Colombia, dialogando la paz en medio de la guerra




Guillermo Bermejo Rojas / Mariátegui
22/09/12


(Primera parte: de los años 60s a los 90s)


“Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra”. Gabriel García Márquez

Hoy en Colombia hay un gran anuncio: Se iniciaran rondas de negociaciones por la paz entre la Guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Gobierno de Juan Manuel Santos. Cuatro países se suman a este proceso: Cuba y Noruega como garantes, Chile y Venezuela como acompañantes.

En esta Primera Parte entrego extractos y resúmenes de algunos datos basados en el Libro “Colombia, laboratorio de embrujos” del periodista Colombiano Hernando Calvo Ospina sobre la guerra interna más larga de nuestra América Latina, con breves comentarios de mi autoría. Esta
primera parte va de forma cronológica de los años sesenta hasta mediado de los 90s, que me parece vitales para entender el conflicto del hermano pueblo colombiano.

Nacen las FARC

Para 1961, miles de campesinos pobres toman el control de territorios de Marquetalia, Riochiquito, El Pato y Guayabero, situadas en la vertiente de la cordillera Central, al sur del departamento del Tolima, a los que el gobierno llamo Republicas Independientes.

Territorios que no conocían que cosa era siquiera un funcionario público y que eran deseados por latifundistas bendecidos por el clero. Los campesinos a punta de hachas y machetes habían hecho de esta región su fuente de trabajo, sin permitir el control del gobierno ni de las fuerzas armadas.

Inicialmente, para 1962, el ejército agredió estas zonas, pero rápidamente pasan a cambiar de táctica e inician las Acciones Cívico Militares, para ganarse a la población y de paso sacar información sobre los rebeldes.

En mayo de 1964, al mando de veteranos de la Guerra de Corea, 16 mil soldados colombianos, asesorados por boinas verdes, atacan las llamadas “republicas independientes”. Contaban con el apoyo de la aviación y artillería pesada, entregadas a través del Pacto de Asistencia Militar por EEUU. Se le denomino Operación Marquetalia. El objetivo, atacar a un grupo de 44 personas, hombres y mujeres, dirigidos por Marulanda Vélez, que habían diseñado la guerra de guerrillas para defender su territorio.

El Presidente en esos tiempos, León Valencia, fue el primero de muchos presidentes que diría la frase aquella tan repetida por sus sucesores:”Antes que termine mi gobierno el país estará totalmente pacificado”. Parece que no había escuchado al General Álvaro Ruiz, que estuvo al mando de la Operación Marquetalia, que dijo:” No es difícil constatar que en Colombia, existe un Estado de injusticia en la posesión de tierra y que esta situación es la responsable de la pobreza y atraso del país, pues no solo mantiene a millones de campesinos en estado de miseria e ignorancia, sino que tratándose de un problema fundamental, su estado influye decisivamente como lastre para el progreso en general”.

A pesar de las felicitaciones de los grandes medios de comunicación, el gran empresariado y la jerarquía de la Iglesia, no se pudo dejar de conocer sobre  el uso de napalm y apoyo estadounidense en la Operación militar, lo que desato una fuerte protesta y la simpatía por los campesinos guerrilleros.

La demostración del desastre de la Operación Marquetalia fue la realización de la Asamblea General de guerrilleros, el día de la independencia, el 20 de Julio de 1964, planteando el Programa Agrario Guerrillero en el que dicen: “Nosotros hemos llegado a todas las partes donde habían puertas para golpear en procura de auxilio para evitar que una cruzada anticomunista, que es una cruzada antipatriótica contra nuestro pueblo, nos llevara, y con nosotros a todo nuestro pueblo, a una lucha larga y sangrienta. 

Nosotros somos revolucionarios que luchamos por un cambio de régimen. Pero queríamos y luchábamos por ese cambio usando la vía menos dolorosa para nuestro pueblo: la vía pacífica, la vía de la lucha democrática de las masas, las vías legales que la Constitución de Colombia señala. Esa vía nos fue cerrada violentamente. Nos toco buscar la otra vía: la vía revolucionaria armada para la lucha del poder”

Finalizando 1965, con el campesinado resistiendo, se dio la Primera Conferencia Guerrillera. Y en abril la Segunda Conferencia donde se constituyen como Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Así nacen las FARC. Marulanda, años antes, el 1958 había declarado al periódico La Tribuna: “Como patriotas no estamos interesados en la lucha armada y deseamos colaborar cuanto podamos en la tarea de pacificación”. Y como dice el autor del libro, si alguien lo leyó a
nadie le intereso.

