Perú. Encubrimiento y Usurpación de América


Luis Erasmo Ninamango Jurado / Mariátegui
04/01/15

En el prólogo de su libro, Cristóbal Colón y el descubrimiento de América, Alejandro de Humboldt destacó la “grande importancia” del mapamundi Juan de la Cosa de 1500 –actualmente en el Museo Naval de España en Madrid–, que el sabio alemán vio por primera vez en la biblioteca del barón Charles Athanase Walckenaer en Paris en la primavera de 1832.

El libro Encubrimiento y Usurpación de América (Luis Erasmo Ninamango Jurado, Ediciones de la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela, 2009) empieza con un análisis del mapamundi que el piloto de Colón se atribuyó en 1500, el cual es muy similar al mapa conocido con el nombre de Atlas Catalán –actualmente en la Biblioteca Nacional de París– que fue elaborado alrededor de 1375 por el judío mallorquín Abraham Cresques, con la posible ayuda de su hijo Jafuda (convertido al cristianismo con el nombre de Jaume Ribes) y que muestra los dominios del Imperio mongol (1206-1368). Estos “brujuleros” de las islas Baleares (reino de Aragón) provenían del Cercano y Medio Oriente, y por lo tanto poseían grandes conocimientos sobre la geografía del mundo y dominaban avanzadas técnicas cartográficas que llegaron al Mediterráneo a través del mundo árabe, desde el Lejano Oriente.

Al examinar el sistema de coordenadas del mapamundi señalado por Humboldt, basado en la Rosa de los Vientos (Rosa Naútica), se determina un conjunto de meridianos crucialmente importantes para la historia de la humanidad, ya que su meridiano inicial atraviesa la bahía de Tokio y, si ésto fuera poco, el segundo meridiano pasa por el puerto de Tanggu en la costa del mar Amarillo inmediata a Pekín. 

Todo lo anterior muestra que pueblos del Lejano  Oriente desarrollaron la tecnología que se utilizó en la confección de este mapamundi, mucho antes que el primer viaje colombino. Y que por lo tanto, que el piloto de Colón había mentido para intervenir y usurpar un mapamundi que para la época del “descubrimiento de América” ya contaba con más de 100 años de antigüedad.

Surgió así una “corriente histórica lógica” que comienza con el uso de la brújula en navegación por el pueblo chino, consiguiente desarrollo de la tecnología cartográfica y el levantamiento de mapas desde el Lejano Oriente hacia Occidente, que nos obliga a realizar una revisión de la historia mundial.

Según Humboldt los chinos ya navegaban con arreglo a las indicaciones de la aguja imantada en el siglo III de nuestra era. Los árabes llevaron brújula y mapas al norte de África en el siglo VII y a la Península Ibérica en el año 711 d.C., donde son los amos en el lado español hasta 1492 en que cae Granada; pero que sin embargo fueron expulsados del pequeño reino de Portugal en 1249. ¿Cómo lo lograron casi 250 años antes que España? Pues con la ayuda de otros reinos europeos no-ibéricos a partir de la Segunda Cruzada que ayudó a liberar Lisboa en 1147. 

Es importante tener en cuenta que los reinos de Inglaterra y Portugal, después de pactar acuerdos comerciales, un tratado de defensa mutua en Londres en 1373 (ratificado en Windsor en 1386 y aún vigente en la actualidad) y el matrimonio en 1387 de la inglesa Felipa de Lancaster (hermana de Enrique IV de Inglaterra) con el rey lusitano Juan I (Dinastía de Avis), atravesaron el estrecho de Gibraltar para tomar la ciudad musulmana de Ceuta en 1415. 

La persecución de los musulmanes en retirada continuó en el occidente de África y en la costa oriental de América, regiones en las cuales los árabes ya comerciaban desde hacían varios siglos atrás (barcos dibujados entre el sur de Asia y Brasil vía alrededor del sur de África indican en el mapamundi una ruta de navegación precolombina). Los ingleses y portugueses continuaron la explotación de América en secreto y no pudiendo introducir tantas riquezas a Europa ni por Londres ni por Lisboa, tuvieron que hacerlo por Amberes.

Foto. Presentación del libro en La Casona de San Marcos de Lima.

En 1492 los reyes Fernando e Isabel, conjuntamente con el súbdito aragonés Rodrigo de Borja y con Cristóbal Colón, urdieron una confabulación para meter a Castilla y a León en la repartición europea del continente americano que había empezado con la derrota de los musulmanes en el Atlántico a principios del siglo XV. Para lograrlo utilizaron dos “cortinas de humo”. La primera: Emiten el Edicto de Expulsión de los Judíos de los territorios españoles, estableciendo el 31 de julio de 1492 como fecha límite; pero después conceden una extensión de dos días. Colón ordenó a su tripulación y a los viajeros estar a bordo antes de la medianoche del 2 de agosto y parte en la madrugada del 3 de agosto dirigiéndose a las islas Canarias. Las tres “históricas carabelas” zarparon como barcos cargados de judíos que huían de la Península.

Ocho días después, el 11 de agosto, el doctor en derecho Rodrigo de Borja asciende al papado con el nombre de Alejandro VI.

