de ese gran hombre digno y fraterno que me hizo admirarlo como combatiente, parlamentario, poeta, escritor y embajador de su nación en el Perú. Nunca escribí sobre nuestra fraterna amistad y hoy que se nos fue el revolucionario, debo dejar constancia escrita de ello, pues con su ejemplo venceremos. 


Mientras veo la noticia en la web asaltan  a mi mente aquellas palabras que honra la coherencia ideológica sandinista  que tuvo siempre Tomas Borge. En la entrevista que le hizo un diario digital en 2010, dejó constancia de ello: “Me siento orgulloso de seguir siendo sandinista, de seguir siendo fiel a la bandera rojinegra de nuestro partido, de seguir siendo fiel a nuestra organización revolucionaria; y morir orgulloso de tener la frente levantada, y no haber sido desleal con mis principios, ni desleal con mis amigos ni con mis compañeros, ni con mi bandera, ni con mis gritos de combate”. 






* Socióloga y escritora peruana.

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