Años después se pondría en aplicación con mayor ferocidad la Política de Seguridad Nacional, aquella creada por EEUU y aceptada por todas las oligarquías de América Latina: el enemigo está dentro de las fronteras y las FFAA deben combatir a todo aquello que vaya contra el orden establecido.

EEUU a través de su  Secretario de Defensa, Robert Mc Namara planteó en una sesión del Congreso en 1967:”El primer objetivo en América Latina es ayudar, donde sea necesario, al desarrollo de las fuerzas militares y para militares nativas, capaces de asegurar, en coordinación con la policía y otras fuerzas de seguridad, la necesaria seguridad interna”. Como dicen los abogados, a confesión de parte, relevo de pruebas. 

Se iniciaba  así, durante la década siguiente la militarización extrema de los problemas sociales en Colombia. A las Fuerzas Armadas, diría irónicamente un columnista, solo le falta organizar a los espectadores en los teatros.

Como ejemplo de la represión vivida a finales de los 70s podemos decir que solo en 1979 habían perdido la libertad 60 mil personas, bajo la lógica que un fiscal expusiera en un Consejo Verbal de Guerra: “es mejor condenar a un inocente que dejar libre a un guerrillero”.

Para estos años, además de las FARC y el Ejercito de  Liberación Nacional (ELN), operaban en forma de guerrillas, el Ejército Popular de Liberación (EPL), el Movimiento 19 de Abril (M-19) y Autodefensa Obrera (ADO). Esta última organización justificaría así su acción de guerra: “Nuestro deber de hombres agredidos es defendernos, de una minoría rapaz y belicosa, porque entre otras cosas, sale más barato en vidas para nosotros una guerra revolucionaria que los 100 mil muertos
anuales por desnutrición”.

Para 1980 Amnistía Internacional informaba así de la  violencia estatal en Colombia: Seis mil personas dan testimonio de torturas, mostrando lesiones y traumas.

Al final del Gobierno de Turbay Ayala en 1982, y a pesar de los mecanismos represivos, las guerrillas estaban lejos de ser derrotadas al margen de discursos triunfalistas: Las FARC pasaban de 9 a 27 Frentes, el ELN resurgió a nivel nacional, el M-19 abrió frentes al sur del país y el EPL  se extendió por varias regiones. Y en 1984 nace una guerrilla netamente indígena, el Quintín Lame.

En 1982 llega a la Presidencia Belisario Betancur, del partido Conservador. Propuso  el dialogo con las guerrillas reconociendo en estas  el carácter político y las causas objetivas del conflicto. Pero el discurso no armonizaba con la realidad. Mientras  reducían los juicios a los militantes de grupos armados, aumentaba el aniquilamiento de la oposición política y social de forma masiva y sistemática y comenzaba a su vez, el fenómeno de la desaparición forzada y asesinatos políticos. Y también la detención clandestina.


En solo dos meses de iniciado el gobierno de Betancur ya habían sido asesinados 75 políticos y  23 desapariciones de carácter político. De los 500 presos políticos liberados por la amnistía de 1982, la mayoría fueron o asesinados, desaparecidos o forzados al exilio.

Nacen los paramilitares

El dos de diciembre de 1982 desde una aeronave no identificada  se lanzan volantes a la ciudad de Cali, recuerda Calvo Ospina en el mencionado libro. 223 jefes de la mafia anunciaba que comenzarían a ejecutar a lo que ellos consideraban secuestradores.”Muerte A Secuestradores”, MAS, se autodenominarían. Pero resulta que antes de ser asesinados los militantes de los grupos armados, o políticos o sociales, hostiles a la burguesía narco paramilitar, llegaban primero los servicios secretos  del ejercito.

Una investigación concluyo por ejemplo, que el joven brutalmente torturado en Medellín, en la sección de Inteligencia en IV Brigada, fue ocultado en la casa del narcotraficante Fabio Ochoa para que una búsqueda judicial no dé con su paradero. También  sirve para demostrar la alianza de los narcos con las FFAA colombianas en esos años, el secuestro, tortura, asesinato y desaparición de 12 universitarios a los que los mafiosos acusaban de haber secuestrado al hijo de un narco. Se demostró que fue la policía secreta, F2, pagados por el narco.

