Perú. 9 de junio de 1965, inicio de las acciones de la guerrilla del Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR

Foto: Guillermo Lobatón (centro),Máximo Velando (izquierda), Máximo Félix Lazo Orrego (derecha), integrantes del MIR.

Jan Lust / Mariátegui
08/06/14


Estimado compañero (a):

En los anales del registro de la historia revolucionaria de los pueblos peruanos, el día 9 de junio de 1965 está inscrito como el inicio de un proceso que tendría que haber llevado nuestros pueblos a la liberación social. 9 de junio es el día de Túpac Amaru, el frente guerrillero del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).

Pensando en los camaradas Victoria Navarro, Juan Paucarcaja, Teófilo Bravo, Froilán Herrera, Mario Montes, Pedro Pinillos, Fortunato Meza de la Cruz, Máximo Velando, Guillermo Huaringa, César Toro y Fortunato Meza de la Cruz, todos integrantes del frente guerrillero Túpac Amaru que inició la lucha guerrillera en el Perú en junio de 1965, me preguntaría lo que se debería hacer hoy en día para avanzar en un proceso revolucionario de cambio transformacional. ¿“Unidad, unidad, unidad”?

“Más es una utopía pensar que la uni­dad —no sea más que la de las principales fuerzas de izquierda— se ha de lo­grar a su máximo nivel discutiendo sentados en torno a una mesa. Jamás se ha logrado en esta forma la unidad. Esta se ha de lograr tan solo en la lucha. Tan solo en la lucha se irán fundiendo las diferencias y las desconfian­zas provenientes de distintos factores, pero sobre todo del diferente grado de aproximación al nivel más elevado de la misma. Consideramos la unidad corno un objetivo fundamental, mas cuyo logro es un proceso. No nos apresuramos, por eso, ni desesperamos” (MIR, Nuestra Posición, 1964).

Un cambio del modelo de desarrollo actual parece ser muy complicado. Considero que la transformación revolucionaria es solamente posible cuando se cambia la correlación de fuerzas de clase dentro y fuera del Estado peruano. La lucha para la transformación social necesita una base popular para ganar la batalla contra la sagrada alianza del capital transnacional y el Estado peruano. Además, urge una base social para implementar los cambios transformacionales que el país requiere. El nuevo estado que debe erigirse después de la destrucción del actual Estado peruano necesitará enraizarse y fundarse en las masas populares para tener la posibilidad de hacerse frente a los intereses y las inversiones del capital extranjero que serán defendidos por sus países de origen y las instituciones multilaterales del imperialismo.

Pienso que un cambio transformacional en el Perú es posible. Sin embargo, aunque rechazo cualquier cambio reformista porque encadena la liberalización del pueblo a la cárcel capitalista, considero que la lucha por propuestas reformistas revolucionarias en el marco de una estrategia revolucionaria de desarrollo podría ser un paso adelante en la lucha de clases, ya que tiene la intención de romper el dominio de la ideología neoliberal. Sin embargo, por más revolucionaria que sean estas propuestas reformistas, su aplicación no tiene un carácter duradero y definitivo si la burguesía, como clase, no ha sido política y económicamente eliminada. Además, estas propuestas “revolucionarias” se vuelven reaccionarias si no se convierten en peldaños hacia una sociedad sin explotación y opresión.

Recordando los combatientes de Túpac Amaru, como Esteban Huaringa, Guillermo Huaringa, Claudio Navarro, Máximo Félix Lazo Orrego, Felipe Ramírez, Santos Campos Lozano, Máximo Caso Zárate, Simón Córdova, Valentín Seguil Pastrana, Julio Roncal y Fortunata Pariachi; pienso también en todos los “intelectuales caviares” de hoy que siguen hablando sobre la lucha de otros, lucrando con la muerte de nuestros camaradas.

En cierta forma, estos intelectuales son guardianes del sistema capitalista porque buscan solamente eliminar los peores excesos. Cuando hablan sobre la gobernabilidad, sobre la solución y la gestión de conflictos y la responsabilidad social corporativa, entre otras cosas, están defendiendo las corporaciones y ampliando la base política y social del sistema de opresión y de explotación. Pienso que el intelectual que está al lado del pueblo debe considerarse como objeto y sujeto del estudio. Es decir, que tiene que participar activamente en todos los procesos de la lucha para la transformación social. En tal sentido, el intelectual del pueblo no debería estudiar los sujetos de cambio tomando distancia sino debe convertirse en sujeto del proceso de transformación social.

Pablo Huaringa, Jorge Huaringa, Lorenzo Martínez Morales, Simeón Ortiz Meza, Tobías Ortiz Meza, Fidel Hinojosa, Arcadio Córdova Quispe y Guillermo Lobatón —combatientes del frente guerrillero Túpac Amaru—, tomaron las armas porque pensaron que el pleno desarrollo del ser humano era solamente posible en el socialismo. Consideraban que el camino hacia el socialismo era imposible a través del juego electoral y lo que se necesitaba, principalmente, era la fe en el pueblo.

“Nosotros no nos llamamos a engaño: si el pueblo participa —y en alta proporción— en las elecciones, no es porque el pueblo crea en ellas. El pueblo participa porque hasta ahora no se le ha abierto otro camino. Más, cuando este cami­no se le ofrezca, recuperando su fe, el pueblo se lanzará incontenible por el mismo. Identificándonos con su rechazo nosotros tenemos una cita his­tórica con el pueblo. Puntualmente en ella nos encontremos. Nosotros vamos al encuentro de esta fe. Hay que tener fe en el pue­blo, hay que tener fe en la revolución. Este es el requisito indispensable: si no se cree en ella, jamás se podrá hacer la revolución.” (MIR, Nuestra Posición, 1964)

Los miristas del frente guerrillero Túpac Amaru y también los del frente Pachacútec, dirigido por Luis de la Puente en el Cuzco y los guerrilleros del frente Manco Cápac en el departamento de Piura dirigidos por Gonzalo Fernández y Elio Portocarrero, lucharon por la liberación social, por el poder socialista; y eso, el desarrollo de una estrategia para la toma del poder, es hoy la principal tarea de todos ellos que se consideran parte de la izquierda revolucionaria.

Hasta la victoria siempre,

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