Colombia. José Luis Díaz Granados: Cuarenta años de poesía


Winston Orrillo / Mariátegui
02/05/14

 “Yo escogí el partido de la vida/ y a esa escogencia reverencio y canto”
“…De amor me inundo/ mientras un ave transita/y un río-coral precipita/toda la miel de este mundo”
                                    J.L.D-G
                                                  
De la tierra del gran “Gabo”, y por añadidura primo suyo, nos llegan los versos y la amistad entrañables de José Luis Díaz-Granados, a quien –vaya, para algo sirven- conocimos a través de “la red”, y cartas y poemas van y vienen, aparte de los testimonios de la solidaridad en el combate encarnizado de Nuestra América, para lograr su definitiva y Segunda Independencia; todo lo que nos unió e hizo que la solidaridad en la militancia se convirtiera, asimismo, en mutua lectura cordial de nuestras respectivas obras, lo que culminara con el envío, muy reciente, de nuestra “Poesía esencial”, a la que él ha correspondido con “El laberinto”, autoantología poética, que nos ofrece su producción lírica de 1968 a 2008, y que abarca doce libros de versos.

El volumen ha sido publicado –gran acierto editorial- por el querido sello “Fondo de Cultura Económica”de Colombia, a fines del año próximo pasado.

Calificar la poesía de JLD-G no es tarea sencilla porque el horizonte que abarca es muy amplio, y destacan sus poemas de amor, de solidaridad con los “humillados y ofendidos”, con los luchadores y constructores del alba, así como aquellos que ingresan a su sancta santorum, v.gr. los dedicados a su progenitor, que se convierten en verdaderas preseas, amén de, otros, en los que nos muestra su pericia formal, su trabajo con el idioma y el estilo –muy en la ruta de nuestro “Trilce” o en la vena de ese inolvidable añoso y joven poeta –a quien tuvimos la suerte de conocer en un avión que se dirigía al Primer Territorio Libre en América. Nos referimos a León de Greiff, con quien  JLD-G comparte su desmesurado amor por la mujer…y por la palabra.

“Regocijo celebratorio del idioma”, le llama Juan Gustavo Cobo Borda, autor del enjundioso prólogo al libro que comentamos. Éste, asimismo, celebra en JLD-G su “arraigo en el solar nativo, Santa Marta y la Costa Caribe, donde la dicha del `paseo vallenato al anochecer´, retrasa la irrupción de la muerte, que llega `y no muere nunca´, en una afirmación animal, ante el regocijo que el mundo y sus criaturas suscitan; su terca voluntad de afirmar la dicha y la aventura, en contra de `un sol aburrido y sonriente´”

Afirmación clave la del gran hombre de letras colombiano, JGCB, quien, además, releva la militancia izquierdista de nuestro autor, “por un compromiso que (lo) obligaría  a varios años de exilio en Cuba, en protección de su vida amenazada.” Y paradójicamente, como en el caso de nuestro Amauta Mariategui, la distancia lo hizo ser más raigalmente vernáculo; en el caso de Díaz-Granados, sus “raíces: la Sierra Nevada de Santa Marta, las calles del barrio Palermo…siempre con la pretensión de apresar una fábula huidiza, una roñosa y sarcástica expresión que lo redima. Allí donde pueda formular, por fin, su rechazo a tantas sumisiones y dependencias, torvas y castrantes, a la fatigosa necesidad de la sobrevivencia diaria…”

En fin, Cobo Borda destaca, como también lo hacemos nosotros, el intentar, JLD-G, un soneto a fin de siglo o releer a James Joyce.


Y fiunaliza JGCB con el relieve, en la poética de Díaz-Granados, de su “afán inconcluso de rehacer un mundo en fragmentos, en desflecadas ilusiones, cada vez más inciertas”. Todo lo que halla sutento en “el rigor eufórico del lenguaje”; lo que da como resultado que su poesía se nutra, a la vez de “la fatiga y el entusiasmo, para rehacer sobre tan innumerables ruinas y cadáveres el nombre que designe el naufragio”. 

Lo expresado hace que, necesariamente, celebremos esta auto antología de sus poemas escritos entre 1968 y 2008, “porque en ella lo que prima es la plenitud gozosa en que `desnudos/ morimos como ángeles. Mujer ycanto para acompañarnos a vivir en el laberinto”, que tal es el atinado título del libro que comentamos.

Porque, en efecto, lo que prima en nuestro autor es un voto por la esperanza, sustentada en el valor inabarcable del amor: ”Soy un eterno enamorado…/ aunque de vez en cuando yo me hunda/ en un navío de flores y de frutas…”

De este modo, a nuestro juicio, es en el tema del amor, así como en el de la identidad personal y el compromiso colectivo, donde encontramos el quid de esta poesía: veamos un ejemplo precioso del empleo del tema amoroso, en su composición “Escribo el poema” “Te galopo./ Resbala otro cuerpo en mi cuerpo/  Recto y quejumbroso por tu centro ilímite,/ resbala en la gruta lubricada y húmeda,/ entre babas celestes/ y jadeos frutales, / entre sabios aromas y agonías de pieles./ Somos Dios un instante/ o leopoardos que vuelan como ángeles”.
Una pequeña obra maestra , ¿verdad?

Pero, asimismo, está su entrañable “Confesión de amor” con versos como. “Soy a la vez tu río y tu navegante/ el amante callado y halagüeño; el esclavo al que tratas como a un dueño,/ el compañero de tu día radiante…” Y concluye este texto, dedicado a Gladys Siabato Fernández: “”Soy tu presente sin tiempo pasado/ y con mañana, soy tu enamorado/ sin condiciones,el de siempre, el mismo”.

Pero, como en toda gran poesía, en la de JLD-G, existe la meditación, el intento,mediante el poema, de aprehender la realidad raigal o sus metalenguajes, como en su “Poema del goce” que, inevitablemente, nos lleva a las palabras de Jorge Manrique, cuando expresa: “Tan presto se va el placer/ como después de acordado/ da dolor…” El poema de nuestro autor concluye, inmejorablemente, de este modo: “Nunca fuiste el mañana y ya serás pasado, / pero en el sueño ardes  encima de mis penas./ Se va sin ruido, solo, agonizante, y mientras llega la muerte sé que no muero nunca.• (Subrayado nuestro).

Es particularmente bellísimo su poema “Instantáneas de Jorge Gaitán Durán”, especie de penate para el bardo, pues su muerte constituye, asimismo, la conclusión de la infancia de JLD-G.
Como siempre el espacio es exiguo: José Luis Díaz-Granados es, asimismo,  autor de prosa de ficción y ejerce el periodismo combativo y combatiente, y su prosa se sitúa entre las más calificadas de esa lid impertérrita que venimos librando los que queremos que, en el mundo, ya no tenga justificación el estigma contenido en la tristemente célebre frase: “Homo homini lupus”.

Comentarios