Perú. La moratoria de ingreso y producción de semillas transgénicas está en riesgo

Foto. peruorganico.com

Fernando Eguren (1) 
Mariategui.info
10/02/15


En estos días ha surgido una importante controversia con motivo de la designación de tres personas vinculadas a la industria de semillas transgénicas en cargos estratégicos en el Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA). Aparentemente, no está en tela de juicio la calidad profesional de los involucrados —los tres son doctores—, sino el que estén en cargos (2) que conllevan el poder de orientar las investigaciones y que puede desvirtuar la aplicación de la Ley 29811, promulgada en 2011, que declaró la moratoria al ingreso y producción de organismos vivos modificados al territorio nacional por un periodo de diez años. Con ello, se pone nuevamente en agenda el debate sobre las semillas transgénicas.  


 El debate sobre transgénicos se caracteriza más por la pasión que suelen poner las partes —los que están a favor y los que están en contra en la discusión— en la polémica, que por el despliegue de argumentos sólidos. En parte, ello se debe a la confusión entre los diferentes planos que el tema plantea. Conviene diferenciarlos para contribuir a un debate más ordenado que permita superar los entrampamientos actuales. 

Los planos del tema son, por lo menos, los siguientes: 

 a. El temor de que la utilización de semillas transgénicas «contamine» otras plantas, provocando impactos negativos, sobre todo al reducir la biodiversidad. 

 b. El temor de que los productos originados en semillas transgénicas impacten negativamente sobre la salud humana. 

 c. El derecho de los consumidores de alimentos finales de saber si estos contienen insumos transgénicos, por el riesgo eventual que pueden tener sobre la salud. El hecho de que tengan impactos negativos sobre la salud es aún materia de controversia; lo que no está en controversia es el derecho de los consumidores de conocer la composición de los insumos que contienen los productos que consumen(3). 

 d. La concentración de la investigación, la producción y la distribución de semillas transgénicas por oligopolios transnacionales, lo que les da ventajas económicas monopólicas, control sobre la orientación de la producción y poder sobre los productores agrarios. En el Perú, este es hoy el punto central del debate (quizá junto con el punto c) suscitado por la designación, en la dirección del INIA, de funcionarios vinculados a la industria de transgénicos. 

 e. En el mediano y largo plazo, el temor de que las variedades de semillas transgénicas empobrezcan la biodiversidad al desplazar variedades de plantas de menor rentabilidad económica. 

 En el presente artículo no hay espacio para desarrollar una argumentación, pero sí para ofrecer alguna información que ayude a contextuar el debate. Sea esta la ocasión para ratificar el apoyo claro de La Revista Agraria a la vigencia de la Ley 29811 y para manifestar nuestra preocupación por lo que, efectivamente, puede ser una velada estrategia para debilitarla y, en el extremo, derogarla. 

 Las regiones anticiparon la Ley de Moratoria 

 La Ley de Moratoria de 2011 no fue la primera norma que limitaba la utilización de las semillas transgénicas. En el Perú, la mayoría de gobiernos regionales han declarado a su respectiva región, mediante ordenanzas—la primera data de 2007—, como «libre de transgénicos». Así lo hicieron los gobiernos de Áncash, Arequipa, Ayacucho, Cajamarca, Cusco, Huancavelica, Huánuco, Junín, Lambayeque, Lima Metropolitana, Lima Región, Loreto, Madre de Dios, Puno y San Martín(4). A pesar de estas prohibiciones, desde 2007 se detectó la presencia de transgénicos en el valle de Barranca, y, en tiempos más cercanos, en diferentes localidades de los departamentos de Piura y La Libertad. 

 Los transgénicos en el mundo 

 En los años recientes, en el planeta se cultivaron 170 millones de hectáreas con semillas transgénicas. El 90 % de estas tierras se dedica al maíz, la soja, la colza y el algodón. Apenas cuatro países —Estados Unidos (69.5 millones de hectáreas), Brasil (36.6 millones), Argentina (23.9 millones) y Canadá (11.6 millones)— representan el 83.3 % del área total sembrada con semillas transgénicas (5). En Europa, España es, largamente, el país que más las utiliza (131 mil hectáreas en 2014, lo que representa más del 90 % del total europeo). La política de la Unión Europea—definida recientemente— es dejar a los países asociados en libertad para adoptar o no adoptar semillas transgénicas. Dos de los principales países de la UE, Francia y Alemania, prohíben su uso. 

 Alrededor del 60 % del mercado mundial de semillas transgénicas está dominado por un reducido número de corporaciones: Monsanto, Dupont, Syngenta, Basf y DowAgroSciences. Las mismas empresas controlan también el 76 % de los agroquímicos. Como anota el diario español El País, «las compañías que fabrican los herbicidas son las mismas que diseñan las semillas que los soportan»(6). 

La posición de la FAO 

 La FAO es una entidad intergubernamental, por lo que sus opiniones institucionales están limitadas por las decisiones de los gobiernos nacionales que la integran. Pero, como ente técnico, sus opiniones son valiosas y deben ser tomadas en consideración. La FAO reconoce que la modificación genética puede, en algunas circunstancias, aumentar la producción y la productividad y contribuir a la seguridad alimentaria, pero afirma que «a pesar de lo que se dice, no se requieren semillas transgénicas para resolver los problemas del hambre actuales». Respecto a los riesgos de contaminación de otras especies por el uso de semillas transgénicas, afirma que ello es aún materia de debate científico, pero que puede constituir una amenaza a la agrodiversidad, sobre todo si son cultivadas en sus centros de origen. Sostiene, aún más, que una vez que estas semillas se difunden ampliamente, no será factible dar marcha atrás (7). 

 Concluyendo: es claro que la discusión del tema de los organismos genéticamente modificados aborda ámbitos muy amplios y complejos y no puede limitarse a las simplificaciones poco convincentes que suelen caracterizar a los argumentos de uno y otro lado. Puesto que el tema es importante y nos atañe a todos, es indispensable un debate más sustantivo y mejor informado, que, al mismo tiempo, provoque el interés del gran público. 


 Notas 

 1 Sociólogo. Director de LRA y presidente del Cepes. 
 2 Alberto Dante Maurer Fossa, jefe del INIA; Enrique Fernández Northcote, asesor técnico de la Jefatura; Luis Julio César De Stefano Beltrán, director de la Dirección General de Desarrollo Tecnológico Agrario. 
 3 Más aún, existe la Ley 29571, o Código de Protección y Defensa del Consumidor—promulgada en 2010—, que obliga a la industria alimentaria a hacer constar en las etiquetas de los productos finales la utilización de insumos transgénicos, pero que, luego de cuatro años, todavía no se aplica por falta de reglamentación. 
 4 Ver, de Aspec:«Regiones libres de transgénicos. Retos y tareas pendientes». http://bit.ly/1L3KWcd
 5 El País digital. 28 de abril de 2013. 
 6 Ibíd. 
 7 Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). «Frequently asked questions about FAO and agricultural biotechnology».  
http://www.fao.org/fileadmin/user_upload/biotech/docs/faqsen.pdf 

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