En 1983 el informe de Procurador Jiménez Gómez  acusa a 163 personas de ser parte del MAS: 59 militares activos y con mando. A pesar de esto, la Asociación de Industriales de Colombia diría: “El MAS no existe sino en las mentes enfermizas de malos colombianos, las FFAA saldrán airosas”. Y con esta bendición de los poderosos, no fue procesado ni un solo militar.

Puerto Boyaca fue bautizado como el Vaticano del paramilitarismo. Capital antisubversiva de Colombia decía el letrero a la entrada del puerto. Durante los años 80s despoblaron la ciudad arrebatándoles las propiedades a los campesinos, matándolos, acusados de guerrilleros y amenazándolos cuando no querían vender: “firma hoy o negociamos mañana
con la viuda”.

Generando mayor concentración de tierra a favor de los narcos, y grandes empresas nacionales y extranjeras. Todo esto con el apoyo de la Iglesia local. Un sacerdote llamado Ciro expresaba cada vez que podía en contra de cualquier cosa que pareciera colaboración  con la guerrilla:”Ojo que son ateos. Un comunista es aliado del diablo, del mismo Satanás”, recordaría alias Ernesto Báez, dirigente en aquellos años del partido MORENA, ligado a los paramilitares, que luego fue jefe paramilitar.

Así explica el ex alcalde de Boyacá entre 1981 y 1982 y ex mayor del ejército, Oscar de Jesús Echandia,  la creación de los primeros grupos paramilitares y la “limpieza” de la región. En 1982 el jefe del Batallón Bárbula, Arcenio Bohórquez convoco a una serie de reuniones donde asistieron funcionarios de la Texas Petrolium Company, ganaderos de la región, socios del Club de Leones, miembros de la Federación de Cafeteros y miembros de Defensa Civil. Como resultado de la creación de estos primeros grupos paramilitares, para 1983 se habían asesinado a 240 líderes comunistas, colaboradores de la guerrilla e insurgentes, con el apoyo de la tropa. Cuenta que se asesino hasta miembros del Partido liberal opuestos a las órdenes de la dirigencia nacional.

Con el fenómeno paramilitar caminando por toda Colombia, se calcula que solo entre 1982 y 1985 fueron asesinadas 5 mil personas en esa región. Queda claro pues que esta maquinaria asesina, estaba articulada por el apoyo táctico y formativo de las FFAA colombianas y financiadas por los narcotraficantes y empresarios de la zona.

En la declaración del mismo Echandia se puede leer: “Entre 1983 y 1984 se inician conversaciones con el narcotráfico… con Pablo Escobar que estaba interesado en limpiar la zona”. También con el Cartel de Medellín a través de Rodriguez Gacha, alias el mexicano. En las fincas de este dormían las tropas paramilitares.

Hay que recordar que en los años 80s los Carteles de droga colombianos entregaban cocaína a la CIA norteamericana que la transportaban hasta los EEUU para así financiar las llamadas Contras nicaragüenses, bajo el  lema:”otra Cuba no es posible”. Según un informe del inspector general de la CIA de la época, al menos 100 aviones cargados de cocaína ingresaron a EEUU, solo entre 1984 y 1986.

Y mientras Betancur seguía hablando de paz, el Comité permanente para los Derechos Humanos informaba que las ejecuciones sumarias del 1985 a 1986 de duplicaron  de 630 a 1387, todas perpetradas por las fuerzas de seguridad y los paramilitares. Las desapariciones forzadas en 1985 fueron 82 y al año siguiente 191.

En el 86 asume la Presidencia Virgilio Barco. Solo en ese año hubo 200 desaparecidos. Con el discurso de “guerra al narcotráfico” inicio su gobierno. Sin embargo la declaración en un libro que hizo el Coronel Augusto Bahamon, puede retratarnos mejor lo que pasaba en esos años: ”recuerdo que una vez el oficial que detuvo a Chirusa, el jefe de la organización de Pablo Escobar, en marzo de 1987, me conto que este reclamaba airadamente por su detención y le preguntaba que si acaso no sabía que él era quien pagaba el mantenimiento de los vehículos de la Sección de Inteligencia de la IV Brigada…el delincuente salió tan enojado con el Ejercito que no volvió a dar ni un peso para el mantenimiento de los carros”.

