Perú: La Memoria del Aire. Rosina Valcárcel: Poesía Multisémica, Polifónica


Winston Orrillo / Mariátegui
16/06/13
        
Aunque parezca un lugar común, se trata de un libro bello por donde se le mire: para empezar con la pulquérrima edición (Fondo Editorial Cultura Peruana, que dirige el poeta Jorge Espinoza Sánchez), el diagramado, las ilustraciones (debidas al magno artista plástico Carlos Alberto Ostolaza); hasta que llegamos a los textos de Contradanza, esenciales, polisémicos y, por si fuera poco, polifónicos, pues se encuentran inundados por la música: ellos mismos son música, pero claro, especialmente la de hogaño: el rock, y, en especial, el subterráneo, lo cual no obsta para que la poeta nos manifieste su adicción por el autor de la Tocata y Fuga.

Rosina nos entrega una ofrenda lírica poliédrica. con textos que tratan del desgarrado y desvalido hogar, y con apologías de la vida doméstica: el culto a los hijos, a la nieta, a  la pareja (y/o parejas); en fin, una –no podía ser de otro modo- incursión (¿”Un par de vueltas por la realidad”?) en el mundo que signa lo más hermoso del combate y de los combatientes de hogaño: los hombres que nos permiten mirar de frente cuando nos referimos a nuestros congéneres, malgrado la existencia y/o subsistencia de especímenes como los genocidas y los corruptos que medran a nuestro alrededor y son culpables del envilecimiento y el despeñadero en el que parece desenvolverse el mundo de los días que corren.
Pero nuestra Rosina, nuestra poeta, eleva su voz y canta y encanta al hablarnos y rendir su justísimo homenaje a prohombres como Fidel, el Che, Víctor Jara, Juan Pablo Chang, entre varios otros.

Pero Rosina es, asimismo, una gran poeta del amor, de ese bicho que nos atenaza y desguaza y conforma y deforma: algunos de sus más intensos poemas están dedicados al ejercicio del amor, al culto a la pasión, al develamiento de un mundo sin el cual la humanidad no tendría los matices que felizmente tiene.
Y aquí el menú es variado: usted puede escoger los ángulos más diversos: el poema surrealista stricto sensu o el retrato –sana, viva competencia- entre sus progenitores: Gustavo y Violeta que, de este modo, entran al parnaso peruano por derecho propio, con impronta propia (aunque Gustavo, el padre, hace tiempo que tenía, allí, su escaño de privilegio).

Alta, lúcida y lucida madurez de la poeta que, una vez más, nos entrega la limpia hondura de sus imágenes: he aquí  algunos botones: “Hilé nuestro atado de libros y cenizas mientras la soledad menos vivaz que la agonía obraba un silencio húmedo como el amor”…”Me antojé abandonar mi cuerpo/ Como el diluvio deja su navío entre corales y algas”…”Las huellas de sus sexos quemando cigarrillos negros/ En la arisca ciudad de Lima”…”Una parte de mi vientre cuida tus sueños”…”Cuando tus ojos aturdidos se volvieron/ hacia mis labios/una iguana poseyó mis senos.”

Creo que es suficiente para provocar la lectura de este texto poético singular.
¿Debo añadir que Rosina Valcárcel es doctora en Antropología, periodista y militante conspicua e integérrima, en la causa de la defensa de la vida, que es defensa del arte, de la poesía y de la sobrevivencia de la criatura humana?.

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