Lima. Murales artísticos: historia y no histeria



Tania Temoche
Mariategui.info
20/03/15
    
El arte mural tiene su origen desde los tiempos de la caverna específicamente en Europa Occidental, en las grutas y abrigos rocosos. Así también los hay en santuarios exteriores como la cueva de Laussel (Francia) o La Viña (Oviedo); cuyo eje gira en torno a la vida diaria del hombre: la caza de animales o figuras humanas plasmadas en pinturas, relieves o grabados. Y allí tenemos al legendario mural en las cuevas de Altamira, constituyendo patrimonio de la humanidad.  

Más adelante la cultura egipcia desarrolla su propia técnica en las paredes y techos de las cámaras mortuorias simbolizando la vida en el más allá, la eternidad. Igualmente la Creta o las itálicas llevaron a cabo un importante movimiento del arte mural. Y en España, tenemos a Francisco de Goya con sus impresionantes murales en la Ermita de San Antonio de la Florida en Madrid.

Hasta que llegó ese movimiento artístico de carácter indigenista, “el muralismo”, a principios del siglo XX en México, promovido por artistas con una nueva visión social, política e histórica; tratando de llevar docencia visual y sensibilizar a las nuevas generaciones sobre su pasado y su lucha por un futuro mejor, destacando el nacionalismo inmerso en su arte, trabajados en numerosas fachadas de edificios públicos en México. 

David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera y José Clemente Orozco fueron los tres propulsores del movimiento. Pero, fue José Vasconcelos, filósofo y primer secretario de Educación Pública de México quien, tras la Revolución, pidió a los artistas que plasmaran en los muros de la Escuela Nacional Preparatoria de la ciudad de México, la imagen de la voluntad y sentimiento nacional. Los artistas tenían total libertad para elegir los temas y mostrar un mundo nuevo sobre las ruinas, la enfermedad y la crisis política surgida tras la Revolución. Los muralistas desarrollaron un arte monumental y público, de inspiración tradicional y popular, que ponía fin al academicismo reinante, exaltando su cultura y origen precortesiano, y así fue reconocido a nivel mundial. La pintura mural fue declarada el arte oficial de la Revolución. El Manifiesto del Sindicato de Pintores y Escultores mexicanos, fue dedicado a "la raza indígena, humillada durante siglos, a los soldados que lucharon en pro de las reivindicaciones populares; a los obreros y los campesinos, y los intelectuales no pertenecientes a la burguesía".

Mural del mexicano Diego Rivera.

Los muralistas se convirtieron en cronistas de la historia mexicana. Desde 1922 hasta nuestros días no se han dejado de hacer murales en México, lo que prueba el éxito y la fuerza del movimiento. En la década de 1930, la internacionalización del muralismo se extendió a Argentina, Perú y Brasil. En nuestro país fue el arequipeño Teodoro Núñez Ureta quien dejó su legado en varios edificios públicos como aquel donde se encuentra el Poder Judicial (ex Ministerio de Educación) un extenso fresco titulado “Historia de la educación” (trabajado a mediados de 1950) que incluye la presencia del escritor indigenista José María Arguedas. También en el Panteón de los Próceres, en el que se aprecia a un grupo de combatientes enarbolando la bandera nacional, entre otros tantos.

Mural del artista peruano, Teodoro Núñez Ureta en el Poder Judicial de centro de Lima. 

Con el tiempo se hicieron presente los murales callejeros como una forma de protesta de algunos artistas hacia la pintura de caballete, como así lo denominan. Uno de esos artistas destacados es el inglés Bansky, reconocido por su talento y muy apreciado en su país, tanto a nivel del gobierno como de los ayuntamientos y empresas privadas. Quienes defienden y preservan sus obras públicas.

Y así llegamos a Lima, hace unos días el alcalde limeño Luis Castañeda Lossio aseguró que "los murales no van con el Centro Histórico y que se procederán a borrarlo"; tal como viene sucediendo hace unas horas, el personal de la Municipalidad de Lima viene borrando y pintando las paredes con pintura amarilla. Para saber un poco qué piensan los artistas peruanos preguntamos a los artistas plásticos Jorge Miyagui y  Víctor Escalante sobre lo que viene aconteciendo en nuestra ciudad capital.