La flota colombina se detuvo en las islas Canarias y no fue sino hasta el 6 de septiembre que partió de la isla Gomera, para atravesar el Atlántico casi horizontalmente siguiendo la ruta de desove de la anguila europea (conocida por los pescadores de la costa atlántica ibérica desde tiempos inmemoriales), al amparo del mar de los sargazos (alga marina flotante) no transitado por portugueses, ingleses y comerciantes de distintas naciones –especialmente las árabes–, quienes utilizaban las corrientes marinas en sus viajes de ida y vuelta a Suramérica, Norteamérica y el Caribe. El sargazo, a pesar de estorbar haciendo el viaje más lento, ofreció el camuflaje perfecto que permitió a la flota trasladarse hasta las Bahamas, sin ser avistada.

Al regresar Colón del Caribe y previa visita y pre-acuerdo con Juan II de Portugal (según el Diario de a bordo le dijo al Almirante “… que tenía él por cierto que no habría en esto menester terceros…”), el papa Alejandro VI emite su primera bula Inter caetera con la cual dona las “tierras e islas lejanas y desconocidas” descubiertas por Colón a los Reyes de Castilla y León, a perpetuidad; dejando fuera a Aragón-Cataluña por razones obvias: el Rey y el Papa eran aragoneses.

Acto seguido el papa Alejandro VI emite su segunda bula Inter caetera en la cual, a solicitud de Colón, establece un meridiano divisorio que pasa a 100 leguas al oeste de las islas Azores y de Cabo Verde. No estando de acuerdo con esta propuesta española pero entendiendo la oportunidad que se les presentaba, la Corona portuguesa no la dejó pasar por alto, aprovechando no solamente para “legalizar” sus ricas posesiones precolombinas en Brasil sino también para obtener aún mucho más “derecho divino”, sobre la mitad del globo terráqueo. 

Después de hacer consultas y de meditarlo detenidamente, el rey Juan II de Portugal acordó participar en la repartición del “botín”, solicitando el traslado del meridiano divisorio 270 leguas hacia el Poniente, justo lo suficiente para asegurarle a Portugal la retención de sus ricas posesiones en Brasil; y, a sabiendas que los ingleses llevaban ventaja por haber llegado antes a Norteamérica, dejaron que sus socios se las arreglaran para contener el avance español hacia el Norte, ya que según la propuesta lusitana, casi la totalidad de este enorme territorio quedaba todavía en el lado castellano. 

Cabe ahora preguntarnos: ¿por qué solicitaron tan sólo 270 leguas adicionales y no más? La respuesta es obvia y patética: el solicitar más leguas le hubiera otorgado a Portugal “derechos” en la región oriental de Estados Unidos y Canadá de la actualidad, y tuviéramos un equivalente a Brasil en Norteamérica; asunto con lo cual sus socios ingleses no podían estar de acuerdo, porque hubiera sido una barrera para sus pretensiones, también imperialistas.

La repartición del continente americano finalmente se llevó a cabo el 7 de junio de 1494 con la firma del Tratado de Tordesillas entre España y Portugal, y en el cual se estableció un meridiano divisorio 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde; pero, al igual como se hizo en la segunda bula Inter caetera, sin especificar la equivalencia de leguas a grados. Portugal calculó sus pretensiones a su favor con una equivalencia de 10 leguas al grado y España con 17,5. 

Lo anterior originó un huso geográfico de discordia y pugna luso-española que fue aprovechado por otros reinos europeos, y que abarca: las islas Malvinas, la región del Río de la Plata, el nororiente argentino, Uruguay, Paraguay, el tercio oriental de Bolivia, la región central de Brasil (que incluye la desembocadura del río Amazonas), Guayana Francesa, Guayana Holandesa (Surinam), Guayana Inglesa, Zona en Reclamación por Venezuela, la región oriental de Venezuela (que incluye el delta del río Orinoco), Trinidad y Tobago, así como casi todas las islas de las Pequeñas Antillas.

Tres años después, el 30 de septiembre de 1497 se casan Manuel I de Portugal (El Afortunado) y la hija mayor de los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Aragón, quien fallece el año siguiente. El 30 de octubre de 1500 se volvió a casar Manuel I de Portugal, esta vez con la cuarta hija de los Reyes Católicos, María de Castilla y Aragón.

Entre 1499 y 1501, debido al empuje de las expediciones de Américo Vespucio, Vicente Yáñez Pinzón y Diego de Lepe a las costas del Norte de Brasil, y mediante las gestiones “diplomáticas” del florentino Vespucio, el rey Fernando II de Aragón forzó “la farsa del descubrimiento accidental de Brasil”, oficializado por la Corona portuguesa como realizado por Cabral en abril de 1500, casi seis años después de la firma del Tratado de Tordesillas.


* Luis Erasmo Ninamango Jurado. Autor del libro "Encubrimiento y Usurpación de América"
luisninamango@gmail.com

** Síntesis de la conferencia de presentación del libro realizada en Lima. Esta obra fue publicada por Ediciones de la Presidencia de la República de Venezuela, y se encuentra agotada.

Comentarios