El partido clave se juega en Honduras


El derechista Juan Orlando Hernández y Xiomara Castro se disputarán la presidencia hondureña este domingo.

Mariátegui
23/11/13

Por Gerardo Szalkowicz. Este domingo se juega en Honduras una batalla cardinal para el futuro geopolítico de América Latina y el Caribe. La omnipresencia política y mediática de la embajadora de EEUU en la campaña evidenció la imperiosa ambición del Norte por mantener esa trinchera bajo su tutela.

Casi cuatro años y medio después del primer golpe de Estado triunfante del siglo en la región, buena parte de las fuerzas que se reagruparon en torno al Frente de Resistencia están a un paso del regreso. Xiomara Castro, candidata por el partido Libertad y Refundación (LIBRE) y compañera de José Manuel Zelaya (el presidente destituido y despachado en pijama hacia Costa Rica aquel 28 de junio de 2009), peleará palmo a palmo las presidenciales del domingo con el candidato oficialista, en un sistema electoral exento de segunda vuelta.

Su contrincante -al margen de los otros seis aspirantes- es el abogado Juan Orlando Hernández, del gobernante Partido Nacional. Diputado desde 1998 y Presidente del Congreso Nacional en los últimos cuatro años, JOH centró su campaña en el eje de la “inseguridad”, apadrinando la recién parida Policía Militar y con el slogan-promesa de "un soldado en cada esquina", en un país que, según Naciones Unidas, tiene la tasa de homicidios más alta del mundo.

Por estos días, Hernández aseguró que de llegar a la presidencia promoverá un mayor acercamiento con Estados Unidos y buscará un acuerdo con el FMI.

De la embajada baja línea

Precisamente, el rol que viene jugando Washington, sobre todo a través de su embajadora Lisa Kubiske, se convirtió en uno de los condimentos más relevantes de la contienda electoral. A través de un notorio poder de influencia en la institucionalidad hondureña y un lugar privilegiado en los medios de comunicación, Kubiske se erigió en llamativa protagonista de los comicios.

En una entrevista al diario El Tiempo, el 30 de octubre, sugirió a los electores “pensar bien qué candidato va a crear más empleo y el ambiente en el cual el sector privado sienta confianza para invertir”.

El 3 de noviembre, invitada por el gobierno a supervisar la entrega de tarjetas de identidad en barrios capitalinos, cuestionó: “El problema es que no hay mucha transparencia en cuanto al financiamiento de la campaña”. Cuatro días antes había recomendado a los miembros de mesas “ser responsables y dar a conocer los datos de forma ética” y a la ciudadanía “mantenerse vigilante y pendiente”.

El 8 de noviembre, la embajadora aprovechó la ceremonia de graduación de la Universidad de San Pedro Sula para aconsejar a los jóvenes: “Conozcan a los candidatos y sus propuestas políticas. ¿Cuáles reflejan su propia visión? ¿Cuáles pueden ser realísticamente implementadas porque han sido bien pensadas, tomando en cuenta como pueden ser financiadas?”.

Y tras insistir en el llamado a la participación electoral (“¡Vayan a votar! Den la vida a la democracia, el poder del voto es de ustedes”), sinceró el trasfondo de su exhorto: “No sería honesta si no les dijera que sus decisiones también serán importantes para los Estados Unidos. Lo que sucede en Honduras tiene un impacto directo sobre el bienestar de Estados Unidos y de la región centroamericana. Nuestros dos países están unidos por lazos de comercio, cultura y seguridad. Pero esa alianza no debe darse por sentada. Siempre hemos apoyado y seguiremos apoyando, pero ustedes deben tomar la iniciativa. Esa iniciativa la pueden tomar el día de las elecciones”.

Esa misma noche, Kubiske dialogó con la prensa y ya casi parecía una funcionaria hondureña. Pidió a los candidatos que no acepten “dinero sucio” para financiar sus campañas y hasta se animó a hacer un anuncio premonitorio: “Debido a lo apretado de las elecciones, es probable que esa misma noche no se obtengan los resultados de los comicios”. También informó que sólo la embajada de EEUU pondrá más de 100 observadores.

Pero Kubiske no sólo apeló a su retórica: la embajada organizó, además, el concurso “Tu voto, tu héroe”, en el cual los participantes debían crear un héroe o heroína de cómic que “promueva la participación ciudadana en el proceso electoral”. El ganador del certamen se ganó una consola de videojuegos.

La intervención norteamericana en la campaña no se limitó al estrellato de la diplomática. En su primer discurso ante la OEA dedicado a América Latina, el lunes pasado, el secretario de Estado John Kerry se refirió a Honduras: “Todos tenemos una oportunidad de ayudar a garantizar que esta elección sea transparente, pacífica y justa”.

Con evidentes intereses distintos a los de la Casa Blanca, una docena de senadores de EEUU también manifestó su preocupación mediante una carta a Kerry en la que expresan que Honduras “padece instituciones frágiles y un poder judicial sitiado que han hecho poco para castigar a los perpetradores de la violencia, fomentando un clima de impunidad".

Golpe a golpe

La preocupación remite a los innumerables ataques que sigue padeciendo la Resistencia. El último crimen se produjo el 23 de octubre, cuando fue baleado Manuel Murillo, ex camarógrafo de Zelaya y militante de LIBRE, quien había sido secuestrado por la policía en 2009.

Según un informe de la ONG canadiense Rights Action, entre mayo de 2012 y octubre de 2013 fueron asesinados 35 candidatos, 18 de LIBRE.

Ampliando este panorama en el tiempo, la ola represiva ya se llevó puesta, desde el golpe de 2009, la vida de unos 300 militantes, más de 100 eran campesinos. Otro blanco elegido han sido los trabajadores de la comunicación: desde 2009 se reportaron al menos 28 periodistas asesinados.

La apuesta al “socialismo democrático”

Bajo esa consigna y con la promesa de una Asamblea Constituyente que refunde el país, LIBRE buscará romper con 100 años de bipartidismo. Su plan de gobierno incluye, entre otros ejes, la eliminación del modelo económico neoliberal, la recuperación de los recursos naturales, la descentralización del Estado, el fin de la militarización con la creación de una Policía Civil Comunitaria y la apuesta a la integración regional a través de organismos como la Celac.

En síntesis, Honduras se juega este domingo la posibilidad de recuperar su soberanía, retomar el proceso que se cortó de cuajo hace cuatro años e intentar revertir una larga historia de desigualdad, corrupción y violencia estructural.

Como contrapartida, Estados Unidos arriesga una importante trinchera que mantiene desde hace décadas y que tiene como centro de operaciones la base militar de Palmerola, plataforma de ataque contra el gobierno de Nicaragua y las guerrillas centroamericanas en los ´80 y desde donde se cocinó el golpe de 2009.

Y lo fundamental: el resultado de este domingo será, seguramente, un factor clave para la futura correlación de fuerzas en la región, entre el proyecto que crece y se alimenta bajo la tutela del norte, hoy bajo el seudónimo de la Alianza del Pacífico, y los procesos que, aún con diferencias, intentan caminar mirando desde el sur.

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