Jorge ¿qué opinas de la actitud del alcalde Castañeda al señalar que se borrarán todos los murales?
El acceso al arte es un derecho cultural reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Los espacios públicos ganados para las manifestaciones artísticas son espacios ganados para ejercer ciudadanía. Lo que hace el alcalde es reducir espacios de ciudadanía atentando contra los derechos culturales de los trabajadores del arte pero también de la sociedad en su conjunto. 

Desde una política de gobierno municipal ¿se debería incentivar y convocar a los artistas a plasmar su arte en los espacios públicos de Lima, más aún si son espacios en desuso?
Pensando en políticas culturales yo iría más allá del producto o del evento: incentivaría a los trabajadores del arte a sumarse a las dinámicas de organización barrial y colectiva, a la construcción de poder popular. Trabajaría la hipótesis de que el arte es una plataforma para generar procesos de transformación social, desde la reflexión-acción colectiva. 
Cómo artista, ¿qué sentimientos te ha provocado la posición del alcalde al declarar que borrará todos los murales?

¡Indignación! porque se está atentando contra los derechos de todos y todas y no solo de los artistas.

¿Cómo percibes la respuesta de la ciudadanía en general de Lima ante este tema?
Creo que si tuviéramos adecuadas políticas de educación artística des-colonizadas, en función de nuestros intereses como sociedad pluri-cultural y multilingüe, la reacción y la indignación serían mayores. El arte en las calles es importante no porque sea bonito o porque sea chévere pintar sino porque es parte de una disputa política por la democratización de la vida, por los espacios públicos en donde ejercemos ciudadanía y construimos lo social.


También consultamos al pintor y diseñador gráfico Víctor Escalante, quien señala :


Creo que nadie puede estar en contra de este “arte callejero”, sobre todo cuando los murales están bien hechos. Yo podría estar en contra sobre la exageración de los graffitis, toscamente mal hechos, sin ningún sentido de la estética, solo con un criterio personal y rebelde mal enfocados, maltratando locales y espacios históricos.

Tú eres un artista que siempre ha mantenido su taller en el centro histórico y que se ha resistido a mudarse, ¿cuánto ha cambiado Lima en estos últimos 50 años?

He visto muchos cambios en esta abandonada antigua Lima, donde tengo mi estudio y taller 50 años ininterrumpidos. Conozco de memoria todos los espacios históricos y locales con historia. Personalmente trabajo feliz en esta capital del Perú, a pesar que vivo en el distrito de Surco. No olvidemos, que es el lugar donde alberga a todos los poderes del Estado, a pesar que muchos jóvenes limeños no la conocen. Se pierden un turismo de lujo, que los turistas extranjeros lo disfrutan felices.

¿Consideras que va contra el ornato y la estética del Centro Histórico?

Este problema de los murales lo están politizando desde el comienzo, con las declaraciones del mismo alcalde actual y de muchos que están en contra. No hay que olvidar que los murales aludidos se hicieron como consecuencia del Festival Latinoamericano, donde participaron artistas de varios países, organizado oficialmente por la misma municipalidad, durante la anterior gestión. 

Por tanto, creo, que al alcalde se equivoca con sus propias palabras, al decir que va contra las normas del municipio. Y una cosa importante, estas pinturas fueron realizadas con el permiso de los propietarios y sobre todo, hechos sin afectar el corazón de los espacios públicos y respetados de la Lima Histórica. Yo que viajo en el Metropolitano todos los días, me parecían agradables y bien hechos los murales del jirón Lampa, ahora sobre-pintados. Más todavía, me atrevería, con todo el respeto que se amerite, a proponer al alcalde a que invite a algunos artistas para que participen elaborando murales públicos, en algunos puntos del recorrido del Metropolitano, para que lo disfruten los limeños “trabajadores de a pie” a través de sus ventanas.   

Por último, sería interesante invitar al famoso artista Bansky, para que haga una réplica de su famosa “Paloma de la Paz blindada”, en uno de los muros que el alcalde disponga, para que se acaben estos dimes y diretes, que lo están convirtiendo, en una Lima histérica. (espero que el alcalde conozca al artista).

Mural de Bansky en Londres.


Si bien Lima tiene su propia particularidad y su centro histórico está ocupado y rodeado por inmuebles antiguos: coloniales, virreinales y republicanos es indudable que recibirá manifestaciones artísticas de concepto moderno que pueden convivir pacíficamente como en otros centros históricos del mundo porque, finalmente, refleja el espíritu de sus gentes y la memoria colectiva de una ciudad que expresa con tolerancia la diversidad cultural existente en nuestro país.

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