Si Betancur inicio una rueda de negociaciones con las FARC y demás grupos guerrilleros, aun faltando todos los altos al fuego previstos, Barco exigió que simplemente se desmovilizaran y desarmaran. Eso venía como anillo al dedo a los intereses de los paras que querían arrasar con todo el territorio para los intereses de la oligarquía narcotraficante de Colombia.

Aun en este escenario, a sugerencia de las FARC nace en 1985 la Unión Patriótica, UP. Junto a los guerrilleros desmovilizados, personas y movimientos que estuvieran de acuerdo con cambios sociales políticos y económicos que se fueran sumando. Hay que señalar que en Colombia el poder se lo intercambiaban entre Liberales y Conservadores, dejando sin espacio político a casi ninguna alternativa política distinta a la de ellos. Como ejemplo de la severidad de lo afirmado esta el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán, líder de una facción del Partido Liberal  en 1948.

Gaitán era considerado en documentos del departamento de Estado de los EEUU, como alguien que no quería a EEUU, que quería nacionalizar la banca y demás servicios públicos, y apoyaba  otras formas de socialismo. Y que había el temor que podía ganar las elecciones por vía democrática.

Volviendo a la UP, saco 320 mil votos superando los 70 mil que por lo general sacaban los grupos de izquierda. Así que con este avance, se convirtió en blanco favorito de las FFAA y grupos paramilitares. Jaime Pardo Leal, candidato a la presidencia por la UP es asesinado el 11 de Octubre de 1987. Las investigaciones demostraron que lo asesinaron los sicarios  de Rodríguez Gacha, con el apoyo logístico de los servicios de inteligencia del batallón de caballería.

La sangría contra los militantes y dirigentes de la UP continuaría.

Entre ellos el nuevo candidato a la Presidencia Bernardo Jaramillo, en 1990. Y en 1994 mataron al último  senador electo de la UP Manuel Cepeda.

En el colmo del cinismo, Carlos Castaño Gil, jefe paramilitar reconoció el asesinato de Cepeda, Y para mayor asombro de la alianza entre lo legal e ilegal en Colombia, la justicia no acepto la
confesión.

A la última presidenta de la UP, Aida Abella, le tiraron con bazuca y ráfagas de metralla contra su auto blindado. Y tuvo que dejar el país.

Así, con el desprecio por la inserción de los grupos alzados en armas a la lid electoral, en medio de una masacre que termino con la vida de al menos 3 mil militantes llego el fin  de la Unión Patriótica. Y  las FARC recuperarían a algunos de sus militantes sobrevivientes para la lucha armada, entre ellos Iván Márquez, hoy miembro del secretariado de las FARC.

La labor de parca de los paras no se detenía. Donde la UP había ganado municipios llegaban panfletos señalando lo que iba a suceder:”recuperaremos lo perdido así  sea a sangre y fuego. Para ello contamos con el apoyo militar de la Policía, del ejército colombiano, del MAS y de ilustrísimos hijos de la región que ocupan altas posiciones  en el Gobierno. No aceptaremos alcaldes comunistas, tampoco Consejos Municipales integrados por idiotas campesinos”.

Ante matanzas por docenas que cometían los paras, que incluían que se despedazaban los cuerpos, sacaban intestinos, cabeza y manos para luego o quemarlos o tirarlos a los ríos, en un rapto de lucidez, el Presidente Barco dijo: “en realidad la mayoría de sus víctimas no son guerrilleros, son hombres, mujeres e incluso niños, que no han tomado las armas contra las instituciones. Son colombianos pacíficos”, para luego calificarlos de organizaciones terroristas.

Con Gaviria en el Poder, a comienzos de los 90s la cifra de asesinatos políticos aumentó de 1053  a fines de los 70s a 12,859. En medio de esta situación, con el paramilitarismo desbordando al gobierno o con el gobierno en manos de la política paramilitar se llamo a Asamblea Constituyente que acabaría con la de 1886. Ese mismo día de las elecciones, que se suponía el inicio de una nueva vida para los colombianos, el gobierno de Gaviria no tuvo mejor idea que atacar la sede del Secretariado de las FARC, llamada la Casa Verde, donde se habían dado las negociaciones con el gobierno.

