Argentina. Repercusiones del #18F: la derecha ya tiene su agenda

Foto: Verónica Canino

Mariategui.info
01/02/15

Por Francisco Longa. Luego de intentos que fueron desde la “falta de libertad” hasta el dólar, la oposición conservadora parece haber encontrado –Nisman mediante– dónde recalar de aquí hasta las PASO: la agenda judicial. Más dilemas para el kirchnerismo y la izquierda. 



La capacidad de marcar agenda se constituye como un mecanismo clave en función de la construcción de hegemonía política, tanto para la fuerza política que ocupa la primera magistratura como para las fuerzas opositoras. Percepción, difusión y capacidad de movilización son tres de las virtudes sobre las cuales se asienta una correcta estrategia de marcación de agenda.

Un breve repaso por los gobiernos kirchneristas muestra a las claras las tensiones entre la oposición y el gobierno por instalar y rebatir temas de agenda. Así como la derrota de la resolución 125 fue caballito de batalla de De Narváez para vencer a Kirchner en 2009, el affaire Nisman parece tener los condimentos perfectos para que la oposición apueste allí todas sus fichas de campaña.

Resulta que los elementos que envuelven a la muerte del fiscal le acaban de dar un impulso de dramatismo a la campaña electoral: intrigas, servicios de inteligencia, encubrimiento y un fiscal de la nación muerto en su propia casa, a escasas horas de presentar ante el Congreso su denuncia a la Presidenta. Ante tamaño escenario, propio del realismo mágico de Vargas Llosa o García Márquez, es comprensible que amplias capas de la población se sientan sensibilizadas. Sobre esta conmoción se montó la propuesta de la marcha de silencio del 18F, que resaltó un eje que a la oposición le resulta efectivo: la agenda judicial.

Apuntalada especialmente a partir de la lucha contra la “impunidad y la corrupción”, con los casos AMIA y Nisman como testigos, la agenda judicial parece el arma perfecta para enfrentar los meses de campaña por venir. Inclusive si en estos días se esclareciera en forma concluyente que se trató de un suicidio –hasta ahora la única línea de investigación que trabaja la fiscal–, es probable que la muerte de Nisman quede en el imaginario colectivo como un símbolo más de la impunidad y la corrupción política argentina.

Esto es así a partir de complejo entramado de complicidades y encubrimientos que salió a flote desde este caso, como una enorme mancha negra que tiñe al sistema político en su conjunto. No obstante, solamente a partir de un férreo blindaje por parte de los medios masivos de comunicación, la oposición conservadora podría hacerle pagar únicamente al oficialismo el costo de una connivencia en la cual están casi todos implicados: Mauricio Macri, procesado por escuchas ilegales; Sergio Massa, revelado en sus incursiones a la Embajada de Estados Unidos, y desde ya, legisladoras como Laura Alonso y Patricia Bullrich, que deberán explicar sus promiscuos vínculos –casi presiones– con el fiscal.

Con la corporación judicial envalentonada luego de la marcha, una andanada de resoluciones judiciales contrarias al gobierno tuvieron cauce en estos días: el 19 la Sala I de la Cámara Federal confirmó el procesamiento de Amado Boudou en el caso Ciccone; el día 20 Vanderbroele, supuesto testaferro del Vicepresidente, fue detenido en Mendoza por orden de un juez del Uruguay, en lo que podría pensarse como un gesto de colaboración de la ¿patria grande judicial?; finalmente, y también el día 20, la misma Cámara ratificó el fallo de un juez de primera instancia que permite al Grupo Clarín no adecuarse de oficio a la Ley de Medios.

Las agendas por venir

Ante tal escenario era de esperar que el kirchnerismo, avezado en demarcación de agendas, responda con iniciativa política y propuestas de movilización: el 1 de marzo, cuando la Presidenta brinde su último discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso de la Nación, las fuerzas del campo kirchnerista intentarán forjar una movilización masiva para respaldarla.

Más allá de eso, es evidente que en las filas de las fuerzas oficialistas la campaña política venidera y el 18F generan intensos debates. Al margen de la disquisición acerca del carácter más o menos golpista o democrático que nutrió a la marcha, a futuro los debates en el bloque oficial estarán dados en función de cuánto y de qué forma confrontar o ceder.

En lo que refiere a la izquierda, sabemos que todo escenario donde se polariza el enfrentamiento entre el kirchnerismo y las fuerzas de la oposición conservadora resulta dificultoso para el discurso de izquierda; solamente a partir del natural fin de ciclo presidencial de Cristina Fernández, y ante las tensiones entre las fuerzas conservadoras y progresistas que genera la sucesión, la izquierda trotskista pudo tener un buen desempeño en las legislativas de 2013.

En lo referido al 18F, los posicionamientos de la izquierda coincidieron en un punto: todas las organizaciones rechazaron la convocatoria y se delimitaron tanto de los fiscales convocantes como del gobierno nacional. Si bien algunas organizaciones rozaron el discurso de la derecha (verbigracia el Partido Obrero que llamó a la muerte del fiscal “crimen de Estado”), es importante destacar que, en su conjunto y con sus matices, las fuerzas de izquierda no sucumbieron a la tentación de pegarle al gobierno a partir de la marcha del miércoles pasado.

Al igual que con el kirchnerismo es probable que la agenda inmediata de la izquierda esté signada por la capacidad de movilización, a prueba los próximos 8 y 24 de marzo, día de la mujer y de la memoria respectivamente. En su caso, se sumará seguramente la disputa salarial de las paritarias de principio de año, que en época electoral se tornan más agudas que de costumbre.

Así, cada fuerza intentará teñir de su propio color la agenda política nacional, que no es otra que la de una sociedad en la recta media de la elección presidencial más peleada desde los últimos 15 años. Quien conjugue de la mejor manera percepción, difusión y capacidad de movilización, sobre la base de sus acumulados políticos, seguramente saque pasos de distancia.

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