1965. Proclama del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) al pueblo peruano


Foto: Luis de la Puente en Mesa Pelada en 1965.

Mariátegui
24/10/13

Estimado compañero (a):

En su Proclama revolucionaria al pueblo peruano de 1965, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) escribió lo siguiente:

Como Movimiento auténticamente revolucionario hemos descartado los caminos de la transacción y la concomitancia con los explotadores, hemos rechazado los caminos electoreros burgueses, porque no estamos dispuestos hacerles el juego a los oligarcas, hemos descartado el lanzamiento de las masas desarmadas a la lucha, tanto en la ciudad como en el campo, porque no queremos más sangre obrera o campesina, derramada impunemente, por los sicarios del régimen; y hemos dejado a un lado el método tradicionalista y burocrático de trabajo de masas, que a la larga se ha convertido en pasatiempo, en factor de confusión, en reguero de fracasos, en pretexto para la politiquería tradicional.

Luis de la Puente, secretario-general del MIR en el periodo 1962- 1965, fue enemigo mortal de los caminos de la transacción, de buscar un acuerdo con los explotadores y opresores. Lo que criticaron los miristas hace décadas sigue siendo una práctica común y corriente: la entrega de los principios, la traición de las promesas, o sea, la transacción.

El MIR, como también el Ejército de Liberación Nacional, no logró sus objetivos de contribuir a poner al Perú en el camino al socialismo. El 23 de octubre 1965 fueron asesinados:

Luis de la Puente
Paúl Escobar
Rubén Tupayachi
Edmundo Cuzquén
José María Parisini
Hugo Soto Ponce
Benjamín Quispe

La masacre ocurrió en la aldea de Choquellohuanca (departamento de Cuzco), en los alrededores de la localidad de Amaybamba. Todos ellos eran miembros de la unidad guerrillera del MIR llamada Pachacútec.

Los sucesos acaecidos inmediatamente antes de la muerte de Luis de la Puente y los otros seis guerrilleros aún no están aclarados. Ya estamos hablando de hace 48 años. A  pesar de que el Ejército había accedido a entregar los cadáveres a los familiares en el espacio de tres a seis meses (siempre y cuando se dieran las circunstancias políticas propicias) después de la muerte de Luis de la Puente, este compromiso no se llegó a materializar. Ahora, con un ex-capitán del Ejército como presidente del Perú, sería oportuno iniciar, una vez más, las debidas gestiones.

El hecho de que los cuerpos aún no hayan sido entregados a los familiares hace difícil extraer conclusiones coherentes, como que los guerrilleros fueran ejecutados tras su detención. Determinar la causa de su fallecimiento es importante para aclarar si los guerri­lleros se habían rendido y luego habían sido liquidados con una bala en sus cabezas. En el caso de que hubiera varias heridas de bala, ello podría indicar que haya habido previamente una refrie­ga. También una explosión de granadas podría haber causado sus muertes.

En el libro Guerra de sombras: La lucha por la utopía en la Amazonía peruana de Michael Brown y Eduardo Fernández, se informó sobre una conversación, llevada a cabo el 30 de octubre de 1965, entre el segundo secretario de la Embajada norteamerica­na en Perú, V. P. Randolph III, y un informante desconocido:

[Nombre censurado] dijo que De la Puente y Rubén Tupayachi (cono­cido comunista quechua e hijo de un comunista) en realidad habían sido capturados por el ejército y conducidos a Quillabamba alrededor del 8 de octubre, fuertemente custodiados y con bolsas en la cabeza para no revelar su identidad. Al poco tiempo, el ministro de Gobierno, Alva Orlandini, el ministro de Guerra, Arbulú, y el comandante en jefe del Ejército, general Doig, se trasladaron a Quillabamba para in­terrogar a De la Puente. Luego de obtener lo que pudieron, De la Puente, Tupayachi y otros dos guerrilleros capturados fueron llevados al monte y convenientemente eliminados.

En este documento quisiera compartir con ustedes mi opinión respecto a lo que pasó y a lo que no pasó el día 23 de octubre del 1965; pero antes de hacerlo quiero mostrar primero la versión del Ejército:

[...] los guerrilleros intentan una acción desesperada presentándose el día 23 de octubre en un aserradero, situado a proximidad de la ha­cienda Amaybamba para pedir ayuda. Los campesinos se niegan ro­tundamente, siendo tres de ellos salvajemente asesinados con armas de fuego y bombas caseras. Las explosiones son escuchadas por la guarnición establecida en Amaybamba, cuyo jefe lanza inmediata­mente un equipo de combate que choca con los guerrilleros aniquilán­dolos. Se identifica entre los muertos a Luis de la Puente Uceda, Raúl Escobar y Rubén Tupayachi. La patrulla sufre tres bajas.

En base a la información disponible se puede determinar, en gran parte, lo que sí y lo que no ocurrió alrededor del 23 de octu­bre de 1965. Como pura propaganda se debe rechazar la versión del Ejército de que la guerrilla había querido matar a los campesinos porque estos no querían ayu­darlos. Justamente la guerrilla necesita el apoyo del pueblo para su supervivencia. Solo de esta manera puede transformarse en un ejército popular que es necesario para derrotar al ejército enemigo y tomar el poder.

Así pues, únicamente el Ejército se podía benefi­ciar de la muerte de los campesinos. Por supuesto, es posible que las Fuerzas Armadas creyeran haber hallado guerrilleros en la ca­baña o pensaran que los campesinos eran militantes de Pacha­cútec. Más obvio, sin embargo, resulta pensar que el asesinato for­mara parte de la guerra psicológica. Por tratar de culpar a los miristas por la muerte de los campesinos, el Ejército habría querido anular el apoyo a los guerrilleros por parte del campesinado de la región.

Las guerrillas se hallaban situadas, durante los últimos comba­tes, en una zona con vegetación muy tupida. Entonces para llegar a los miristas parece plausible que el Ejército hubiera contado con cierta «ayuda». Es posible que hubiera perseguido a un guerrillero que entró en Amaybamba o Choquellanca para adquirir alimentos. Igualmente no se debe descartar la posibilidad de que este mirista hubiera sido detenido y bajo torturas hubiera revelado dónde se encontraban los otros guerrilleros.

Luis de la Puente y los otros camaradas del MIR que cayeron antes y después del 23 de octubre de 1965 lucharon contra problemas que hasta ahora siguen siendo actuales en el Perú. En su Manual de Capacitación de 1965, Luis de la Puente escribió:

Los países oprimidos, que también se conocen con el nombre de países semicoloniales o dependientes, son aquellos que teniendo una aparente independencia están sujetos económica y políticamente a las metrópolis imperialistas. Aquí funcionan gobiernos títeres, que sojuzgan a los pueblos y defienden los intereses imperialistas. Estos gobiernos entregan las riquezas nacionales, someten al país a los designios del imperialismo y mantienen la opresión contra el pueblo para que soporte el yugo. Ellos reciben a cambio empréstitos, ayuda diplomática, propaganda y armas.

¿Cuándo llegará la hora de que las mayorías en el Perú cobren y que la transformación estructural se convierta en realidad en vez de una propuesta para fines electorales?

Hasta la victoria siempre,

Jan Lust *


* Jan Lust (Holanda), internacionalista, ha vivido y trabajado en Perú, es economista, investigador y autor del libro "Lucha revolucionaria. Perú, 1958-1967". (2013)

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