El gobierno y las FFAA calculaban que ese día los jefes de las FARC estarían reunidos para evaluar el resultado de las elecciones así que aventaron 10 mil kilos de bombas desde 46 aeronaves.  Y si bien la Casa Verde fue literalmente borrada del mapa, no hubo bajas en la dirección fariana. Tres meses después, el Ministro de Defensa anunciaba que los militares tenían 110 bajas y 9 helicópteros malogrados.

En cuanto al plebiscito, solo fue a votar el 25% de los habilitados, un golpe duro para la clase política colombiana.

Negociaciones con el Gobierno de Gaviria

Las FARC, el ELN y el no desmovilizado EPL, miembros de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, inician el 1991 diálogos con el gobierno de Gaviria. Hay que recordar que un  sector del EPL, la guerrilla indígena del Quintin Lame y la Autodefensa Obrera ADO se desmovilizaron y entregaron las armas sin conseguir ningún cambio social a cambio.

Y como era de esperarse, el gobierno no acepta las exigencias guerrilleras frente al paramilitarismo,  las garantías  de no represión ni violencia contra civiles,  tampoco los encuentros
nacionales para discutir sobre violencia política, derechos humanos, desarrollo económico, etc.

Y en el 92 se legalizan a los paramilitares, cuando el Ministro del Interior propone a los empresarios ganaderos crear “estructuras de seguridad” y se ponen a coordinar    con empresarios y militares estos grupos armados. Así, llego el fin de esta negociación entre las guerrillas y el gobierno de Gaviria.

Como resultado de esta política guerrerista y paramilitar, 6500 fueron a parar en las cárceles entre 1991 y 1993. 14,856 muertes violentas relacionadas al conflicto social. 5043 prisioneros. En su último año se pudo identificar a los autores de 2,627 casos de hechos de violencia: las fuerzas armadas y los agentes de seguridad  fueron responsables del 88,9%, los paramilitares de 8,75% y las guerrillas del 2,3%.

Y como premio a tanta barbarie, Cesar Gaviria Trujillo fue elegido Secretario General de la OEA.

Si con Gaviria se comenzó a legalizar a los paras, con Ernesto Samper se termino el proceso dándole status legal y las denomino CONVIVIR, compuesta por pobladores que recibirían adiestramiento militar y logística de parte de las FFAA.

Samper recibía un país donde el 5% de los colombianos era dueño del 83% de las mejores tierras. Los índices de pobreza rural llegaron a 72%. En las grandes ciudades el 1% poseía el 70% del suelo urbano.

Con el paramilitarismo y el modelo neoliberal de la mano, los narcotraficantes hacían negocio redondo. Un informe de la DEA dice lo siguiente:”la privatización de importantes bancos colombianos, junto con la liberalización del mercado cambiario, han permitido a los narcotraficantes colombianos influir veladamente en las políticas  y operaciones de ciertos bancos nacionales…cada vez que entra un dólar en las cuentas de los narcotraficantes su capacidad de influencia política y económica que ejercen en el gobierno aumentan”

Las CONVIVIR comenzaron siendo 700 en 1996  y al año siguiente se perdió la cuenta. Salvatore Mancuso, jefe paramilitar de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) aprovecho a las CONVIVIR  para dotarse de abundante material bélico. Ya por estos años asoma la cabeza Álvaro Uribe uno de los principales defensores y protectores de las CONVIVIR, fachada del paramilitarismo.

Como prueba de esta fachada de los crímenes del paramilitarismo encontramos la confesión de uno de sus integrantes, Francisco Villalba:”Cuando íbamos a realizar una masacre, se coordinaba con el ejército y la policía”, y da como ejemplo la masacre en dos caseríos de Ituango departamento de Antioquia donde un helicóptero de las FFAA les abasteció de municiones para fusiles HK.

Y como cereza del pastel, mas de 200 CONVIVIR anunciaron que sesumaban al movimiento paramilitar  AUC. No es de sorprender entonces que para 1997, los paramilitares fueran responsables del 76%  de las violaciones registradas. Al, oficialmente, estar al margen de la ley, las acusaciones ya no iban contra el Estado y las FFAA, sino contra este grupo, del que ningún jefe fue arrestado. Mientras solo hubo 7 enfrentamientos de las FFAA contra grupos paramilitares, en esos mismos años, de 1990 a 1997, contra la guerrilla hubo más de 5 mil.

Quedaba sellado con sangre del pueblo, el carácter narco paramilitar del Estado Colombiano.

Fin de la Primera Parte

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