Ecuador. Juan Paz y Miño: “Las organizaciones no comprenden el proceso”



Mariátegui
07/12/14

Por Leandro Albani desde Quito. El historiador ecuatoriano Juan Paz y Miño analiza en esta entrevista la etapa que atraviesa la denominada revolucion ciudadana, el liderazgo de Rafael Correa y la conflictiva relación del gobierno con los movimientos sociales.

Desde el año 2007, Ecuador atraviesa una profunda transformación política, social y económica que no está exenta de contradicciones. Con el arribo de Rafael Correa a la presidencia, el pueblo ecuatoriano se sumó a un proceso inédito en América Latina, en el cual se puja por un cambio de modelo y se enfrenta a sectores del viejo poder.

En Ecuador, país que ha desarrollado su economía de forma constante y sostenida, y en el cual los beneficios hacia los pobladores más humildes se han multiplicado, la pelea por romper con el pasado para crear un futuro más justo se palpa en cada hecho político. A esto se suma el liderazgo de Correa, admirado por su disciplina e ímpetu, pero también criticado por sus posturas contra reclamos históricos que desde hace años levantan los sectores populares.

Para entender un poco más lo que sucede en Ecuador, Marcha y Resumen Latinoamericano dialogaron con el reconocido historiador ecuatoriano Juan Paz y Miño. Vicepresidente de la Asociación de Historiadores de América Latina y el Caribe (ADHILAC), Paz y Miño tiene una obra que comprende libros como “Insubordinación o Golpe. Ecuador: la trama del 30-S”, “Deuda Histórica e Historia Inmediata en América Latina” y “Removiendo el presente. Latinoamericanismo e Historia en Ecuador”.

El proceso de cambio, el liderazgo de Correa y la relación del gobierno con los movimientos sociales son algunos temas que son abordados en esta entrevista.

-En esto años de revolución ciudadana, ¿cuáles son las contradicciones más grandes que han aflorado en Ecuador?

-La más importante contradicción es la concepción del Socialismo del Siglo XXI con un límite: no afectar la propiedad privada. Creo que ahí el proyecto se pone un límite. Pero también me explico que no hay condiciones mundiales para comenzar a afectar la propiedad privada, al punto que se revierta esa hegemonía que es típicamente capitalista. La contradicción también es entre el espíritu de querer hacer las transformaciones y las posibilidades reales, algo que siempre ocurre en todo proceso revolucionario. Creo que eso es salvable, porque esa idea de querer hacer la revolución y que existan límites materiales siempre beneficia al proyecto de transformación de la realidad.

-¿Cómo juegan la organización popular y los movimientos sociales ante esos límites que tiene el proyecto ecuatoriano?

-El problema es que no tenemos movimientos sociales fuertes y no tenemos un partido de izquierda ciudadana fuerte. Alianza País (la coailición de gobierno) es fuerte, pero no alcanza la dimensión de un partido que tenga hegemonía política. Con esto de hegemonía política nos podemos remitir a Gramsci. Y las organizaciones sociales, o están en crisis o con el deseo de hacer o estar presente. En este tránsito, viejos dirigentes no han comprendido el proyecto político actual, entonces detienen, en parte, a un sector de organizaciones y de la sociedad que quieren avanzar. Por otra parte, está faltando a su vez la organización de esos mismos movimientos. Hay un espacio en el que Alianza País tiene que trabajar.

-¿Cómo es la relación del gobierno y del presidente Correa con los movimientos sociales?

-Es contradictoria, porque a veces los ataca y en ocasiones tiene razón en esos ataques, porque las organizaciones no comprenden el proceso. Entonces esa situación desespera al gobernante por el ímpetu que quiere hacer la transformación social. Por otra parte, también comprende y quiere hacer con ellos las transformaciones. Creo que hay que tender los puentes para comprender, incluso, a aquellos movimientos sociales que están contra Correa, como movimientos que expresan un interés social y popular, y no vale menospreciarlos. Y también esos viejos dirigentes tienen que irse retirando en función de una nueva generación.

-¿Cómo se puede explicar el liderazgo de Rafael Correa?

-Más que personalizarlo, a Correa hay que entenderlo dentro de un proceso. ¿Qué existía antes? Una economía empresarial dentro del modelo de los ‘80 y ‘90, inspirada en el neoliberalismo. Eso se revirtió y hoy tenemos una economía de distinto género. Existía una partidocracia, como dice el presidente, y yo diría una clase política entronizada en el Estado que creó un Estado de partidos. Eso se acabó desde el 2007. Había un deterioro sistemático de la institucionalidad, pero ahora se recuperó la institucionalidad estatal. También había un deterioro constante de las condiciones de vida y de trabajo de la población. Esa tendencia se revirtió. Por consiguiente, desde el 2007 tenemos una economía, una política, una institucionalidad y una sociedad que cambió radicalmente de ese pasado. Para eso ha servido el liderazgo de Rafael Correa, que es inédito por lo menos en los últimos 50 años. Y gracias a ese liderazgo se logró hacer la transformación económica y social que necesitaba el país en beneficio amplísimos sectores. Esto no quiere decir que todos los problemas están solucionado. Pero sin ese liderazgo ¿cómo entender el cambio?, porque ha sido importantísimo para la transformación. Los opositores, al liderazgo de Correa lo llaman caudillismo, populismo. Lo cierto es que ese liderazgo se impuso y logró hacer estas transformaciones.

-Después del fallecimiento de Hugo Chávez, en América Latina quedó un vacío y se siente un retroceso en el proceso de unidad. ¿Cómo analiza la nueva reconfiguración del continente?

-El presidente Chávez encabezaba la idea de unidad y trabajaba muchísimo por eso. Con su fallecimiento, ese espacio no ha sido llenado. Se creía que Correa debía hacerlo, pero el propio Correa dijo que no quería ser el gran líder de América Latina porque esta América Latina se debía construir colectivamente. Me parece que luego del liderazgo tan importante de Chávez se ha empezado a construir una verdadera idea de unidad en los hechos concretos: organismos como Unasur, Celac, Alba, están marcando el futuro. La idea es comenzar a trabajar la unidad. En la próxima reunión de Unasur se va a plantear la ciudadanía sudamericana. Ojalá así sea porque tendremos un paso adelante importantísimo.

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